Empezaron los octavos de final de la Copa Sudamericana y Peñarol no hizo pie. Perdió 2-1 en el Campeón del Siglo ante un Fluminense de buen juego. Yony González, rápido e inteligente colombiano, hizo los dos goles del Flu. En una semana se verán las caras nuevamente cuando jueguen la revancha en el Maracaná. Difícil para Peñarol, más allá del descuento de Gastón Rodríguez.

1. Seguridad/inseguridad

El eterno discurso de cuál es la verdad. El planteo de Fluminense, decididamente enfocado en jugar con la pelota desde atrás, generaba la doble sensación de si lo que sucedía -ese juego de pases al límite por la veces que Peñarol presionaba- era arriesgado o era todo virtuosismo brasileño. En más de una vez el arquero Muriel se confió en el fondo y debió reventarla porque era gol carbonero. Pero amén de eso, lo que parecía una cosa era otra: Fluminense tuvo en casi todo el tiempo el partido bajo control. Jugó a placer ante un Peñarol que corrió demasiado de atrás la pelota. Para colmo, del otro lado, un desacierto entre Kevin Dawson y Giovanni González fue aprovechado por el colombiano Yony González y el Flu pasó a ganar 1-0 tempranamente. Allan, Ganso, el propio González, fueron los grandes artífices del toqueteo intelectual con el que Fluminense sacó ventajas.

Peñarol, crispado, bastante confuso, sin explosión por las bandas, dependió mucho de lo individual porque lo colectivo no funcionó en ese tramo de juego. Recién sobre el final del primer tiempo, en base a empuje y pelotas quietas, los de Diego López se fueron arriba. Ahí sí se vio el mejor Muriel: el arquero sacó dos pelotas por arriba del travesaño.

2. Todo es nada

El primer mandato de Diego López para los suyos se vio desde que movieron la pelota en el segundo tiempo: presionar más arriba. El Fluminense intentó florearse nuevamente, pero no pudo repetir lo anterior. La primera línea de marca carbonera, o sea el argentino Lucas Viatri y Gastón Rodríguez fueron inteligentes para presionar tanto los rivales como los espacios libres y eso le dio pelotas a Peñarol cercanas al arquero Muriel.

Producto de eso también llegaron las chances mirasoles. A la de Gastón Rodríguez la atajó el arquero y Peñarol tuvo que conformarse con el córner, a Viatri le faltaron escasos centímetros para, en zambullida, lograr el empate. Tanto fue el carbonero que, promediando el complemento, se instaló la idea de que sí podía -mucho más de que caería otro gol brasileño-.

Pero no, otra vez lo que era terminó siendo otra cosa: Fluminense, mejor dicho: la astucia del colombiano Yony González para picar al vacío le terminó dando el 2-0 a los de Río de Janeiro

3. El decoro

La diferencia dejaba el panorama muy difícil para los uruguayos de cara a la revancha. Pero apareció Brian Rodríguez, tal vez el que mejor jugó -aunque bastante solo-. El volante bajó con magia un bombazo del fondo carbonero, miró al área y, con pase filtrado, se la dejó en bandeja a Gastón. Difícil igual, pero un 1-2 es más que un 0-2.