Pasaron 15 días desde que Emiliano Lasa se colgó la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Lima. La presea se la entregó nada menos que Frederick Carlton Carl Lewis, atleta estadounidense que ganó diez medallas olímpicas en su carrera. Lasa llegó con unos días de anticipación a la capital peruana y se instaló en la villa panamericana junto a Nélio Moura, su entrenador, uno de los mejores del mundo en esta disciplina. Moura, de San Pablo, es quien lo orienta desde hace cinco años en el Complejo Deportivo de Ibirapuera, en el estadio Ícaro de Castro Melo. Fue uno de los responsables de que finalizara sexto en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, cuando hizo la mejor actuación histórica de un atleta uruguayo en estas competencias. Además, el entrenador tiene el galardón de ser el único entrenador que tuvo al oro femenino y masculino en una edición de los Juegos Olímpicos, Beijing 2008.

Emiliano conocía bien Lima. El 25 de mayo de este año demostró ser el mejor en el sur de América al ganar el oro en el Sudamericano de Mayores en la capital peruana, con un salto de 7,76 metros, lo que le valió también la clasificación para el Mundial de Atletismo que se llevará a cabo en Doha, Catar, entre el 27 de setiembre y el 6 de octubre. Un mes antes de esto, Lasa también fue el mejor en el Grand Prix Julia Irarite en Cochabamba, Bolivia, con un salto de 8,08 metros. Justamente en esta misma pista, en 2018, Lasa consiguió el oro en los Juegos Odesur y su mejor marca –récord nacional– con un salto de 8.26 metros. Por si fuera poco, también ganó el World Challenge de la Federación Internacional de atletismo en San Pablo, al que hacía tiempo le tenía ganas, con su mejor marca del año, de 8,21 metros. Pero no todas son buenas.

Emiliano también conocía mal Lima. En ese mismo Sudamericano de mayo sufrió una lesión, tal vez no una más. Esa tarde sintió una molestia en la zurda, la que usa para tomar el impulso y llegar al infinito, pero no más allá. “Me agarré una periostitis poco común, del lado externo. Me habían dicho que podía ser una fractura por estrés, del hueso, algo que descartamos con un estudio. También una tendinopatía en la inserción del isquiotibial izquierdo, todo en mi pierna de salto. Dos lesiones en la misma pierna hacían todo muy difícil”, dice el atleta. Con ese panorama, sin saber qué podía pasar, y atendiendo a los médicos, Emiliano llegó a Lima con tres meses sin poder saltar. Contra todo pronóstico, porque los especialistas de este tipo de lesiones y deportes le dijeron que no llegaba.

La historia es conocida. Emiliano Lasa llegó y se colgó el bronce en los Panamericanos con un salto de 7,87 metros, detrás del cubano Juan Miguel Echeverría, que saltó 8,27 metros, y seguido por el jamaiquino Tajay Gayle, con una marca de 8,17. Tras el festejo, mesurado, como caracteriza a Lasa en su mirada y habla, partió rumbo a San Pablo y en estos días anda por Uruguay, donde los entrenamientos en la pista Darwin Piñeyrúa, los compromisos y la familia le cargan la agenda. Ya se va a San Pablo y en unos días a Madrid para encarar la recta final pensando en el Mundial de Doha.

Estás entrenando en Uruguay después de ganar una medalla. ¿Cómo son estas instancias?

Vine a descansar y a ver a la familia. La idea era aprovechar el momento de la medalla, compartir con mis afectos; hacía mucho tiempo que no venía. También había invitaciones y temas personales a resolver. Ya me tengo que volver a San Pablo para seguir entrenando con mi entrenador, porque acá estoy solo. Tengo que entrenar todos los días. Si un día no entreno por algo, tengo que recuperarlo, como me pasó esta semana, de cambiar el libre. Todo lo que hago acá me lo marca Nélio Moura, básicamente hago el mismo entrenamiento que llevo adelante en San Pablo. Me lleva dos horas y media, a veces tres. Consiste en fuerza, velocidad, que son capacidades involucradas directamente al salto largo, son determinantes. También entreno técnica para aplicar mejor la fuerza y la velocidad en el salto. En el gimnasio hago ejercicios de arranque, de sentadilla, principalmente de piernas.

Seguramente esa tranquilidad que transmitís ahora, y hasta alegría, se debe a esa medalla que ganaste.

