“En 2007 yo vivía con unas amigas y pensando en hacer deporte decidimos hacer fútbol. Nos alquilamos una cancha y empezamos a jugar. Yo jugué dos partidos y no jugué más; soy muy analítica, me pasaban la pelota y pasaba media hora pensando cuál era el mejor pase posible. Un día nos íbamos y había un grupo de chiquilinas, otro día había otro grupo, empezamos a ver que había un montón de gurisas que jugaban al fútbol. Como yo tenía celular en ese momento era la que llamaba para reservar la cancha y juntaba a las muchachas. Un día le pedí el teléfono a una de otro grupo y empezamos a armar partidos. Pasó a ser mi actividad principal. Armamos un triangular y me encantó; me junté con una amiga que me hizo un logo con una pelota picando y le pusimos La Picada: la picada de la pelota, la picada de la comida y la picada como el picado pero nena. Redacté un correo y lo mandé a la gente que había ido conectando. Tuve que averiguar cómo hacer un fixture, porque llegamos a ser 16 equipos y hubo que dividir por grupos, y después conseguir las canchas. Llegamos a la final y no tenía el premio (una picada), así que salí a conseguir apoyo en los almacenes. Al otro año empezamos a armarlo de nuevo pero ya me preparé, eran 24 equipos. Al tercer año me fui a la Intendencia [de Montevideo], porque en un momento eran 43 equipos. Se había generado un ambiente de disfrute y de encuentro. La presidencia de la AUF [Asociación Uruguaya de Fútbol] de ese momento se enteró porque muchas jugadoras de AUF jugaban ahí. A mí me satisfacía pensar que todas querían jugar a la pelota, no gestionar las canchas y armar los fixtures, y yo no quería jugar a la pelota, yo lo que quería era que a ellas no les faltara nada para eso. Supe escuchar lo que las jugadoras querían. En un momento hice un curso de gestión, economía y derecho del deporte. Ya hacía cinco años que estaba haciendo lo mismo”.

Hace 88 años, Uruguay organizó el primer Mundial de fútbol. De aquellas épocas nos quedan aún monumentos de cemento con ecos de glorias que se renuevan a diario en las callecitas del barrio. Mucha agua ha pasado bajo el puente pasional que nos caracteriza. El fútbol masculino lleva más de 100 años institucionalizado, el fútbol femenino apenas 20. Hay cosas para aprender y cosas para desaprender, pero sobre todo hay una oportunidad, una chance de dar un paso certero en plena ebullición de los derechos, de olvidar aquello de que el fútbol es de varones y, por el contrario, instalar la idea de profesionalizar la categoría a través de la organización de un Mundial de fútbol femenino sub 17, que dará comienzo en noviembre y que dejará un legado histórico en el estadio Charrúa.

“En estos días tenemos que resolver varias cosas que no están cerradas, como el transporte, que no es una cosa menor; no es cualquier empresa que tiene la operativa para eso: ómnibus, camionetas, autos, todo. Cuando llegue el campeonato esperemos que la gente se dé cuenta de todo este laburo. Hay gente que piensa que son sólo unos partidos. La seguridad para 16 días en eventos, en reuniones, en entrenamientos y en partidos; también hay que ver quién cumple con eso. Y aparecen las presiones de si cerrás con uno o cerrás con el otro. Es un Mundial, no puedo permitir que se diga que llegó una delegación a Uruguay y el chofer estaba fumando un pucho en la esquina, es lo que se va a decir de nosotros. El otro día hicimos un team work shop: viene el entrenador o entrenadora y el delegado o delegada de cada país y se recorren las canchas de entrenamiento, los hoteles, los estadios; la gente de África no se estresa para nada, nosotros mostrándoles todo lo reglamentario, hasta la medida del pasto, pero tienen una visión más relajada, exigente pero relajada, la de Alemania toma nota de todo, tiene todo estandarizado. Cada país tiene su particularidad, y esos países clasificaron a un Mundial, son las mejores de la categoría. No están viniendo a hacer un intercambio, quieren salir campeonas. Para poder desarrollarte en tu mayor expresión como jugadora tenés que estar cómoda. Eso es lo más importante. Durante el Mundial –que empieza el 13 de noviembre– en Maldonado van a entrenar en las canchas del Club Punta del Este; hace un año que va un agrónomo a buscarle la vuelta, tratando de mejorar el suelo. Tenemos un plan B con la artificial que instaló la Liga Senior. En Colonia tenés el Prandi, que está divino, y el complejo deportivo de Plaza, que lo va a inaugurar con el Mundial; el año pasado en marzo era una chacra vacía, ahora hay dos canchas que hicimos juntos. En Montevideo tenemos el Saroldi, el Viera, el Franzini, el artificial de Nacional en Los Céspedes, el artificial que está haciendo Rentistas y el del Complejo Celeste. Se arma un sistema rotativo entre las ocho selecciones y las seis canchas, equidad deportiva para que no haya reclamos”.

