Las recientes medidas arancelarias impulsadas por el presidente estadounidense, Donald Trump, generaron una ola de incertidumbre y preocupación entre los principales actores económicos uruguayos. Representantes de cámaras agroindustriales, exportadores y economistas coincidieron, en diálogo con la diaria, en que el nuevo escenario internacional es “complejo”, “negativo” y “altamente incierto”, tanto por su impacto directo en productos clave, como la carne, como por sus efectos indirectos sobre el comercio global, los servicios y los precios de las materias primas.
Desde la Unión de Exportadores del Uruguay, su presidenta, Carmen Porteiro, expresó preocupación por el efecto que esta situación podría tener sobre uno de los principales destinos de la producción uruguaya.
“Para Uruguay el mercado estadounidense es muy relevante, es el tercer mayor destino de exportación, y los impactos que pueden tener las medidas sobre los flujos comerciales mundiales, sobre los precios internacionales y sobre las monedas hacem que este tema sea de preocupación para todo el sector exportador”, afirmó en diálogo con la diaria.
Porteiro subrayó que el escenario está marcado por una “gran incertidumbre”, producto de los sucesivos anuncios en las políticas de Estados Unidos, así como por la “falta de claridad” en la forma en que se aplicarán las medidas anunciadas.
Asimismo, Carlos Palma, directivo de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), afirmó a la diaria que “hay que esperar que las aguas se aquieten” y señaló que el país tendrá que hacer un “análisis permanente” de los acontecimientos.
“Estamos asistiendo a una guerra comercial que parece inédita en la historia del mundo. Se están librando batallas día a día”, sostuvo Palma, en referencia a los constantes cambios en la política arancelaria entre Washington y Pekín. “Hay que tener paciencia”, agregó.
En la misma sintonía, el vicepresidente de la Cámara de Industrias, Gabriel Murara, consideró que el escenario es “complejo” ya que las medidas de Trump afectan directamente la competitividad de los productos uruguayos, pero remarcó que el problema más grave es estructural y reside dentro del país.
“Cada día hay una nueva noticia, por lo tanto, podemos hablar de las medidas de la semana pasada, las del principio de esta o las del día de hoy”, ironizó Murara. Recordó además que, si bien algunos países recibieron un plazo de 90 días para adecuarse a los nuevos aranceles, Uruguay no está entre ellos. “Lo único que nos queda claro es que en el panorama actual se dificulta poder colocar productos en Estados Unidos, y ahí perdemos competitividad frente a otros países”, afirmó.
También desde la academia y los centros de estudio el diagnóstico es complejo. El economista y director de la consultora Etcétera, Fernando Isabella, consideró que las medidas de Trump son “malas noticias para todo el mundo”, algo en lo que coincidió Agustín Iturralde, director del Centro de Estudios para el Desarrollo, para quien el impacto general será “sin dudas negativo”.
Algunos de los sectores consultados se mostraron más cautos a la hora de hacer un diagnóstico. Tanto la Asociación de la Industria Frigorífica como la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información indicaron a la diaria que están analizando el alcance de las medidas.
Impactos en Uruguay
Carlos Palma (ARU) recordó que las exportaciones a Estados Unidos incluyen carne, madera y otros productos del sector agropecuario, pero subrayó que el rubro dominante es el de los servicios, que representa alrededor de 80% de las ventas.
Si bien destacó que los servicios no están alcanzados por los nuevos aranceles, advirtió que sí hay efectos concretos en bienes clave, especialmente en la carne. “Tenemos una cuota de carne que sufrió un aumento del 10% en los aranceles. Esto nos obliga a estudiar de cerca cómo reaccionan los mercados y el consumo estadounidense”, señaló.
Desde una mirada más estructural, Isabella sostuvo que los impactos deben analizarse en tres planos: el inmediato, el mediano y el largo plazo. En lo inmediato, consideró que el efecto directo para Uruguay será “moderado o incluso bajo”, ya que las exportaciones de bienes a Estados Unidos representan apenas el 9% del total, y los principales productos – carne, celulosa y madera– son commodities con relativa facilidad de reubicación.
De todos modos, reconoció que el panorama es negativo, con impactos que se sentirán en sectores como la carne, los cítricos, la celulosa y la madera. Sin embargo, matizó que el escenario aún está en evolución y que podrían aparecer algunas oportunidades puntuales.
