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  1. Hacía meses que Muñoz integraba El Clan Diez, equipo deportivo de Radio Ariel, hoy Continente, desde el que un joven Víctor Hugo Morales levantaba cabeza entre Sarandí y Oriental; es decir, rodeado de unos tales Carlos Solé y Heber Pinto. Carlitos llegó por Alberto Kesman, “un hermano de la vida” al que conoció hace 60 años. “Alberto era suplente de Víctor Hugo y estaba por irse a Universal”. La puerta se abriría. Y Muñoz entró: “Mi primer partido fue Peñarol-Fénix. Víctor Hugo estaba en Quito, en las Eliminatorias del Mundial de Alemania Federal”.

Faltaban más de 20 años para la primera venta moderna de derechos de televisión. Quien no iba al estadio sólo podía seguir a Nacional y Peñarol por radio. Las transmisiones crecían como hongos, los relatores eran vedetes. En 1975, la muerte de Solé partió el mercado. La carta sucesora estaba marcada: “Empiezan a pelear por Víctor Hugo Oriental y Sarandí. Opta por Oriental”, recuerda Muñoz. “Voy a Sarandí y estaba [Raúl] Barizzoni, suplente de Solé. Hacen un invento raro. Partían la cancha a la mitad. Jugaban Peñarol y Nacional. Yo transmitía de la mitad de la cancha hacia la Ámsterdam; Barizzoni, de la mitad hacia la Colombes. Terminó mal”.

En pocas semanas, llegaría la primera titularidad. “Surge lo de Radio Sur”, hoy Radiomundo. “Traen a [Enzo] Ardigó”, comentarista argentino considerado de los mejores de todos los tiempos. Acá se vivía bajo el verde agrisado de una dictadura con años y atrocidades por delante. Cruzando el charco, la democracia crujía. “Enzo era antiperonista, no tenía laburo. Le hicimos sombra a Oriental, a Kesman, a [Eduardo] Lalo Fernández, a todos”, añade. El ritmo adquirido moldeó un estilo que se ganó un eslogan: “El relato rapidísimo”. “Siempre me gustó ir arriba de la pelota, mientras me daba”. La muerte del comentarista nubló aquel ciclo. Tarde de fútbol de 1977, dupla rumbo al Centenario. “Enzo tenía un dolor en el pecho. En el momento en que estamos entrando, se me cae en los brazos”.

“El sueño del pibe”

Sin Solé y con Pinto en declive, se consolidó el liderazgo de Víctor Hugo, que un día agarró el teléfono. “Me dice que vaya para Oriental a ser suplente”. Cuarto micrófono en un lustro. “Una época divina. Nace Hora 25. El grupo de fútbol de salón de Oriental era maravilloso. Hacíamos beneficios. Íbamos a jugar a todos lados”. En un picado se gestaría la salida de Morales a Argentina. “Uno lo puteó mal y reaccionó. Terminamos todos agarrándonos a las piñas”. El relator más oído quedó preso en Cárcel Central. Cuando “lo libera la Junta Militar, tenía ofertas de todo tipo y acepta la de Buenos Aires. Me dice: ‘Te vas a quedar, vas a quedar vos, ya hablé en la radio’”. En la cabeza de Muñoz, la reunión con los dueños de Oriental comparte estante con los recuerdos de algún 6 de enero. “Arreglamos el sueldo y un Fitito. El sueño del pibe”, dice, con nota infantil. Ah, faltaba un debut perfecto. Víctor Hugo se despide en un Bella Vista-Defensor liguillero: “Me da el pase en Tokio al partido Nacional-Nottingham Forest”, final intercontinental jugada en febrero de 1981. Consagración tricolor.

En los 80, el esquema mediático cambió. Los principales relatores y comentaristas eran las caras visibles de los noticieros de la televisión privada. Sacaron ventaja las radios asociadas a los canales 4, 10 y 12. Rendía: “No había tipo que fuera al estadio sin una radio. En Oriental, cada 15 minutos ponía tiempo de juego y salía el chu, chu, chu y era el eco de todo el país”, dice, citando otro eslogan. Liderar su equipo no lo privó de aceptar una invitación de Víctor Hugo para relatar en Radio Mitre de Buenos Aires durante el Mundial de 1982. A la vez, presentaba el fútbol en Telenoche, donde debutó algo antes. “Mi primera salida al aire fue: ‘Hoy empezó la fecha. Nacional y Cerro empataron cerro a cerro’”, cuenta entre risas. A la larga, ese vínculo se volvería un problema, marcaría su carrera y la competencia entre las principales empresas. “Quería hacer Deporte total en Canal 4 y el canal me decía que no. Un día, desembarca [Julio César] Sánchez Padilla con Estadio uno. Entonces le llevo a Hugo Romay mi renuncia”. Se sacó la espina de tener su programa en el Canal 5 de la recuperación democrática, que le asignó el espacio que luego pasaría a ocupar La hora de los deportes. En el grupo Monte Carlo aquello no gustó. El matrimonio con Oriental se volvió insostenible.

Muñoz salió del aire ni bien terminó el Mundial de México. “Me viene a buscar, de la 30, Alberto Grille. Mi viejo me dice: ‘No te apures, esperá’. Un buen día suena el teléfono en casa, era el director de Carve. El 7 de setiembre de 1986 debuté con Bella Vista-Wanderers”. Nacía una historia de 20 años. “Sin dudas, la época de Carve fue lo mejor. Una época dorada. Incluye discos de oro, de platino”. Tiempos de reiteradas vueltas olímpicas internacionales de los grandes y de recopilaciones de goles que se vendían en casetes. Todo, potenciado por jingles pegadizos y una nueva pantalla, la del grupo empresarial de turno. “Canal 10 nos vendía en todas las tandas. Yo decía: ‘La próxima vez que escuche mi voz en una transmisión deportiva se habrán cumplido mis más caras aspiraciones: relatar fútbol en una radio auténticamente grande’. Eso era la patada para Oriental, por la guerra de los canales”. Así se le llamó a un enfrentamiento que ordenó de un lado al 10 y al 12 y del otro al 4.

