Pobreza extrema

Según advierte el organismo, la reducción de la pobreza extrema se ha paralizado a nivel global y, en ausencia de un cambio de rumbo, la década que se extiende hasta 2030 será una “década perdida”. Al día de hoy, el 8,5% de la población mundial padece esta situación, lo que significa que hay más 700 millones de personas cuyos ingresos son inferiores a 2,1 dólares al día (línea de indigencia). Considerando la línea de pobreza pertinente para los países de ingreso mediano (que nuclean a tres cuartas partes de la población total), cerca de 3.500 millones de habitantes viven con menos de 6,8 dólares al día.

Privaciones múltiples

Más allá de los ingresos, la pobreza se manifiesta en múltiples planos, como la falta de acceso a servicios básicos (como el agua potable o la electricidad), educación, salud y vivienda. Según las estimaciones, más de un tercio de los habitantes de los países que pueden recibir asistencia financiera por parte de la Asociación Internacional de Fomento (cuyo objetivo es facilitar las condiciones de acceso al crédito para 78 países de bajos ingresos) y más del 50% de las personas que viven en África subsahariana experimentan pobreza multidimensional. A modo de ejemplo, la tasa de privación en materia de saneamiento asciende al 60% en África subsahariana y supera al 55% en los casos de los países que hoy están en situación de conflicto. En el caso de la electricidad esa cifra supera el 40% en ambos casos, y para la educación y el acceso al agua potable se sitúa en torno al 30%.

Cambio climático

Aproximadamente 1.200 millones de personas son vulnerables a los peligros derivados de los eventos climáticos, que cada vez son más frecuentes y extremos (inundaciones, sequías, olas de calor, ciclones, etcétera). Las regiones más afectadas por estos riesgos, de acuerdo con las estimaciones del Banco Mundial, son Asia meridional y Asia Oriental, aunque es un fenómeno de alcance global.

Igualdad de género

Como advierte el informe, está cuestión excede los aspectos vinculados a la equidad y a la justicia y se arraiga en el corazón de los problemas del desarrollo. Avanzar en esta dirección es clave para promover la productividad, reducir la pobreza, fortalecer la cohesión social y mejorar el bienestar de las generaciones futuras. Sin embargo, a nivel global la participación femenina en el mercado laboral se ha mantenido “relativamente estancada en las últimas tres décadas”, y es mucho más baja que la de los hombres. Y esto puede empeorar, en tanto las crisis que se refuerzan actualmente afectan desproporcionadamente a las mujeres y principalmente a las niñas.

Endeudamiento

Al cierre de 2023, el total de la deuda externa de los países de ingresos bajos y medianos se ubicó en torno a los 8,8 billones de dólares, cifra que carece de antecedentes. Además, el pago de intereses en el caso de los países en desarrollo se incrementó en casi un tercio durante los últimos años, restringiendo los márgenes para desplegar la necesaria inversión social en materia de educación, salud, vivienda y medio ambiente.

Escaso dinamismo

Según las proyecciones del organismo, el crecimiento mundial permanecerá relativamente estable en torno al 2,6%, una tasa de expansión inferior con respecto al promedio que se registró durante la década previa a la pandemia (3,1%). En el caso de las economías en desarrollo, el PIB habría cerrado el año 2024 con un incremento del 4%, levemente por debajo del desempeño observado durante el año previo.

Esto implica que, durante 2024-2026, los países que representan cerca del 80% de la población y del PIB global tendrán un desempeño comparativamente peor que el que exhibieron durante los años previos a la irrupción del Coronavirus.

Precio de las materias primas

Se prevé que los precios de los productos básicos caigan cerca de un 10% entre 2024 y 2026, aunque permanecerán 30% por encima de los niveles vigentes durante el período 2015-2020. Además, la reducción prevista no será suficiente para aliviar la situación que enfrentan muchos países en desarrollo con respecto a la crisis alimentaria. En ese sentido, la inflación de los alimentos en estas economías duplica a la inflación de los alimentos en las economías desarrolladas.

Ausencia de datos

Como advirtió el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, “lo que medimos afecta lo que hacemos, y si medimos la cosa equivocada, haremos la cosa equivocada”. Obviamente, el problema es mucho mayor cuando ni siquiera medimos. Y en ese sentido, muchos países de bajos ingresos siguen sin contar con estadísticas básicas para evaluar los avances y retrocesos en materia de desarrollo y bienestar. A modo ilustrativo, más del 40% de los nacimientos no se registran en más de la mitad de los países del África subsahariana. Además, más del 50% de todos los países carecen de datos comparables sobre la competencia en lectura básica de los niños, lo que impide entender si son capaces o no de comprender un texto básico.

“Sin datos de calidad, los países no pueden entender cabalmente las causas fundamentales de la privación sistémica que afecta a los niños ni abordar estos problemas”. En consecuencia, concluye el informe, el ciclo de reproducción de la pobreza que afecta a millones de niños y niñas continuará perpetuándose.