“Si otros países enfrentan aranceles más altos, como los europeos, algunos productos uruguayos podrían ganar espacio en determinados nichos”, señaló, aunque aclaró que se trataría de “microoportunidades” y no de un cambio estructural favorable.
En la misma línea, Porteiro explicó que la afectación no será homogénea. “La situación es diferente para cada sector; por ejemplo, la madera está temporalmente exceptuada de estas medidas y la posición de otros productos depende mucho de cómo se muevan los países competidores en Estados Unidos y en otros mercados”, explicó.
En tanto, Iturralde coincidió en que el impacto final dependerá de la aplicación de los aranceles y de qué productos logren quedar exentos. “En el caso de la madera, se maneja que podría quedar fuera de los tributos por considerarse estratégica para Estados Unidos. Con la carne, en cambio, es distinto: competimos con un gran productor como Estados Unidos y los productos fuera de cuota ya enfrentan aranceles altos, a los que ahora se suma un 10% adicional”, explicó.
Según sus estimaciones, el efecto combinado podría llevar los tributos en algunos casos hasta el 50%, lo que afectaría seriamente la competitividad de los productos uruguayos. “Estamos hablando de aranceles muy altos”, advirtió.
Precios de las materias primas
Por su parte, Mathías Consolandich, economista y gerente de Exante, sostuvo en diálogo con la diaria que no se espera un “impacto directo significativo” sobre la actividad económica de Uruguay como consecuencia de las medidas arancelarias. Si bien reconoció que el país norteamericano es un destino relevante para las exportaciones uruguayas, recordó que el principal producto exportado es la carne vacuna.
En ese sentido, detalló que el arancel sobre las primeras 20.000 toneladas de carne exportadas –que estaban alcanzadas por una cuota libre de impuestos– pasó de 0% a 10%, y para el resto de las toneladas exportadas subió de 26,5% a 36,5%. No obstante, subrayó que el aumento fue del mismo orden que el aplicado a otros proveedores como Australia, Brasil, Argentina y Nueva Zelanda, por lo que la competitividad relativa de Uruguay no se vería especialmente afectada.
“Por lo tanto, la carne vacuna uruguaya no enfrentaría condiciones de acceso menos competitivas que antes en términos relativos. Además, en Estados Unidos prevalece un escenario de marcada escasez de ganado. Por ello, entendemos que seguirá habiendo una demanda firme de carne y que la industria podría trasladar a precios algunos de estos efectos”, consideró.
Donde sí podrían verse impactos más relevantes es en el plano indirecto. “Ante una demanda externa poco pujante y una caída en los precios de las materias primas, el escenario externo que se le plantea a Uruguay es más de amenazas que de oportunidades”, afirmó Consolandich.
Sin embargo, reconoció que en contextos de distorsión comercial como el actual pueden abrirse algunas ventanas estratégicas, como la reducción relativa de la desventaja arancelaria de Uruguay en ciertos mercados o el eventual impulso a tratados comerciales pendientes. “Puede ocurrir que veamos al resto del mundo más proclive a avanzar en acuerdos que Uruguay tiene pendientes, como el caso del acuerdo Mercosur-Unión Europea o de negociaciones con países asiáticos”, finalizó.
¿Un mundo más cerrado?
En una visión de mediano plazo, Isabella advirtió sobre un “impacto indirecto bastante más preocupante” derivado del posible enlentecimiento del crecimiento económico en socios estratégicos como China, la Unión Europea y Brasil. “Si esos socios comerciales, que son muy importantes, se ven afectados, eso nos impacta negativamente”, sostuvo.
Isabella alertó sobre la posibilidad de un giro hacia un mundo más cerrado y proteccionista, lo cual sería especialmente problemático para Uruguay. “Somos un país pequeño, sin margen para crecer, basado únicamente en el mercado interno. Si el mundo se cierra, nuestras oportunidades se reducen”, explicó. No obstante, planteó una salida posible a través de una reacción coordinada de otros países. “Podría surgir un mayor nivel de cooperación internacional como respuesta a Estados Unidos, con avances en acuerdos como el del Mercosur con la Unión Europea, y una posible aceleración de negociaciones con China”, consideró.
