Cuenta la historia oficial que el Wanderers Park se inauguró el 15 de octubre de 1933. Fue levantado en avenida Buschental, pulmón del Prado. Ese día hubo fiesta doble: inauguración de la cancha que hoy se llama estadio Parque Alfredo Víctor Viera –presidente de la institución en dos períodos– y victoria 2-0 sobre Bella Vista por el Campeonato Uruguayo. Pero la historia, como los prados, se renueva: los anaqueles del futuro dirán que el 8 de setiembre de 2018 el Montevideo Wanderers, cuando tenía 116 años, estrenó oficialmente la red lumínica de su cancha, eso que la retina de los contemporáneos, conscientes del hecho, no se perdieron en tiempo presente.

La historia deberá contar que bajo las luces también hubo fútbol entre el local y Fénix por la 8ª fecha del Torneo Clausura y el resultado fue 1-1. Y como si de regalos se tratara, el primero fue de la visita a los 25 minutos de pisar la cancha: desborde por izquierda, centro rastrero y Nicolás Olivera, el defensa o lateral, se puso el traje de delantero y definió de taco en el área chica. Golazo de alta factura técnica.

A Wanderers le costó mucho empatar. El partido, con Fénix arriba, se hizo abierto y fluido. El bohemio fue por todo en el segundo tiempo mientras el albivioleta, con el margen a favor, apostó al contragolpe para liquidar. Y pudo liquidarlo Fénix, si no fuera porque Ignacio de Arruabarrena atajó mucho y bien.

La carta de gol de Wanderers estaba en el banco: Nicolás Albarracín. Tras rato largo en el que el bohemio jugó prácticamente en campo rival, nació una jugada por derecha. El centro fue rastrero, muy parecido al del gol de Fénix pero desde el otro costado, y tuvo un taco de Ignacio González que atajó Darío Denis, pero en el rebote le quedó a Albarracín, quien metió un zurdazo tremendo, cruzado, de esos que entran al ángulo y dan para festejarlos con rabia, con los brazos arriba y besándose el escudo.