Entender qué fenómenos son los que hacen que las variables macroeconómicas como el PIB, la inflación, el tipo de cambio o el desempleo tengan movimientos crecientes, estables o decrecientes resulta de gran importancia para poder interpretar la situación económica y contribuir a la toma oportuna de decisiones. En particular, saber qué es lo que explica que la economía de un país atraviese momentos de expansión y de contracción permite a los países contar con mejor información para prevenir posibles crisis o encauzar mayores tasas de crecimiento.

Bajo esta premisa, existe una reciente y creciente tendencia en la literatura económica que se ha centrado en la incertidumbre como un factor relevante detrás de los movimientos macroeconómicos. Según define la Real Academia Española, la incertidumbre es la “falta de certeza, que ocasiona duda o indecisión en las cosas”. Uno de los problemas que acarrea la incertidumbre a nivel económico es que los agentes pueden tomar decisiones sin disponer de la información adecuada o de la capacidad para procesar correctamente dicha información. La incertidumbre, entonces, puede afectar las decisiones que toman los agentes en términos de inversión, producción, consumo, ahorro, y, en consecuencia, afectar los resultados económicos.

Siendo la economía uruguaya pequeña y abierta, altamente expuesta a shocks regionales e internacionales, analizar el efecto que puede tener la incertidumbre en el desempeño económico del país resulta de gran interés y relevancia.

El desafío de medir algo que es incierto

Cuando indagamos en los efectos que tiene la incertidumbre en la economía nos encontramos con un problema fundamental, y es que la incertidumbre no es directamente medible. A la hora de hablar de la incertidumbre individual, esta puede responder a diferentes cuestiones que pueden considerarse más o menos objetivas y a otras que surgen desde la subjetividad de cada agente. La esencia misma del fenómeno nos obliga, por tanto, a buscar aproximaciones indirectas para su medición.

La Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) lleva adelante una encuesta mensual sobre el sector desde 1998, que pone el foco sobre las expectativas de las empresas. Las empresas tienen que explicitar sus expectativas y responder si consideran que en los próximos seis meses la economía estará mejor, igual o peor. También, bajo esta misma lógica, responden sobre las expectativas en lo que refiere a sus ventas al exterior.

La evolución reciente de las respuestas de los industriales respecto a sus expectativas –para ambas dimensiones– ha sufrido variaciones relevantes durante este período. En promedio, la expectativa más contestada por los industriales es que tanto la economía como sus exportaciones van a mantenerse constantes en los próximos seis meses.

Como resulta esperable, las expectativas negativas son más altas y se alinean en torno a los momentos de crisis que vivió la economía uruguaya, tanto en 2002 como en 2020, pero también se evidencia un aumento vinculado a la crisis de 2008 (a pesar de que no tuvo un impacto tan relevante). Por otro lado, el momento en que se registran los mayores niveles de expectativas positivas es siempre posterior a la crisis. Parecería verse, además, que la evolución de las expectativas tendría cierto vínculo con los años electorales. Si bien la dinámica resulta similar en ambas series, vale la pena destacar la menor volatilidad de las expectativas respecto a las exportaciones.

Foto del artículo '¿Mejor, igual o peor? El efecto de las expectativas sobre el PIB uruguayo'
Foto del artículo '¿Mejor, igual o peor? El efecto de las expectativas sobre el PIB uruguayo'

Desde una óptica agregada, la descoordinación en las expectativas de los agentes puede ser entendida como una manifestación de incertidumbre, dado que esta está directamente vinculada a la incapacidad de evaluar con certeza el futuro. Es decir, si los agentes no están alineados en relación con sus expectativas sobre el futuro de, por ejemplo, la economía nacional, esto puede estar evidenciando que el contexto sobre el que se basan para tomar decisiones es incierto. A modo de ejemplo, con base en las series anteriores, si un tercio del total de empresas de la industria textil cree que la economía va a crecer, un tercio cree que va a caer y el restante tercio cree que va a permanecer constante, el sentimiento agregado es de no claridad respecto a lo que va a suceder y, por tanto, de incertidumbre.

De esta manera, y utilizando la evolución de ambas expectativas, construimos indicadores que dan cuenta de cuán desalineadas están las expectativas de las empresas industriales.

La evolución de la incertidumbre en el pasado reciente

El gráfico 3 recoge la evolución de los dos índices de incertidumbre, el referido a las expectativas sobre la economía (línea punteada) y el referido a las expectativas sobre las exportaciones (línea azul), y también al ciclo del PIB. Ambos índices de incertidumbre se mueven dentro de un rango que va de 0 a 1, siendo mayor el nivel de incertidumbre a medida que nos vamos acercando hacia este último.

