El dato

La inflación mensual de julio en Argentina fue de 4,0%, el mejor registro desde enero de 2022 (3,6%). En los últimos 12 meses el IPC acumula una suba de 263,4%, luego de haber tocado un máximo de 289,4% en abril. Para el cierre de este año se espera que la inflación se ubique en torno a 127,4% en términos interanuales. El proceso de desaceleración en curso surge de una importante corrección monetaria y fiscal, a costa de una profunda recesión y una caída pronunciada de los ingresos de los hogares, con el consecuente incremento de la pobreza.

Por su parte, la política cambiaria desarrollada ha sido funcional a la desaceleración de los precios. Hacia adelante, existe incertidumbre respecto del sostenimiento de la meta cambiaria que se trazó el gobierno (devaluación de 2% mensual), en tanto las expectativas devaluatorias de los agentes se encuentran por encima del compromiso asumido por el gobierno.

Foto del artículo 'Gráfico de la semana | Argentina: la inflación disminuye, ¿qué pasa con el tipo de cambio?'

El contexto

¿Cómo evolucionó la inflación en Argentina en los últimos meses?

La inflación en el último cuatrimestre del gobierno saliente había trepado al 11,6% mensual. Durante el primer mes de mandato del presidente Javier Milei, en diciembre de 2023, alcanzó su punto máximo, llegando al 25,5%. En enero de 2024, el aumento de precios se mantuvo elevado (20,6%), y a partir de allí comenzó una dinámica descendente en los meses siguientes hasta alcanzar un crecimiento de 4,0% mensual en julio.

La aceleración del ritmo inflacionario que se produjo al inicio de la actual administración de gobierno se vio impulsada por los desequilibrios crecientes de la administración anterior, por una devaluación del tipo de cambio oficial cercana al 100% y por el ajuste de tarifas, conjuntamente con la eliminación de subsidios.

Parte del ajuste fiscal que ha procesado el gobierno argentino, con mayor intensidad en el primer cuatrimestre del año, descansa en la licuación de gasto que produjo la aceleración de la inflación registrada durante los primeros meses de este nuevo gobierno. Esto se recostó, fundamentalmente, sobre pasividades, salarios y gastos de funcionamiento, que ajustaron por debajo del IPC.1

¿Qué otros instrumentos se utilizaron para desacelerar la inflación?

Además de la fuerte recesión causada por el ajuste fiscal en curso, que ha implicado fuertes caídas en la demanda, el gobierno libertario se ha valido de la regulación del Estado en el mercado de cambio para intentar mantener a raya los precios.

En ese sentido, el gobierno mantuvo, en lo sustantivo, el cepo cambiario que heredó del anterior y, luego de la devaluación inicial en diciembre del año pasado, asumió el compromiso de devaluar el tipo de cambio oficial a un ritmo muy bajo, del 2% mensual. Se trata de registros sensiblemente menores a la evolución de los precios domésticos. De este modo se busca contribuir a anclar las expectativas, así como a mantener controlados los precios de los bienes que el país comercializa con el resto del mundo –aquellos que el país exporta e importa–. Además se busca, a través de ellos, intentar bajar la inflación del resto de los precios de la economía.

¿Qué consecuencias puede traer aparejado el uso del tipo de cambio para controlar la inflación?

Una de las consecuencias de utilizar el canal cambiario como una de las principales anclas para bajar la inflación refiere al encarecimiento relativo de la economía argentina frente a sus socios comerciales.

Esto, a su vez, complejiza la obtención de los dólares que el país precisa obtener mediante las exportaciones. Esta situación se ha agravado con la reciente baja del precio internacional de la soja que, según la Bolsa de Comercio de Rosario, se encuentra –a valor dólar promedio de 2024– en los niveles más bajos desde 2006.

Los problemas para obtener divisas presionan el valor tipo de cambio oficial y ponen en cuestión el compromiso cambiario de devaluar a una tasa del 2% mensual. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central de la República Argentina anticipa que el dólar oficial culminará este año con una cotización en el entorno de los 1.088 pesos por dólar. Esto implica una tasa de devaluación mensual que casi duplica el compromiso asumido por el gobierno, lo que da cuenta de los problemas de credibilidad asociados a ese compromiso.

Las presiones que derivan de ello podrían trasladarse a las diversas cotizaciones, que todavía operan en el complejo esquema de dólares paralelos que existe en el país vecino. Esto se traduce en una ampliación de la brecha con el dólar oficial que, en las últimas semanas y luego de haberse casi eliminado al inicio de este año, superó al 40%.

El gobierno libertario ha apostado por mantener este complejo esquema regulatorio que es el cepo cambiario, en parte seducido por consolidar esta rebaja de la inflación, aspecto que hasta el momento constituye su principal activo en materia de política económica.

¿Qué se espera que suceda hacia adelante en materia inflacionaria?

La inflación de julio (4,0%) estuvo alineada a las expectativas de los analistas que responden el REM (3,9%). Para agosto se espera una leve moderación adicional (3,8%), nivel en el que se estabilizaría hacia el cierre del año. Con base en estas expectativas, se proyecta que la inflación interanual cerraría el año en torno a 127,4%, mientras que para 2025 se proyecta una inflación de 41,3%.