Hay una preocupación intrínseca en Valentina que es la comodidad para el desarrollo, permitir realmente el desarrollo y no convertir la carrera del fútbol en una de salto con obstáculos. El mundo está cambiando y, por si no te diste cuenta, vas a tener un Mundial de fútbol en tu casa, en manos de gente que se gasta las pestañas para que la cosa fluya (en los pies de las pibas que sueñan), para que la visión de los otros y las otras del mundo futbolero sobre nuestro país no sea tan sólo la de los vestuarios con goteras y las hazañas inexplicables.

“Acá está cambiando muchísimo la forma de organización; uno de los logros es tener un cuerpo técnico que está trabajando hace un año y medio con una estructura basada en los procesos de selecciones juveniles que se vienen haciendo. Tres días de entrenamiento, que son lunes, martes y miércoles; después vuelven al club y juegan el fin de semana. Los llamados, las citaciones se hacen los jueves, así ya quedan las jugadoras convocadas. La estructura de relacionamiento entre la liga y la selección se fue armando, se fue moldeando con el tiempo cómo se comunica una parte con la otra. Vamos armando una estructura para que la liga pueda tener su actividad y la selección la suya, separadas pero conectadas. Hoy tenemos diez clubes en Primera, diez clubes en Segunda, eso en mayores; 11 en sub 19 y 12 en sub 16. Explotó. Hace cinco años eran 15 en mayores, cuatro en juveniles y no había más nada. Y en OFI [Organización de Fútbol del Interior] hay 24 mayores y 24 en sub 16. Eso hace que aumente mucho la cantidad de partidos el fin de semana, y las canchas son pocas: fija la Primera, fijan las juveniles, fija la B con todos sus juveniles, fija la C, y ahí hay que ver dónde queda el hueco para el partido del femenino. De a poco está empezando a pasar lo que queríamos, que es que accedan a la estructura de su club. Empezaron a darle valor a lo que está pasando con el fútbol femenino. Gestionar el Mundial sirvió para que se hable del tema, acercó a la gente con la estructura”.

Foto del artículo 'Que a ellas no les falte nada'

Foto: Santiago Mazzarovich

El vestuario es como una casa donde se llora y se ríe, pero sobre todas las cosas, el vestuario, esa porción mítica, es una especie de escuela en la que las pasiones y la gente conviven. Hay un enriquecimiento fundamental en esa cosa comunitaria de vivir de a 30 y jugarse la ropa todos los domingos porque la esfera entre en el trampero contrario más veces que en el propio. Ser futbolista es una forma de ver el mundo, ser futbolera también.

