Vaya si le costó. Pasa como siempre en el Mundial: una cosa son los favoritismos previos, otra bien distinta es lo que pasa adentro de la cancha. Francia tuvo que laburar muchísimo ante Australia, a quien finalmente terminó venciendo por 2 a 1. Un gol de penal de Antoine Griezmann, a los 57, y otro de Paul Pogba cuando iban 80 de juego, le dieron el triunfo a los galos. El empate transitorio de Australia también fue de penal, convertido por Mile Jedinak.

A propósito de los goles, pero principalmente de los penales, el árbitro uruguayo Andrés Cunha estuvo bien. En el primero se apoyó en el videoarbitraje (VAR, value-added reseller) y desde detrás de cámaras le dijeron que sí, que fue falta. En las otras dos incidencias (el penal para los australianos y el gol de Pogba) el uruguayo no pidió VAR. Seguro de sí mismo y de sus compañeros asistentes en cancha, Cunha pitó la falta que derivó en el 1-1 y vio claramente como la pelota en el tiro de Pogba, luego de dar en el travesaño, picó totalmente adentro del arco.

El resto del fútbol tal vez sí haya sido lo esperable: Francia con control de pelota y atacando, Australia bien cerrado atrás y apelando a los contragolpes o a las pelotas detenidas para ofender. Por ese sistema táctico de los australianos, Francia nunca jugó cómodo. Griezmann no pudo gravitar como lo suele hacer y eso le quitó dinámica a su equipo.

Sí se vio una mejor disposición francesa en los últimos 15. Decidido a ganar, el equipo blue arriesgó. Con poca claridad, pero con mucho talento de Pogba. El mediocampista encontró el hueco por el centro, se mandó y terminó liquidando el juego en favor de su equipo.