Viví todo bien, contento con el resultado. Fue difícil porque venía muy preocupado por las lesiones previas, estuve tres meses entrenando adaptado y sin poder competir. Se hacía difícil y no sabía qué iba a pasar. La última semana me sentí bien, las lesiones mejoraron y me dejaron saltar y conseguir la medalla, que era muy importante. Las lesiones se dan por el entrenamiento, el impacto, es natural en el deporte de alto rendimiento. Tal vez no sea común tener dos lesiones a la vez.

Te toca convivir con ellas. ¿Cómo las recibís?

Todos los deportistas tenemos dolores y la idea es controlarlos, hay algunos que limitan más que otros. Es parte de nosotros, convivimos con eso. La idea es solucionarlos y mejorarlos, pero se convive. Un poco te bajonea porque tenés que entrenar adaptado y no sabés si llegás bien a una competición. Son cosas que influyen, pero uno debe saber manejarlas y superarlas.

Los médicos te dijeron que no ibas a poder saltar en Lima. ¿Por qué seguiste?

En España los médicos especializados en atletismo me dijeron que tenía que parar y que no podía ir a Lima ni al Mundial. Luego fuimos analizando todo con Nélio, minuciosamente. Mientras tanto, los médicos de Brasil también fueron viendo y me dijeron que podía entrenar respetando las cargas y que dependía de mí.

¿Las claves de eso dónde estuvieron marcadas?

Fortalecimiento de la zona, descanso, bajar las intensidades de entrenamiento, pero todo muy tradicional. Llegué a Lima en las mejores condiciones que podía, me mantuve bien, entrenando lo que podía, respetando los dolores y lo pautado. Me sentía muy bien y quizá podía haber saltado un poco más, pero no tener el ritmo de competencia te afecta. No había saltado casi nada antes de llegar a Lima; en tres meses no salté. Los primeros saltos que tuve fueron en ese instante.

¿Qué pensaste cuando en los saltos fuiste viendo que todo iba bien?

Lo que pensaba era saltar lejos y bien. Fue una competencia particular porque inconscientemente estaba pensando en el dolor y no tanto en la prueba en sí. En la entrada en calor, con corridas, ya vi que me sentía bien. Antes de la competencia probé correr al máximo y eso me dio confianza para lo que venía. Hubo tres saltos sobre los 7,80 metros. Creo que estaba constante y me sentía bien, con cosas para corregir; se podía saltar más pero estuvo bien. Estaba frío y eso te afecta en lo técnico, se vio reflejado. Yo me quedé tranquilo de que fue una buena prueba y pude llegar a medallas; no importan las marcas, igualmente eran buenos números. En condiciones buenas podían ser saltos de ocho metros.

¿Cómo fueron evaluando con Nélio tus saltos y el de tus rivales?

Estuve concentrado en mi prueba, en corregir los errores de salto anterior, pero iba pendiente de los rivales para ver sus saltos. Después de cada salto fui hablando con Nélio, sobre todo correcciones de la tabla, del final. La clave en la carrera es el comienzo, la fuerza con la que comenzás a correr, tiene que ser cómodo. Tengo un fuerte en el buen ritmo, estoy constante con la tabla y no suelo fallar. En tres meses sin competir se ven atletas que pierden el ritmo y terminan pisando la línea. Yo casi no hice saltos nulos, y todos tuvieron buenos resultados. Hasta mi sexto salto no sabía qué podía pasar, pero por cómo venía la prueba creo que estaba asegurado el bronce, y venía arriba del que venía cuarto. Cuando vi que había obtenido el bronce decidimos parar.

¿Cómo transcurre tu preparación para Doha? ¿Qué se te viene?

El 8 me voy a Madrid para hacer la preparación previa; quiero seguir mejorando las molestias, mantener el nivel y el objetivo es lograr llegar a una final. Hay 32 cupos para los Juegos Olímpicos y yo sigo decimoprimero en el ranking mundial, por lo que estaría clasificado a Tokio. Tengo que llegar al 100% y seguir en el nivel. Luego de eso pararía; se viene la pretemporada y prepararé lo que haya. Hay Iberoamericano, Mundial Indoor y los Juegos Olímpicos. Estoy bien. Fue un gran año, con el campeonato sudamericano y la medalla panamericana.