“El Saroldi está divino, pero sus vestuarios no; conseguimos unos fondos y empezamos a mejorar los vestuarios de las canchas de entrenamiento. Se priorizaron los vestuarios de los clubes que iban a ser usados para el Mundial, lo mismo con la cancha sintética de Rentistas, que la utilice el club pero que también la utilice el fútbol femenino. Son planes que se hicieron para el fútbol local pensando en el Mundial, no son cambios radicales pero hay vestuarios dignos. Lo significativo es que cuando se postularon las sedes –Maldonado, Colonia y Montevideo– se recorrieron los estadios, y cuando fuimos al Charrúa –un estadio municipal cedido al rugby y al fútbol femenino– vimos que ese era el estadio. El Centenario es enorme, incluso para los arreglos. Los de Nacional y Peñarol también. Descartamos esos estadios por la dimensión, entonces nos focalizamos en el Charrúa: se renovó la concesión, pero si el rugby entrena tres días y el femenino tres días más no hay pasto que aguante, y decidimos poner césped artificial, así puede entrenar el rugby y el femenino todos los días igual. Pensamos en la iluminación, además, entonces en el estadio queda un legado, se termina el evento pero el estadio queda iluminado. El fútbol femenino es amateur todavía, las jugadoras del sub 17 y sub 20 estudian de mañana y entrenan de tarde, pero las de la mayor laburan; de tarde no pueden jugar ni la mitad, entonces terminan yendo a la selección las mejores jugadoras que puedan ir a entrenar, no las mejores que tenemos. Ahora tenemos un estadio nuestro iluminado con luces led, que además tiene un dímer, entonces vos podés poner las luces para entrenar a las siete de la tarde al mínimo, para jugar y para televisar según la potencia que precises. Uruguay va a organizar un Mundial después de 88 años, y estamos pensando más allá del evento; está planeado, no es azaroso. La Secretaría Nacional del Deporte invirtió en el Charrúa, le está dejando los vestuarios divinos, vestuarios para los árbitros, baños, sala de prensa, sala médica, baño de público, palco, butacas nuevas, techo del palco, internet, plataforma para las cámaras de televisión, pantalla gigante. Hemos jugado en estos años en distintos estadios de Uruguay; a veces la tribuna de prensa es una tabla. Hay cosas que FIFA te enseña, te trae modelos, por ejemplo un centro de medios, que no tiene por qué ser lujoso pero debe ser cómodo para trabajar y poder escribir, por ejemplo, la nota previa. Cuando empieza el partido, en la tribuna de prensa tenés que tener la chance de enchufar la computadora y tener internet para hacer reportes en vivo, eso que parece tan básico. La conferencia de prensa, la zona mixta, es la imagen que vos brindás del fútbol. La intención de que los clubes inviertan en los vestuarios o en la infraestructura fue un claro lineamiento de Wilmar Valdez. Lo que yo hice fue atar algunos cabos. Nos juntamos, lo hablamos y elegimos los clubes que iban a ser usados en el Mundial. Es una visión colectiva. Lo femenino viene como a espolvorear esa femineidad en el fútbol que estaría bueno que todo el mundo contemple”.

Cuando suene el silbato y la de cuero gire por el pasto como por la historia, y las botijas de celeste cuelguen la emoción en las luces del estadio con el himno, estaremos siendo parte de algo que viene cocinándose en Valentina desde que entendió que su rollo era armar el juego para que jueguen otras. Cuando ese silbato suene y las mujeres del mundo pueblen las canchas de Montevideo, Maldonado y Colonia estaremos siendo testigos de un laburo de años y de un momento en la historia que se parece al puntapié inicial del profesionalismo del fútbol femenino en nuestro país.

“El fútbol femenino tiene la ventaja de que hay 100 años de historia de fútbol masculino institucionalizada; se cometieron muchos errores y se hicieron un montón de cosas que estuvieron bien. Nosotras podemos mirar para atrás y ver qué se hizo porque estamos hace 20 años. Por ejemplo, el proceso de selecciones es algo a copiar, o la existencia de un complejo de alto rendimiento; nosotros ya tenemos ese caso de éxito. Por otro lado, en los años 80 empezaron los problemas de contratos de los jugadores y se enriquecieron los intermediarios, que no estaban registrados en ningún lado; nosotras trataremos de que las jugadoras, las delegadas, las dirigentes sepan que existe la reglamentación necesaria para hacer las cosas bien. Esa información no existía en el año 1980, nosotras no podemos cometer el mismo error, hay que hacer valer los derechos obtenidos. La intervención de la FIFA me da un poco de dolor, que la propia AUF no haya podido organizarse de tal manera para que eso no pase. Me da lástima en ese sentido, pero me alegra que se esté tratando el estatuto con la importancia que merece: qué derechos tiene cada parte, cuál es la relación entre las comisiones y las otras áreas; está bueno que se piense y que quede actualizado. Yo creo que vamos camino al profesionalismo de las mujeres, lo que nosotras hicimos es armar una liga que lo permite a corto plazo”.