Actividad económica
Según el nuevo Indicador Mensual de Actividad Económica elaborado por el Banco Central del Uruguay (BCU), la economía se expandió 1,3% entre octubre y setiembre, una vez depurados los efectos estacionales. En términos interanuales, es decir, tomando como referencia el mismo mes del año anterior, el crecimiento se habría ubicado en torno al 2% en octubre. Este indicador, que opera como un adelanto del PIB tendiente a mitigar el desfasaje temporal de la publicación, sugiere una continuidad de la recuperación económica que, gradualmente y no exenta de matices y disparidades, viene teniendo lugar desde el segundo trimestre del año.
De acuerdo a estas señales, la economía uruguaya habría crecido cerca de 1% en términos trimestrales durante los últimos tres meses del año y 2% frente a igual período de 2022, aunque habrá que esperar hasta marzo para conocer el dato puntual que surge de las Cuentas Nacionales (ese es el desfasaje mencionado).
En términos anuales, la economía uruguaya casi no habría crecido durante 2023. Detrás de este fenómeno incidió la sequía, el desvío de demanda hacia Argentina (el consumo privado creció, pero una parte importante se “fugó” hacia la otra orilla) y la finalización de las obras de UPM 2 y el Ferrocarril Central. No obstante, el análisis por sectores revela que el magro desempeño de la actividad durante el año pasado no se restringe únicamente a los sectores afectados por estos factores puntuales.
Para 2024, los analistas encuestados por el BCU en diciembre sugieren que el crecimiento sería del entorno del 3,1%. El desempeño económico volvería a moderarse durante 2025, tendiendo hacia una tasa de expansión del orden de 2,5% a mediano plazo.
Cuentas públicas
El deterioro fiscal que tuvo lugar en el último año ha sido uno de los temas centrales de la discusión económica durante los últimos meses, despertando críticas desde el lado de los analistas y también desde la oposición.
Según los últimos datos, difundidos por el Ministerio de Economía la semana pasada, el resultado fiscal global se ubica actualmente en torno al 4,2% del PIB, una vez excluidos los ingresos asociados al Fideicomiso de la Seguridad Social. Este dato corresponde a noviembre y pauta una mejora de dos décimas del PIB frente al mes anterior.
En el caso del gobierno central-BPS, el déficit de noviembre ascendió a 3,8%, lo que también representa una corrección de dos puntos porcentuales con relación a octubre. Detrás de esta mejora incidió la trayectoria de los gastos no personales y de las inversiones. Este proceso de mejora continuaría en diciembre, dado que saldrían de la medición algunos egresos asociados a inversiones y gastos transitorios que tuvieron lugar al cierre de 2022.
Según la mencionada encuesta de expectativas económicas, el déficit del sector público cerraría el año en el entorno de 3,9% del PIB y se ubicaría en 3,8% a fines de 2024. En efecto, y teniendo en cuenta el ciclo electoral, el margen fiscal que heredará la próxima administración será escaso.
Balanza de pagos
Según informó el BCU, el déficit en cuenta corriente de la Balanza de Pagos se situó en torno a 4,7% del PIB en el año móvil cerrado al tercer trimestre. De acuerdo al informe, esto supone una profundización del déficit equivalente a 1,6 puntos porcentuales con respecto al mismo período del año anterior, cuando el déficit equivalía al 3,1% del PIB.
La apertura por sector institucional indica que este mayor déficit se explica por la profundización del desequilibrio del sector público, que pasó de 1,9% a 3,8% del PIB. Por el contrario, el desbalance mejoró para el sector privado, pasando de 1,2% a 0,9% (expresado también con relación al PIB).
Tipo de cambio
El tipo de cambio nominal finalizó el 2023 cotizando en torno a $ 38,9, acumulando así un nuevo año de caída. Concretamente, el descenso del dólar frente al cierre de 2022 ascendió a 2,7%, lo que se suma a la caída de 10,3% que exhibió a lo largo de 2022. Durante el año, el BCU no intervino directamente en el mercado cambiario.
El tipo de cambio real (TCR), por su parte, aumentó 2,4% entre octubre y noviembre (variación mensual) y se ubica ahora 1,6% por debajo del nivel que tenía un año atrás (variación interanual). Esto implica un desvío con relación al promedio histórico (2000-2003) de aproximadamente 40%, lo que deja en evidencia la magnitud actual del “atraso cambiario”. Tomando como referencia únicamente a los países de la región, la brecha del TCR con relación a ese umbral histórico asciende ahora a 47%, en tanto se sitúa en el entorno de 26% cuando se consideran únicamente las economías extrarregionales. En particular, el desvío con Argentina es superior al 65% y con Brasil está levemente por encima del 32%.
Cabe recordar que el TCR es un indicador de precios relativos que muestra la evolución de los precios domésticos medidos en términos de moneda extranjera, respecto de la evolución de los precios internacionales o de una economía puntual. Por ejemplo, el TCR bilateral con Argentina refleja el poder de compra del dólar en nuestro país contra el poder de compra del dólar en Argentina. Si bien como indicador de competitividad tiene sus limitantes, la trayectoria del TCR contribuye a arrojar luz sobre la situación en materia de precios relativos, evidenciando el creciente problema que arrastra la economía uruguaya en este frente. Este es otro de los desequilibrios macroeconómicos que heredará el próximo gobierno.