Foto del artículo '¿Mejor, igual o peor? El efecto de las expectativas sobre el PIB uruguayo'

En el caso de la incertidumbre económica, la media del índice para todo el período analizado es de 0,45, con dos picos importantes en 2008 y 2020 vinculados a la irrupción de la crisis financiera de 2008 y a la aparición de la covid-19, respectivamente. Por otra parte, el índice relacionado con la incertidumbre de las exportaciones muestra una media de 0,58, lo que indica niveles más altos de desalineación de las expectativas en promedio en comparación con el índice de incertidumbre económica. Además, el índice de incertidumbre en las exportaciones no alcanza su máximo en 2008 y 2020, sino en 2002, momento a partir del cual se evidencia una caída. Esto podría estar evidenciando dinámicas diferentes detrás de los movimientos de cada indicador, uno más vinculado a los shocks internacionales y el otro más asociado a los shocks de naturaleza nacional.

Por otro lado, la evolución del ciclo del PIB evidencia una disminución en su volatilidad posterior a la crisis de 2002, momento en el que se registra el menor valor de la serie, y hasta la crisis de la covid-19. Los movimientos del ciclo del PIB tras la crisis económica de comienzo de siglo muestran fases de crecimiento y de contracción relativamente menores y estables.

Poniendo énfasis en el corto y mediano plazo, exploramos con mayor profundidad la relación entre el ciclo del PIB uruguayo y estos indicadores, siguiendo un conjunto de estrategias que, por un lado, buscan testear la posible existencia de quiebres en la relación entre las dos variables –es decir, identificar períodos en los que la relación entre los fenómenos no haya sido estable– y, por el otro, y en caso de encontrar dichos quiebres, buscan analizar la existencia de no linealidades en la asociación.

Los resultados obtenidos

En primer lugar, efectivamente se encontró que la relación entre las variables no se mantuvo constante durante el período. Se evidencian quiebres fuertemente relacionados a dos hitos claves que sucedieron en estos años: la crisis de la economía uruguaya que estalló en 2002 y la crisis ocasionada por la pandemia (y previo al enlentecimiento que experimentó la economía desde 2018).

En segundo lugar, a partir de la incorporación de estos quiebres en la modelización de la relación, se evidencia que el traslado de la incertidumbre al ciclo del PIB se desvanece a partir de 2003, lo que puede estar fuertemente asociado a la mejora en factores institucionales y a la solidez del sistema financiero uruguayo desde entonces. En efecto, se encuentra una asociación negativa y significativa entre la descoordinación de las expectativas y el ciclo del PIB entre 1998 y 2003, que parece dejar de ser significativa posteriormente.

En tercer lugar, ante la posibilidad de que la asociación evidenciada responda a factores domésticos que puedan afectar la incertidumbre, incluimos como otro posible canal explicativo un índice de precios de bienes no transables (es decir, bienes que no se comercializan fuera de fronteras) no vinculado directamente a los posibles determinantes de las expectativas sobre ventas al exterior. Incluso una vez incorporado este control adicional, los resultados encontrados en los literales anteriores no varían en gran medida. De hecho, la dinámica se mantiene en ambos sentidos: se hallan los mismos quiebres y también una asociación negativa previa a la crisis que desaparece para los años siguientes.

Comentarios finales

Existe un consenso general en torno a la idea de que contextos de mayor incertidumbre pueden provocar una disminución de la actividad económica y un menor crecimiento de la productividad. En efecto, en nuestro trabajo evidenciamos cómo la relación negativa entre dos medidas de incertidumbre y el ciclo del PIB parece haber disminuido de forma posterior a la crisis de 2002, en línea con un fortalecimiento institucional que operó en varios ámbitos (con un fuerte foco en el sistema financiero, en particular) y que acompañó un largo período de importante crecimiento económico. Este último resultado está alineado con otras investigaciones acerca de la transformación que atravesó la economía uruguaya tras la crisis de principios de siglo.

En el caso de Uruguay, por ser una economía emergente, pequeña y abierta, altamente expuesta a shocks regionales e internacionales, resulta clave reducir la incertidumbre y la capacidad que tenga esta de afectar la macroeconomía del país. En ese sentido, el foco futuro de investigación pasa por seguir profundizando en el análisis de los determinantes de la incertidumbre, y en los efectos derivados del fortalecimiento y los cambios de las instituciones en el desanclaje entre incertidumbre y crecimiento.

Pablo Tapie y Joaquín Torres Pérez. Esta nota recoge los aspectos más relevantes del trabajo “Uncertainty and Business Cycle: An Empirical Analysis for Uruguay”. Para acceder al artículo completo: doi.org/10.3390/engproc2023039097.