Contexto
El diagnóstico del escenario externo
Según el Comité de Política Monetaria del Banco Central (Copom), que divulgó el viernes las minutas de su última reunión, la economía mundial “enfrenta un panorama marcado por una elevada incertidumbre”, producto de las consecuencias asociadas a la agudización de la guerra comercial entre China y Estados Unidos: “desaceleración” económica global, “alta volatilidad” financiera y “caídas generalizadas de los precios de las materias primas”. En este contexto, “las monedas” de los países emergentes “han estado bajo presión”, en particular en el ámbito regional.
El diagnóstico nacional
A pesar de que la inflación se aceleró casi siete décimas en marzo y se situó en el entorno de 5,7%, lleva 22 meses consecutivos dentro del rango (3% a 6%), “el período más prolongado de cumplimiento del objetivo desde la implementación del régimen de metas de inflación”. Sin embargo, las expectativas evidencian que, en promedio, las proyecciones de analistas, operadores primarios y empresarios “permanecen ligeramente por encima del rango de tolerancia”.
La actividad, por su parte, “continuó mostrando señales de fortaleza”. Concretamente, los indicadores adelantados sugieren una aceleración del crecimiento, al influjo de una “buena temporada turística”. Por otra parte, los últimos datos indican que el mercado de trabajo se ha mantenido “relativamente estable”.
Balance de riesgos
En este contexto, el Banco Central corrigió a la baja sus estimaciones de crecimiento para 2025 y 2026 y prevé que la inflación se mantenga dentro del rango de tolerancia durante los próximos 24 meses y exhiba “una convergencia progresiva hacia la meta del 4,5%”.
No obstante, se advierte que las proyecciones “están ahora sujetas a un mayor nivel de incertidumbre” y que los acontecimientos globales podrían reforzar el sesgo a la baja en materia de actividad. Esto, sumado a la caída del precio de las materias primas, genera “condiciones más favorables para el actual proceso de desinflación local”. Igualmente, al margen de esto último, las expectativas inflacionarias “se mantienen altas y con un nivel de persistencia superior al previsto”.
Sobre la decisión
A la luz de este diagnóstico y de su balance, el Copom optó por elevar la tasa de interés de referencia en 25 puntos básicos, que se ubica ahora en 9,25%. De esta manera, la política monetaria ingresa en una fase contractiva. De acuerdo a las minutas, la decisión fue adoptada de forma unánime por los miembros del directorio. Se busca, de esta manera, “hacer todos los esfuerzos necesarios de tasa para que las expectativas converjan al objetivo de 4,5% en el horizonte de política monetaria”.
El riesgo argentino
El comunicado difundido el viernes no profundiza sobre los eventuales riesgos que podrían devenir de la situación argentina y se limita a mencionar que “continúa con la implementación de su programa macroeconómico, al tiempo que ha cerrado un nuevo acuerdo con el staff del Fondo Monetario Internacional [FMI], pendiente de ratificación por el directorio del organismo”.
En ese sentido, el gobierno argentino inició la fase tres del programa económico, enmarcada por una aceleración no prevista de la inflación, que en marzo fue de 3,7% mensual. Entre otras cosas, en esta nueva fase la cotización del dólar fluctuará dentro de una banda que va de 1.000 a 1.400 pesos y que se ampliará a un ritmo mensual de 1%, y se eliminarán las restricciones cambiarias a las personas humanas.
Ante la “eliminación” del cepo, el principal temor es que la cotización escale hoy hacia el techo de la banda, lo que pautaría una importante depreciación del peso, del orden del 30%. Según Guillermo Franco, jefe de Gabinete, esto “puede pasar o no”: “No va a pasar, seguramente. O, si pasa, por ahí al día siguiente está a 1.200 pesos, el miércoles a 1.100 pesos y el jueves a 1.000 pesos. Nadie puede suponer que va a pasar una cosa o la otra, hay dólares suficientes después del acuerdo con el FMI con relación a los pesos que hay de disponibilidad en el mercado”, agregó.
Pero, si efectivamente pasara, eso ensancharía nuevamente la brecha de precios que mantenemos con Argentina, que en marzo se ubicó en el entorno del 24,3% según el índice de precios fronterizo de la Universidad Católica –que releva el diferencial entre una canasta adquirida en Salto y otra en Concordia–. Luego de los picos alcanzados en 2023 (144%; 180% y 157%), la brecha entre ambas economías no ha pasado de los dos dígitos en 2024 y ha sido inferior al 25% en lo que va de este año. Sin embargo, esto podría revertirse ante el nuevo contexto argentino y volver a tensionar la situación en materia de actividad en el litoral uruguayo. Esto ocurriría, además, en un contexto también atravesado por un agravamiento del diferencial de precios con Brasil, ante la depreciación que ha venido registrando el real durante los últimos meses.
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