Política monetaria
El fuerte descenso de la inflación fue uno de los rasgos destacados del año en el frente macroeconómico, permitiendo incluso una revisión bajista de las expectativas por parte de los empresarios (que suelen ser, por lejos, las más rígidas). Puede argumentarse que, en parte, este fenómeno fue la contracara de la profundización del atraso cambiario analizado previamente, alentando sucesivas controversias en torno al rol de la política monetaria contractiva del BCU (otro de los rasgos salientes de 2023 en materia de política económica). La menor inflación global, y en particular la caída del precio internacional de los alimentos, también contribuyó a llevar la inflación a registros históricamente bajos (alcanzando un piso de 3,9% en setiembre).
A pesar de que la inflación repuntó en los últimos dos meses –como era esperable– y de que las expectativas de los agentes todavía ubican la variación de los precios por fuera del rango meta (el promedio de las tres medidas que monitorea el BCU está en 6,5%), la autoridad monetaria anunció una nueva rebaja de 25 puntos para su tasa de referencia, fijándola así en 9%.
Según indica el comunicado del Comité de Política Monetaria, las proyecciones del BCU anticipan una caída de la inflación a 24 meses (horizonte de proyección que utiliza la institución), quedando en el entorno de 5,3% hacia fines de 2025 (es decir, dentro del rango meta). Este sería el resultado “de la política monetaria, la reacción favorable de las expectativas y de la dinámica salarial”, agrega el documento.
Poder de compra
En noviembre el salario real creció 4% en términos interanuales, moderándose por segundo mes consecutivo tras el incremento de 4,8% que tuvo lugar en setiembre. Dentro del sector público el poder de compra aumentó 4,5%, mientras que en la órbita privada el incremento ascendió a 3,7%.
A nivel sectorial, el avance frente al mismo mes del año anterior fue mayor para el sector de hoteles y restaurantes, y se situó en el entorno de 5,4%. Le siguieron los aumentos de la construcción (4,8%), las actividades inmobiliarias (4,4%) y la industria manufacturera (4,1%).
En la última edición del Monitor laboral del Observatorio de Seguridad Social, el Centro de Investigaciones Económicas estimó que el poder de compra cerraría el año con un incremento anual promedio de 3,5%, luego de acumular tres años de caídas consecutivas. El poder de compra continuaría creciendo en 2024, pero a menor ritmo (1,9%). De esta manera, el salario real terminaría este período en un nivel superior con respecto a la situación prepandemia, aunque siempre es relevante enfatizar que lo que se recuperaría es el nivel, dado que lo que se perdió entre 2020 y 2022 no es recuperable para los trabajadores.
Mercado laboral por área geográfica de residencia
Empleo (demanda)
Los datos difundidos por el Instituto Nacional de Estadística para el trimestre comprendido entre setiembre y noviembre revelan que los tres departamentos con mayor tasa de empleo son Maldonado, Florida y Soriano. En el primer caso, el 63,4% de la población en edad de trabajar que reside en el departamento se encuentra ocupada, sin distinguir entre quienes están plenamente empleados y quienes enfrentan algún tipo de restricción en sus vínculos laborales, como ser el subempleo (insuficiencia de horas). En el caso de Soriano esa cifra asciende a 61,7%, en tanto que para Florida se estimó en torno a 61,3%. En contraposición, los menores niveles de empleo corresponden a Rocha (49,8%), Treinta y Tres (52,8%) y Artigas (53%).
Actividad (oferta)
Por su parte, los indicadores de oferta laboral revelan que la participación en el mercado de trabajo fue mayor para los departamentos de Maldonado (68,4%), Soriano (67%) y Río Negro (67%). Las menores tasas de actividad, por su parte, son la de Rocha (56,2%), Flores (58%) y Treinta y Tres (59%).
Desempleo (desequilibrio)
Por último, las cifras de desempleo ubican a Río Negro, Artigas y Tacuarembó en las primeras tres posiciones. En el primer caso la tasa de desocupación para el período bajo análisis fue 13,5%, mientras que para los otros dos departamentos la cifra se situó en el entorno de 12,2% y 11,7%, respectivamente. Del otro lado, el desempleo fue menor en Colonia (4,2%), Lavalleja (6,8%) y Florida (6,8%).
Montevideo: indicadores por municipio
En la capital, las fuertes disparidades en torno a los principales indicadores laborales marcan diferencias de hasta 14 puntos porcentuales (pp) en el caso del empleo y de 12 pp en el caso de la actividad. En lo que refiere al empleo, la tasa más alta correspondió al Municipio B, que se ubicó en el entorno de 69,6%. Más lejos le siguieron el Municipio C (62,8%) y el CH (61,1%). Las menores tasas, por su parte, corresponden a los municipios D (55,2%) y G (55,7%).
En materia de actividad, los registros más elevados fueron los del Municipio B (72,5%), C (66,5%) y F (65,3%), en tanto que los valores más bajos corresponden al G (60,9%), al E (62%) y al D (62,4%).
Por último, en lo que hace al desempleo, la brecha entre los dos municipios que se ubican en las puntas del ordenamiento ascendió a 7,7 pp. Esta es la diferencia que separa al municipio B –que registró un nivel de desocupación de 4,1%– del municipio F –con un desempleo de 11,8%–.