Un poco de contexto

Hace poco más de dos años el contador Enrique Iglesias advertía que estamos asistiendo a un cambio de época y no a una época de cambios, como recordó días atrás el nuevo ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone.

“Creo que estamos entrando en un período muy complicado de la humanidad, mucho más complicado de lo que uno puede imaginar, porque estamos al inicio”, argumentaba Iglesias en su exposición en el marco del 90º aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, en setiembre de 2022.1 Los “años brillantes” que le siguieron a la segunda posguerra estaban llegando a su fin para abrir una “nueva etapa confusa, peligrosamente confusa”.

Entre las múltiples manifestaciones de esta transformación, el quiebre definitivo del orden mundial basado en reglas ha sido una de las más notorias, dado que se ha encauzado por los carriles surrealistas delineados por el presidente Donald Trump. En particular, en la actualidad somos testigos de la “mayor ruptura en la política comercial de Estados Unidos en más de un siglo”, que podría constituir el “error económico más profundo, dañino e innecesario de la era moderna”.2

En efecto, de materializarse las medidas y amenazas de los últimos días, la tasa arancelaria promedio de Estados Unidos alcanzaría los mayores niveles en más de un siglo, lo que alentaría un espiral de represalias que avanza vertiginosamente y cuyos impactos son cada vez más complejos de dimensionar.3

Además, el panorama sigue siendo inusitadamente incierto, en tanto muchos aranceles podrían no entrar en vigor tras los 90 días de pausa otorgados ayer a los 75 países que no tomaron represalias y optaron por la vía negociadora, a los que Trump se refirió con su estilo conciliador habitual: “Estos países nos están llamando. Me están besando el trasero. Se mueren por llegar a un acuerdo”.

Impactos sobre el comercio

Al margen de lo anterior, luego de las medidas desplegadas en el denominado “Liberation Day”, la directora general de la Organización Mundial del Comercio, Ngozi Okonjo-Iweala, señaló que las disrupciones arancelarias acumuladas desde el comienzo del año podrían provocar una contracción del volumen del comercio estimada en el entorno del 1%, lo que implica una revisión a la baja de casi cuatro puntos porcentuales con respecto a las proyecciones previas. Este sería un escenario de mínima, dado que los cálculos no incorporan la escalada de represalias de los últimos días entre las dos potencias mundiales (resta ver qué sucede con los aranceles que puso ayer en pausa).

Impactos sobre el crecimiento

La escalada del enfrentamiento comercial tendrá, por supuesto, consecuencias drásticas sobre la actividad global. “Aún estamos evaluando las implicaciones macroeconómicas de las medidas arancelarias anunciadas, pero claramente representan un riesgo significativo para las perspectivas globales en un momento de bajo crecimiento”, declaró hace unos días Kristalina Georgieva, directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI).

La distorsión del comercio, en conjunto con las nuevas disrupciones que podrían enfrentar las cadenas de suministros ante la alteración de los flujos comerciales y la mayor incertidumbre, supondrán un lastre relevante para el crecimiento global. Este efecto se verá potenciado por la retracción del consumo y de la inversión, también condicionados por la incertidumbre, el encarecimiento y las restricciones de financiamiento que son propias de un escenario convulso como el actual. El deterioro pronunciado del clima de negocios es una de tantas muestras de esto.

En el caso de Estados Unidos, la probabilidad de recesión saltó diez puntos porcentuales desde el comienzo del año y se ubica ahora por encima del 30% según el índice elaborado por Bloomberg. A esto se le suma el riesgo inflacionario, que pone a la Reserva Federal (FED) en una situación extremadamente compleja: si incrementa la tasa de interés para contener la aceleración de los precios, podría acentuar aún más los riesgos recesivos.

La situación de China también es compleja, dado que el gigante asiático viene arrastrando varios años de desaceleración y desequilibrios que lo posicionan en una situación de mayor vulnerabilidad con respecto a la que tenía al comienzo de la guerra comercial hace casi ocho años.

