Con una fenomenal actuación de Antonhy Danridge, Nacional le ganó 91 a 81 a Aguada por las semifinales de la Liga Uruguaya de Básquetbol. Con la victoria, el bolso se puso 2-1 por delante en la serie y quedó a un partido de distancia y dar la sorpresa de la temporada metiéndose en las finales. Danridge fue el mejor del partido: metió 30 puntos y 6 asistencias. En Aguada se destacó Andrew Feeley con 22 unidades.

El primer cuarto lo ganó Nacional 27-22. Tanteador alto que respondió, más que a las virtudes ofensivas, a los errores defensivos de ambos. Con ataques abiertos, se destacaron Santiago Moglia en los tricolores y Feeley en el aguatero. De arranque el chico fue parejo, pero al final Nacional, gracias a la mano de Moglia desde el triple y por el juego interior de sus extranjeros, Danridge y Callistus Eziukwu, logró diferencias que llegaron a ser de nueve (27-18).

Cambiante, aleatorio; así fue el segundo cuarto. Primero, un minuto le alcanzó a Aguada para empatar el juego en 27. El ingreso de Diego Garcia fue importante en el aguatero, no sólo porque ayudó desde la función de doble base, sino porque estuvo certero a la hora de encestar. Luego, en el intermedio del cuarto, Nacional creció nuevamente. Le fue efectiva una zona. Con ella se hizo fuerte en los rebotes luego de forzar los tiros del rival. En ataque se repartieron los puntos, aunque Danridge comenzó a ser importante en el rubro. El tricolor sacó una máxima de 11 (47-36). Recién sobre el final, triples mediante, Aguada achicó el margen y terminó perdiendo por tres, 47-44.

La dinámica de más rebeldía que básquet pensado siguió presente en el tercer chico. Mucho más parejo que los anteriores, no se sacaron grandes ventajas. Nacional, con Danridge ya como figura (por goleador pero también por su tarea defensiva); Aguada también con figuras repetidas: Feeley y García. El cuarto no terminó empatado porque el propio Danridge metió un triple desde casi ocho metros justo cuando sonó la chicharra del final.

El cierre de Nacional fue muy bueno. La zona 2-3 le siguió dando rédito para recuperar pelotas o hacerse fuerte en el rebote defensivo. En ataque, la eficiencia tuvo nombre y apellido: Antonhy Danridge. Ya no alcanzan los adjetivos para destacar la actuación del extranjero tricolor. Ni puntos de inflexión, ni nada. Siempre determinante. Y cuando duele, vale doble.