El índice de Gini, principal indicador utilizado para capturar la desigualdad,1 se ubicó en 0,405 durante 2024. Esto implicó una mejora en la distribución del ingreso con respecto a 2023, cuando el índice se situó en 0,417.

El problema es que los cambios metodológicos que introdujo recientemente el Instituto Nacional de Estadística (INE) no sólo impactaron sobre la medición de la pobreza, sino que también afectaron esta dimensión, dado que se pasó a considerar un ingreso disponible ajustado que no incluye el valor locativo ni las cuotas de salud.

Como “el INE no presentó series históricas armonizadas con la nueva definición de ingresos”, la evaluación de esta dimensión para el quinquenio anterior se recuesta sobre la medición tradicional basada en la metodología de 2006, que permite realizar un análisis de mayor amplitud histórica e interpretar cómo ha venido evolucionando esta problemática en el correr de los últimos 20 años.

Foto del artículo 'Rendición de Cuentas: ¿qué pasó con la distribución del ingreso?'

En ese sentido, la trayectoria larga de este indicador muestra cuatro fases bien diferenciadas. La primera, que se extiende entre 2007 y 2012, da cuenta de un “fuerte descenso” de la desigualdad, que, como ha señalado el economista Mauricio de Rosa, nos permitió recortar aproximadamente un tercio de la distancia que nos separaba de los países más igualitarios del mundo. Durante la segunda, que va de 2013 a 2018, se observa un proceso de estabilización, con valores del índice que no arrojan variaciones significativas. A esto le sigue un “paulatino aumento” hasta 2023 y posteriormente un descenso en 2024, que lleva el indicador de nuevo al nivel que tenía en 2019.

Este último movimiento, que revierte el incremento de la desigualdad, se debe principalmente a los cambios en la distribución del ingreso que tuvieron lugar durante el segundo semestre del año pasado y que implicaron un “fuerte descenso” con relación a los valores previos que venía tomando el Gini.

A este respecto, el ingreso promedio de los hogares aumentó 2,8% entre 2023 y 2024, permitiendo alcanzar, al final del quinquenio, el umbral correspondiente a 2019. Naturalmente, el promedio oculta las fuertes disparidades que se esconden en las cifras, por lo que se suele recurrir al análisis de la situación diferenciando la realidad que experimentó cada decil de ingreso. Para esto, se ordena la población de menor a mayor en función de sus ingresos y luego ese ordenamiento se divide en diez partes iguales (los deciles): en un extremo queda el primer decil, que comprende el 10% de las personas más pobres, y en el otro el décimo, que nuclea al 10% de mayores ingresos. A partir de esta diferenciación, surgen varios patrones de distribución durante las últimas dos décadas.

Por un lado, para la primera década, que se extiende a lo largo del ciclo de crecimiento económico más intenso que ha experimentado nuestro país, se constata un patrón de perfil progresivo, en tanto los ingresos del primer decil crecen más intensamente que el promedio. Esto ocurre durante el primer quinquenio (2004-2009) y también durante el segundo (2009-2019). En particular, durante los primeros cinco años el ingreso del 10% más pobre aumentó 10% anual, más de tres puntos porcentuales que el ingreso promedio total (6,9%). En el segundo caso, estos incrementos ascendieron a 7,4% y 3,2% anual, respectivamente. De esta manera, en un contexto de fuerte mejora de los ingresos totales, los más beneficiados fueron los hogares más vulnerables, reduciendo de esta manera la desigualdad distributiva.

En el caso de la última década, que se enmarca en un proceso de fuerte desaceleración del crecimiento (apenas 1,1% anual en promedio), la situación es muy distinta. Entre 2014 y 2019 se registró una contracción del ingreso promedio de los hogares (0,2% anual), pero una leve mejora en el caso de los hogares más pobres (0,2%). Sin embargo, entre 2019 y 2024 ese patrón se invirtió: el ingreso total creció 0,4% anual en promedio, pero el del primer decil cayó 0,2% (más allá de lo que ocurrió durante el último año, que, como fue señalado, supuso una mejora distributiva, en particular durante la segunda mitad).

El fortalecimiento del sistema de protección social, orientado a mitigar esta problemática, como también la de la pobreza y la exclusión, es uno de los objetivos centrales que perseguirá este nuevo gobierno, junto con la dinamización necesaria del crecimiento económico a partir del estímulo a la inversión privada y la mejora de la inserción internacional.


  1. Este índice toma valores entre 0 y 1; cuanto menor es su valor, más igualitaria es la distribución de la sociedad, ya sea en términos de ingreso o de riqueza.