Con frecuencia, los Clausura son la segunda oportunidad. Cuando la primera parte de la temporada no fue buena, el fin de año huele a necesidades. Suele ser así. Ya sea porque antes ni siquiera hubo oportunidad, porque no existió la chance ni de que te la dieran o, peor aun, porque estuvo la ocasión pero no fue aprovechada y marchaste. Por eso el valor de las segundas oportunidades.

Que a Peñarol y a Fénix no les fue del todo bien en la primera mitad del año lo sabe cualquier persona con curiosidad sobre el fútbol uruguayo. Ante sus realidades, bien distintas, los carboneros lucharon pero perdieron los últimos dos torneos, mientras que el albivioleta no pudo resolver sus necesidades en la tabla del descenso.

Lo sabido es que el sábado se enfrentaron y ganó Peñarol 2-0 gracias a los goles de Darwin Núñez y de Giovanni González, pero en parte también porque Fénix erró demasiado en la definición y, además, cuando hizo un gol se lo anularon.

Fue un buen partido de fútbol. El carbonero tuvo el mérito de los goles. Primero, porque se puso en ganancia desde el arranque: a los ocho minutos ya estaba arriba gracias a la primera conversión en Primera del juvenil Núñez. Después, porque, luego de salvarse en varias ocasiones de que Fénix empatara, puso el segundo cuando su rival jugaba mejor: la jugada nació con una asistencia medida del Cebolla Cristian Rodríguez. El pase alto fue para el recién ingresado Gio González. El volante calculó tiempo y espacio, midió y le pegó con sabiduría, de aire pero con el pie abierto, y goteó al adelantado Darío Denis. Un golón. Aunque no se amedrentó y quiso ir por el partido, antes y después de los goles carboneros, siempre con la conducción de Maximiliano Cantera, de muy buen partido, al equipo de Juan Ramón Carrasco le faltó punch.

Ante esta realidad, sabido es lo que viene: al equipo de Capurro le quedan tres fechas finales. Sí, finales que está obligado a ganar para asegurarse la permanencia en Primera. A Peñarol le resta una final de campeonato que lo tiene como protagonista, primero en el Clausura y segundo en la Tabla Anual.

Peñarol-Fénix en el Campeón del Siglo. En la foto, Gabriel Fernández, Ezequiel Busquet y Christian Rodrígez saludan a Darwin Núñez.

Peñarol-Fénix en el Campeón del Siglo. En la foto, Gabriel Fernández, Ezequiel Busquet y Christian Rodrígez saludan a Darwin Núñez.

Foto: Federico Gutiérrez

Con tanto en juego, aparece la previa del clásico. Nacional es el rival para quedarse con el título grande, el de campeón uruguayo. Dadas las matemáticas, no se necesita un gurú para saberlo. Se miran entre sí, observan de reojo las tablas, quieren robarse el destino el sábado que viene.

Pero lo que no se sabe, de ninguna manera, es lo que viene, lo que puede suceder: el fútbol es el arte de lo imprevisible. Esto último lo dijo alguna vez el periodista mexicano Juan Villoro, quien también sostiene que “en la tierra de nadie, el cronista aguarda el momento en que los adversarios muestren que uno no existe sin el otro”. Tampoco será para tanto, pero algo de alteridad siempre hay. Ahí están. La previa de un clásico es un viaje al que se va con la magia de la fe.