El dato

Más de la mitad de los estadounidenses –el mayor porcentaje registrado desde 1985– espera que las condiciones económicas empeoren en los próximos 12 meses. El dato proviene de la Encuesta de Sentimiento del Consumidor que realiza la Universidad de Michigan desde hace décadas y es uno de los indicadores más influyentes del humor económico en Estados Unidos.

¿En qué contexto se da este salto?

A las dificultades para mantener bajo control la inflación y las tensiones geopolíticas globales se sumó la escalada de la guerra comercial producto de la imposición de aranceles “recíprocos” por parte del gobierno de Donald Trump. Esta medida consolida el giro hacia una política comercial proteccionista, que incidirá negativamente sobre el crecimiento mundial e introducirá presiones alcistas sobre los precios.1

Estos acontecimientos generan incertidumbre acerca de la evolución futura del comercio internacional y del desempeño de la economía global, incidiendo negativamente sobre las expectativas económicas de los ciudadanos de la mayor economía del mundo.

¿Cuál es su relevancia?

Este tipo de expectativas no son neutras. En economías modernas, el consumo de los hogares y la inversión empresarial están fuertemente influenciados por la percepción del futuro. Si una parte sustancial de la población cree que la economía se encamina hacia un deterioro, pueden recortar sus gastos, postergar decisiones de inversión y aumentar el ahorro precautorio, generando de esa manera el enfriamiento económico que temían (“profecía autocumplida”). Por eso, los indicadores de confianza son monitoreados de cerca por los gobiernos y mercados financieros.

¿Qué indica la mirada de largo plazo?

El gráfico pone en perspectiva el pesimismo actual. Incluso en momentos críticos, como en la Gran Recesión (2008-2009) o en la pandemia, la proporción de estadounidenses que esperaba un deterioro económico no llegó a alcanzar estos niveles. Este nuevo pico destaca por su intensidad y por estar desconectado de una crisis concreta observable –el desempleo es bajo, el crecimiento ha sido moderado, pero positivo, y la inflación está retrocediendo–, lo que sugiere que las percepciones están siendo fuertemente influidas por las noticias de las nuevas políticas aplicadas por Estados Unidos.

¿Qué desafíos plantea para países como Uruguay?

Para Uruguay, que depende fuertemente del contexto internacional y cuyos principales socios comerciales también se ven influidos por la dinámica estadounidense, una economía global marcada por la incertidumbre y el retraimiento del consumo podría significar menores precios para sus exportaciones, menor demanda externa y un clima general menos favorable para la inversión.2

Además, cualquier ajuste en la política monetaria de Estados Unidos (por ejemplo, mantener las tasas altas por más tiempo) puede afectar la capacidad de capturar flujos de capital, tensionando el tipo de cambio y las condiciones de financiamiento. Sin embargo, el mercado le ha venido otorgando a Uruguay un tratamiento más benevolente que a otras economías de la región, como queda reflejado en el riesgo país.