En la misma línea, Consolandich advirtió que las recientes medidas arancelarias impulsadas por Trump confirman un escenario de creciente proteccionismo, con implicancias globales negativas. Según Consolandich, esto ya está generando consecuencias internas en la economía estadounidense, deteriorando el clima de negocios, alterando cadenas de suministro y aumentando el riesgo de una desaceleración abrupta. “Además, el hecho de que una de las principales economías del mundo fije aranceles es perjudicial para la dinámica de la economía mundial y el comercio. Esto también presiona a la baja los precios de materias primas”, agregó, y alertó sobre un escenario externo que podría repercutir indirectamente en Uruguay.
Abrirse a otros mercados
Más allá de la coyuntura específica con Estados Unidos, Porteiro insistió en que Uruguay debe acelerar su estrategia de inserción internacional.
“Independientemente de la situación actual con Estados Unidos, Uruguay necesita mejorar su llegada a distintos mercados, tener más acuerdos comerciales preferenciales, obtener más permisos sanitarios y fitosanitarios y lograr una mayor conectividad marítima y aérea”, aseguró.
En línea con Porteiro, Palma dijo que el foco debe estar en las oportunidades que se abren en Asia. “Probablemente la guerra comercial va a continuar y China va a tener que venir a buscar la soja y la carne al Mercosur. Uruguay, junto con Argentina, exporta carne de alta calidad y soja”, afirmó.
Respecto de otros rubros, Palma reconoció que productos como el citrus podrían verse más afectados, dado que operan con márgenes más bajos. Sin embargo, insistió en la necesidad de mirar el “lado positivo”: “Uruguay debe acercarse más a China. El respeto de los chinos hacia Uruguay es muy alto y bueno. Creo que va a ser un elemento para seguir trabajando”.
A propósito, Palma destacó que Uruguay debe pensar en términos de mercado global: “Lo que deja de vender Estados Unidos a otros mercados lo tenemos que aprovechar nosotros. Tenemos carne de muy buena calidad y China tiene un sector con alto poder adquisitivo. Y en cuanto a la soja, no pueden permitirse otra hambruna y no van a poner trabas a las importaciones de alimentos”.
Servicios, tecnología y precios internos
Aunque los servicios no fueron alcanzados por los nuevos aranceles, Iturralde dijo que la incertidumbre financiera los afecta: “Hay que ver qué genera la inestabilidad en las inversiones; eso no es bueno para nadie. Tampoco para los que hacen negocios en servicios. Las empresas tecnológicas, que obviamente están muy vinculadas a los servicios que exportamos a Estados Unidos, no han tenido buenas semanas tampoco”, dijo.
“Ojalá todo este impulso proteccionista de 2025, tan dañino a mi juicio, sea una oportunidad para que Uruguay vea todas las restricciones al comercio que todavía tenemos con otros países, con Brasil, con Argentina –dentro del Mercosur tenemos barreras no arancelarias insólitas – y con Europa, [con la] que no logramos cerrar un acuerdo”, afirmó.
Efecto en precios, importaciones y dólar
Por otro lado, Isabella previó una tendencia a la baja en los precios de los productos como la carne o la madera si las empresas optan por colocarlos en el mercado local. “Eso podría aliviar algo la inflación, pero es el reflejo de un problema más profundo: la dificultad para exportar”, advirtió.
Respecto de las importaciones desde Estados Unidos, dijo que no se esperan cambios inmediatos, ya que Uruguay aplica el arancel externo común del Mercosur y no se han anunciado represalias. El panorama podría cambiar si el bloque decide una política espejo.
En cuanto al valor del dólar, Isabella reconoció que puede haber “oscilaciones moderadas” vinculadas a la inestabilidad global. “Hemos visto subas del 1% en un solo día, algo inusual en Uruguay, pero no dramático”, señaló.
Finalmente, Isabella apuntó que un factor clave será la respuesta de la Reserva Federal (FED). Si la suba de aranceles impulsa la inflación en ese país, el banco central podría subir las tasas de interés. “Eso sería una mala noticia para países como Uruguay, porque atraería capitales a Estados Unidos y alejaría inversión de nuestra región”, explicó. Aunque no descartó que, si prima el temor a una recesión, la FED opte por bajar las tasas en lugar de subirlas.
“Nada de esto es alentador”, concluyó Isabella. “Podrá haber oportunidades puntuales, pero el contexto general es negativo para economías pequeñas y abiertas como la nuestra”.