En igual cuartel, Muñoz y Kesman se consolidaron como los más oídos y relataron torneos en sociedad. “En los Mundiales sorteábamos quién hacía la inauguración. El otro hacía la final. En el de 1986 hicimos un tiempo cada uno. En los otros hacíamos un partido cada uno. Hicimos México 86, Italia 90, Estados Unidos 94 y Francia 98, las Copas América vinculadas a ese tiempo, salvo la de 1995. No hicimos la de 1987 porque no podíamos, la compró Oriental”. El Mundial de Italia provocó el último coletazo de un tiempo en retirada. Con Kesman, “entre los clientes que compraron sorteamos un auto. Eran 30 tipos que compraban la publicidad. Una locura”.

Segundo tiempo

Los 90 traerían otros vientos. Faltaba poco para que el Campeonato Uruguayo empezara a televisarse sistemáticamente. Francisco Casal se adueñaría del negocio para poner bajo suela a las tres empresas antes imbatibles, profundizando el poder que empezó a construir como representante. La brecha económica rezagó a los equipos uruguayos, que ya no regalaban hazañas capaces de guardar relatos en corazones. La selección empezó a faltar a los Mundiales. Los goles caseros pasaron a ser patrimonio de señales codificadas o de cable. Desde ahí, las transmisiones radiales padecen una pérdida de audiencia reforzada por la tecnología y la multiplicación de los abonados a la televisión. “Estás mirando, escuchás la radio y el de la radio va adelante. No te puedo escuchar”. Maldito delay.

En 1999, tras las paces entre Paco y los canales privados, Muñoz fue el elegido de Canal 10 para integrar Pasión, programa insignia de Tenfield, entonces recién fundada. “Tuve líos en Canal 10, grosos y gordos, por defender al equipo de Deporte total. Me decían: ‘¿Cómo puede ser que estén diciéndole estas cosas [a Casal]? ¿No ven que el tipo es socio nuestro?’”. Empezaba un tiempo duro. Un cáncer en las cuerdas vocales cambió el estilo de aquel narrador “rapidísimo” que se aferraba a las palabras a la manera del primer Víctor Hugo. Hubo que recurrir a la escuela de Solé, la más pausada. “Los años te van cambiando. No solamente tu forma de sentir, de pensar, de caminar, también tu forma de relatar”.

Las consecuencias también llegaron a la pantalla. “Estoy prácticamente un año y más sin trabajar, me operan tres veces, en Canal 10 entienden que lo mejor era que saliera solamente lunes y viernes. Les digo que no”. La del 10 fue la primera de tres retiradas corridas. La segunda resultaba previsible. En el entorno de Muñoz había varias voces críticas de Casal. La administración de tensiones tocó su techo. “Me voy de Tenfield cuando amenazan a Diego [Muñoz]. No puedo quedarme en donde amenazan a mi hijo”. La tercera fue la de Carve, que poco antes había recuperado su hermandad con Canal 10. En 2007 “me tengo que ir porque lo que se cobra por mes, lo que me querían cobrar, era una fortuna”. Chau, estabilidad.

Junto con Mario Bardanca, el comentarista que lo acompañó por más tiempo y al que compara con Ardigó, fueron a parar al dial de FM. Del Plata, la nueva casa, al año sería vendida y provocaría otra mudanza. En el medio, una breve vuelta a Canal 5 se desmoronó cuando la dirección se aproximó a Tenfield. “Para seguir, vamos a hablar a Del Sol. Ya no era lo mismo, la parte económica había pegado”. La corta estadía en la segunda FM abrió un paréntesis impensado. “Empiezo a trabajar en Palermo Rent a Car. Contactaba empresas para arrendar autos”, cuenta.

Las líneas tiradas en plena oscuridad traerían novedades. En 2009 nació el mito del relator exiliado. Radio Rivadavia de Buenos Aires pasó a ser el nuevo vehículo para los relatos de Muñoz, que completó el combo apareciendo en la pantalla de ESPN. Un viejo vínculo entre Carve y Rivadavia facilitó la adaptación. Más jóvenes, sus compañeros le decían: “Maestro, qué alegría que esté acá”. “Era una caricia al alma”. Aunque ya no como figura sino como pieza de equipo, también era volver a la marquesina. “Salía en la foto, en la publicidad en El Gráfico, Clarín, La Nación”. La cédula le valió ser designado para los partidos de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica. Su narración contra Ghana lo reencontró con viejos oyentes uruguayos, Youtube mediante.

El reencuentro definitivo fue en 2014. Un infarto, el cansancio y un buen contrato lo devolvieron al dial montevideano. Relató en Radio Nacional hasta antes del Mundial de este año, que no pudo contar para Uruguay. “¿Cuánta plata precisaba? Saqué un cálculo, eran más de 30.000 dólares. Es imposible”, dice resignado. Los costos mundialistas se volvieron privativos para un medio chico. Por eso, desde Rusia hizo los partidos de la selección para Radio Monumental de Bolivia. Con la calma del que sabe que ya está en la lista chica de los relatores grandes, tomó la decisión: “Después del Mundial nos quedamos con mi señora. Anduvimos paseando un poco y le digo: ‘No relato más’”. Ahora, sólo dedicado a un programa radial y a otro televisivo, con ella redescubre almuerzos domingueros sin apuro y con sobremesa. Eso que no pudo hacer en Rusia mientras preparaba el Francia-Uruguay de cuartos de final. 2018.

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