“Recuerden la covid”, advirtió hace unas horas el execonomista jefe del FMI Olivier Blanchard, y agregó que las “noticias de los próximos días (a menos que explote otra granada) podrían estar dominadas por historias de escasez, interrupciones y quiebras de pequeñas empresas”. En efecto, el escenario actual podría derivar rápidamente en una estanflación, es decir, en un escenario caracterizado por el estancamiento de la actividad y el incremento de los precios.

Foto del artículo 'Realismo mágico y (des)orden mundial: los días de furia de Donald Trump'

Consecuencias financieras

El VIX index, conocido también como el “índice del miedo”, alcanzó su tercer pico desde que comenzó a elaborarse a comienzos de la década de 1990 (gráfico 2). Esto sugiere que la volatilidad y la aversión al riesgo actuales solamente son superadas por los umbrales alcanzados en setiembre de 2008 (cuando la caída de Lehman Brothers dio inicio a la crisis financiera) y en marzo de 2020 (con el comienzo de la pandemia).

Esta es una de las contracaras que tienen las caídas pronunciadas que vienen alternando los índices bursátiles al influjo de cada marcha y contramarcha. Quizás uno de los hechos más ilustrativos de este fenómeno es el que señaló la consultora Exante, en referencia a la pérdida acumulada del índice S&P 500 entre el jueves 3 y el viernes 4 de abril (-10,5%): “Desde 1928, sólo en 15 ocasiones se observaron descensos de esta magnitud o mayor en el acumulado de dos días”. Con matices, eso vale para la mayoría de los índices bursátiles, tanto de Estados Unidos como del resto del mundo: los retrocesos recientes son históricamente importantes.

Naturalmente, esto está restringiendo las condiciones de acceso al financiamiento para todas las economías emergentes, encareciendo el costo y alternando la dirección de los flujos de capital, al mismo tiempo que debilita las paridades cambiarias. Un contexto como este, además, impacta negativamente sobre los precios de las materias primas, lo que acentúa el efecto derivado de la desaceleración mundial. En este sentido, la próxima reunión de la FED será clave para terminar de entender y calibrar este tipo de efectos, aunque todos los bancos centrales enfrentarán dilemas similares, dada la creciente tensión entre la actividad económica y la inflación.

Impacto local

Todo lo anterior configura un escenario crecientemente complejo para nuestro país, que podrá enfrentar una menor demanda externa, condiciones más desfavorables para acceder al financiamiento –a pesar del diferencial positivo que nos separa de otras economías de la región y del mundo emergente– y precios menores de exportación.

Eso no quiere decir, como han enfatizado autoridades del gobierno, que no puedan emerger oportunidades ante la ruptura y reconfiguración de los circuitos comerciales actuales, aunque es poco probable que alteren el balance costo-beneficio que se desprende del escenario actual.

En ese sentido, las desventajas en el acceso que enfrentamos en diversos mercados podrían perder peso, dado que en términos relativos la situación de Uruguay frente al avance arancelario no es de las peores. Tanto Oddone como el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, se refirieron a este tipo de escenarios.

Para el primero, es posible que la asimetría en el tratamiento arancelario por parte de Estados Unidos abra “oportunidades relativas” para el país, dado que las nuevas barreras nos afectan “menos que a otros”.4 En el caso del segundo, la evaluación es similar” “Si uno ve el concierto internacional, somos de los menos perjudicados” y podríamos encontrar otras “oportunidades”, como en el caso del arroz y los vínculos comerciales con América Central. “Creo que, entre comillas, salimos favorecidos; esa es mi opinión”, señaló días atrás.

A su vez, la política aislacionista de la principal potencia occidental podría generar incentivos para acelerar procesos de negociación con otros bloques –como es el caso de la Unión Europea– e incluso podría dar pie a nuevos procesos de exploración –por ejemplo, con países asiáticos–. En ningún caso son caminos sencillos ni están exentos de las mismas trabas que han limitado los avances hasta ahora.


  1. Enrique Iglesias: cinco principios para un cambio de época, la diaria, 19/09/2022. 

  2. President Trump’s mindless tariffs will cause economic havoc, The Economist

  3. China respondió a Trump con la imposición de aranceles del 84% a los productos estadounidenses, la diaria