Gabriel Oddone, economista y socio de CPA Ferrere, participó el jueves 25 en la primera de un ciclo de conferencias sobre políticas para la diversificación productiva en el agro, impulsado por el Instituto Juan Pablo Terra, cercano al Partido Demócrata Cristiano (PDC). Bajo la consigna “Escenarios y estrategias de desarrollo en Uruguay”, reflexionó sobre los “aspectos relevantes” para impulsar un plan integral que mantenga un “lógico equilibrio” entre el crecimiento económico y “los recursos suficientes para sostener un modelo de convivencia”.

De acuerdo al economista, es fundamental “crecer más” para mantener nuestro estado de bienestar y generar una “cohesión social” que fortalezca la democracia. Si bien Uruguay ha triplicado su PIB per cápita desde 1985 hasta la fecha –mientras Brasil lo multiplicó por 1,7 y Argentina por 1,3– el esquema que lo llevó a aumentar su capital “tiene señales de agotamiento”, consideró. Según explicó, “hubo una agenda económica que, con matices, diferencias, e innovaciones, ha sido mantenida desde 1970”, porque ninguno de los partidos que gobernaron a partir del fin de la dictadura modificó su “sustancia”. En consecuencia, al no transformar la orientación general de políticas macroeconómicas cuya estrategia era “la apertura”, terminaron por instalar una mirada de “vocación abierta al mundo”, dijo.

“El consenso de que hay que abrirnos a la región y ser un país macroeconómicamente estable porque da condiciones de garantía, estuvo allí y sigue estando entre nosotros”, aseguró Oddone. Sin embargo, eso “ya no es suficiente para garantizar hacia adelante desarrollos adicionales”, especialmente en “un mundo que se está volviendo mucho más complejo”. Para el socio de CPA Ferrere, a partir de la crisis de 2008 se generó “un cuestionamiento severo desde el punto de vista social” a las ideas que motivaban las políticas implementadas en países del hemisferio occidental, guiadas por la creencia de que “la libre movilidad de capitales, de personas y bienes, era algo virtuoso indiscutiblemente, que había venido para quedarse para siempre”.

Ahora es necesario superar la “inserción externa frágil” y cuestionar cómo se gestionará la política comercial. Según Oddone, en un próximo período de gobierno, las visiones del Ministerio de Economía y el de Relaciones Exteriores deberían estar alineadas porque así se habilitaría “una reflexión de integración absoluta”, “indispensable” para “pensar aspectos de la inserción internacional del país que son vitales para el crecimiento”. Aunque no es algo que se vaya a modificar profundamente de aquí a 15 años, hay que empezar por “pensar fuera de la caja de lo que hemos venido haciendo”, subrayó.

A la vez, el economista destacó el papel de la educación, materia en la que los diferentes gobiernos “no han encontrado el rumbo” ni construido “un proceso de mejora continuo”. “Si le vamos a atribuir al capital humano un papel crucial, el tema crucial es la calidad de ese capital humano”, reflexionó y afirmó que se trata de “un capítulo impostergable”, porque, además, se está desarrollando “un proceso de reproducción de la exclusión y la desigualdad extrañamente grande”.

Otro de los puntos a los que Oddone apuntó fue la tasa de inversión. Según explicó, para sostener nuestro modelo de convivencia se requieren tasas de inversión más altas, y una mayor acumulación de capital requiere tanto de un empresariado sin incertidumbres respecto a la rentabilidad de los proyectos, como de “un Estado que esté en condiciones de identificar dónde hay prioridades y dónde hay que estimular políticas públicas de renuncias fiscales, para poder promover más innovación y más inversión”.

Asimismo, mencionó que el tamaño del país es un elemento a tener en cuenta, porque si bien no se puede hacer nada al respecto, es una prioridad reconocer que se trata de “un problema”, dado que en la búsqueda de mejorar la productividad se incorporan tecnologías “concebidas en la mayoría de los negocios para escalas que no son las nuestras”. En ese sentido, se debe “aceptar que hay sectores que tienen oportunidades tecnológicas porque tienen dimensiones grandes” y observar que “en el mejor de los casos” Uruguay accede a oportunidades gracias a acuerdos preferenciales en la región. “Esa es una de las razones por las que el Mercosur es clave”, dijo el economista, y argumentó que constituye “una forma de seguir sustituyendo importaciones”. Por lo tanto, pensar en la posibilidad de abandonarlo es complejo porque “un porcentaje enorme de personas del empleo industrial de este país” depende de él.

Sin embargo, Oddone planteó que “la construcción del proceso de inserción externa y de apertura tiene que ser muy cuidadosa” y se tendría que apostar a “jugar en el borde del reglamento”. “No nos podemos ir del Mercosur, es imposible, pero al mismo tiempo el Mercosur no es nuestro destino inexorable” porque implicaría renunciar a negociar globalmente, insistió. Dadas las condiciones, “hay que tener un plan”: “Saber cuáles son los sectores, cuáles son las actividades, y tener una visión sobre nuestra estrategia de comercialización exterior” para “lograr acuerdos de preferencias arancelarias”.

Para finalizar, mencionó que hay que pensar en cómo realizar reformas económicas en el sistema de bienes y servicios no transables, aquellos que sólo se producen para el mercado interno, y revisar el sistema de incentivos económicos a la innovación y la incorporación de tecnología, así como el sistema de renuncias fiscales.