Por la segunda fase de la Copa Sudamericana, Peñarol perdió en su visita a Curitiba. No hizo pie en todo el partido y fue superado por un Atlético Paranaense opaco pero oportunista. Los goles de los brasucas los hicieron Marcelo, a los 59 minutos y tras un error defensivo carbonero, y Pablo, a 10 minutos del final del partido. La revancha entre ambos será el martes 7 de agosto.

Peñarol tuvo la primera, un tiro libre que atajó bien el arquero Santos, pero después sufrió durante casi todo el primer tiempo. A los 9 pareció que los brasileños se ponían en ventaja. Una suerte de pinball hizo que los defensores aurinegros no pudieran sacar la pelota lejos de su área, le quedó a Bergson y Fabricio Formiliano se la jugó a barrer. Le salió mal y fue penal. Fue penal pero salió bien: Kevin Dawson voló abajo a su izquierda y, con la complicidad del palo luego de tocarla, le atajó el penal a Raphael Veiga.

Aunque después vendría lo desafortunado, no quedaría ahí lo bueno de Dawson. Cinco minutos más tarde, otra vez luego de que nadie de Peñarol la pudiera despejar tras un córner, el 1 del manya tapó muy bien un tiro desde afuera del área del zaguero Paulo André.

Fue precisamente ahí, al borde del área carbonera, que se desarrolló casi todo el primer tiempo. Paranaense movió bien la pelota, el argentino Luis Lucho González fue importante en esa generación, y siempre tuvo como laderos a Marcelo, el mejor de la cancha, y a Veiga. De todas formas, Peñarol no pasó mayores peligros. La contracara fue que casi no pudo desdoblarse al ataque para generar chances de gol. Tan sólo una, al final, cuando el tiro de Lucas Hernández fue bien detenido por Santos.

El segundo tiempo quedó planteado de forma distinta porque en la última pelota de la primera parte Wanderson se fue bien expulsado por doble amarilla. El defensor brasileño salió de forma imprudente levantando el pie y le dio con toda la suela en la cabeza a Gabriel Fernández.

Pero cuando no está para vos, no está para vos. Apenas minutos después del ingreso de Cristian Rodríguez, cambio con el que se presumía que Peñarol se iría arriba para aprovechar el hombre de más, hubo dos errores casi consecutivos. Primero, Dawson sale al borde del área, choca con su compañero, la pelota queda suelta y Marcelo patea cruzado al arco vacío para poner el 1-0. A los dos minutos, Gabriel Fernández recibe su segunda amarilla y se va a las duchas. Mucha diferencia para lo apretado (y mediocre) del partido.

La distancia se agrandó a los 80. En realidad se agrandó antes, en la cancha, porque a Peñarol no le salió nada. No pudo desbordar, tampoco tuvo profundidad, hizo cambios de hombres pero nada que realmente le provocara un juego (aunque sea) fluido. Nada, mal partido. Y a los 10 minutos del final, lo peor: en una linda movida del Paranaense, Rossetto abrió hacia la derecha para Jonathan, el lateral lanzó el centro rastrero y Pablo, que no hacía mucho que estaba en la cancha, se estiró y definió en el área chica.

Las derrotas no se improvisan. Las victorias, tampoco. Peñarol debe reenfocar y pensar en la revancha. Ahí se juega pasar o no de fase.