El dato

Uruguay está en negociaciones por ocho acuerdos comerciales con más de 40 países (color celeste), entre los que se incluye a la Unión Europea, los países del norte de Europa, Canadá, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos y otros países, en su mayoría de Asia.

El contexto

Desde 2017, Uruguay tiene 12 acuerdos comerciales vigentes (color salmón), que en su mayoría son con países de la región, con la excepción de tratados de libre comercio (TLC) con Egipto e Israel, y dos acuerdos preferenciales –de menor alcance– con India y con la Unión Aduanera de África del Sur. Aun así, los anuncios de acuerdos comerciales entre Uruguay y otros países, en particular con economías desarrolladas, han generado escasas noticias durante este siglo.

Sin embargo, el panorama podría estar cambiando debido a los anuncios sobre el acuerdo entre el Mercosur y Singapur a finales de 2023, los avances en las negociaciones con la Unión Europea, la firma de un TLC con los países del EFTA (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza) y, más recientemente, el hecho de que los 12 países miembros del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP) aceptaron a Uruguay como nuevo miembro.

Las implicancias

La firma y entrada en vigor de los acuerdos comerciales constituye un proceso largo y complejo, que incluye múltiples negociaciones. Pero, de concretarse estos acuerdos, sería de especial relevancia para nuestro país, ya que puede implicar una reducción de los aranceles y de otras barreras de entrada que experimentan las exportaciones de nuestros productos en varios mercados, a la vez que habilita una mayor competencia interna de las empresas locales contra posibles proveedores extranjeros.

Según Uruguay XXI, en 2023 el costo arancelario que enfrentó el sector exportador nacional ascendió a 387 millones de dólares y afectó a la mitad del total exportado por el país. Una rebaja arancelaria, producto de la firma de estos acuerdos, implicaría una mejora de la competitividad del sector exportador, y también podría permitir el ingreso de nuevos productos de exportación a mercados a los que hoy les resulta difícil acceder. De esta forma, el aumento de las exportaciones nacionales asociado podría redundar en un mayor crecimiento de nuestra economía y, por esa vía, en una mayor generación de puestos de trabajo.

Sin embargo, los efectos de la firma de acuerdos comerciales no se quedan ahí. En este sentido, reducir nuestras barreras de entrada genera mayor competencia con el resto del mundo para los sectores orientados a la producción local. Esto crea, por un lado, mayores incentivos para incorporar tecnología y apuntalar la productividad y, por el otro, contribuye a reducir los precios de algunos artículos, lo que redundaría en una disminución del costo de vida.

No obstante, como es evidente, no todo es color de rosas, en tanto deben considerarse las dificultades que pueden enfrentar las empresas uruguayas al competir con el resto del mundo y que, en algunos casos, pueden ser motivo del cese de sus actividades, con los consecuentes impactos en términos de empleo para aquellos trabajadores que no logren reinsertarse.

En efecto, la mayor apertura comercial no necesariamente implica una situación de mejora para todos los sectores, dado que puede generar potencialmente ganadores y perdedores. Sin embargo, la mejora de la inserción externa forma parte de una agenda procrecimiento, orientada a mejorar los niveles de productividad de nuestro país.

Representa, en este sentido, una vía para expandir las capacidades del sector exportador y la potencia de sus derrames (vía el encadenamiento con otras actividades y sectores), así como una oportunidad para implementar políticas que contribuyan a facilitar la reconversión y recapacitación de los trabajadores, fortaleciendo, además, aquellos sectores que cuenten con ventajas comparativas para integrarse fluidamente a los nuevos mercados.

Joaquín Pascal, Centro de Estudios Etcétera.