La tarde coloniense se cerró con el partido entre Japón y Nueva Zelanda. Otra vez con empate 1-1 en los 90 minutos y definición por penales que fue favorable a las neozelandesas, que tuvieron, como a primera hora las españolas, a su gran figura en el arco: Anna Leat. La golera, de gran partido, coronó su actuación con un penal atajado y uno convertido, el último, para meter a su selección en semifinales.

Nueva Zelanda, que dominaba el partido, tocaba y llegaba con sus volantes bien abiertas, convirtió un golazo para el 1-0, a los 17 minutos de juego. Golazo, hay que repetirlo. Lo armaron en el pizarrón y lo llevaron a la cancha a la perfección. El tiro de esquina cruzó toda el área y dos jugadoras neozelandesas la dejaron pasar, la primera, Gabi Rennie, pasó por arriba de la pelota, la segunda hizo una cortina de básquetbol para llevarse la marca de una japonesa, y la tercera en cuestión, Amelia Abbott, esta gran jugadora que tienen las All whites, la tomó al borde del área y la puso contra un palo. Gol de crack de Abbott. Demostración de táctica, estrategia y fútbol, “dinámica de lo impensado”, diría Dante Panzeri. Al instante lo tuvo de nuevo Nueva Zelanda, con la delantera número 9, Maggie Jenkins, que pateó y estrelló su remate en el travesaño. Pudo estar el 2-0, pero no llegó, y Japón lo aprovechó a pesar de que estaban siendo superadas: Yuzuki Yamamoto se metió en el área y obligó a que toda la defensa de Nueva Zelanda se replegara, tan es así que su tiro rebotó en la golera pero la venció, y en la línea se la llevó puesta Hannah Mackay-Wright, que se tropezó con pelota y todo y generó el empate japonés, a los 31 minutos.

Los minutos finales de la primera etapa y gran parte del segundo tiempo fueron muy tranquilos, sin jugadas de mucho peligro, con la pelota en el medio como gran protagonista. De todos modos, Japón apretó mucho a su rival y por momentos parecía que Nueva Zelanda no aguantaría esa presión. Se repitieron en pelotazos para las delanteras, y de a poco se fue consumiendo el tiempo del partido hasta llegar a los penales, en los que fue determinante Leat, que contuvo uno y pateó el último, el quinto, para darle la victoria a Nueva Zelanda y demostrar su clase de crack.