Cuando el fútbol empieza el mundo calla. Calla entonces el mundo constantemente. Al menos para feligreses del cemento. Claro está que el mundo sigue. Quizás ese es el virus que nos enferma. La enfermedad entró en ebullición en las tribunas. Propios y extraños. En caravana desde el apestado este de la segunda quincena. O en una caminata furtiva desde Pueblo Victoria. Al Parque Nassazi fueron de todos los barrios. El futbolero y la futbolera calmaron su sed, un inhóspito día de enero. Calló el mundo, gritó la tribuna. El santo ascenso. El pan nuestro. Adentro valores, Xavier Páez, Mathías Goyeni, el capitán Ignacio Hernández, el Gringo Walter Fernández, años en el rubro, en filas de Uruguay Montevideo. El que la maneja es Jairo Coronel. En Rocha Martín Barloco en los confines del arco, el Caballo Martín Cardozo, la insistencia de Agustín Gallego, quién convirtió el primero, tras gran centro de Álvaro Torres y exquisita bandeja de Santiago Barboza que la bajo de cabeza con gran esfuerzo. El empate llegó también por las alturas, Matías Quiroga lo gritó hasta quedar bordó. En los alambres doblaron púas. Fue un primer tiempo ríspido, digno de lo que estuvo en juego.

Para el segundo acto hubo cambios en los capitalinos. Rocha apostó a dominar el tiempo, las ansias de años agolpadas. Los capitalinos se jactan de ser “el más grande de la C”, al menos eso dicen los muros del Parque Ancap, trasladados al Prado en telas celestes y negras. Yo te perdono, pase lo que pase, dice uno de los lienzos. Del Atlántico al arrozal, dicen enfrente, y “No te ama tan solo en el palmar”, versos que nacieron para canchas sin saberlo. Los campeones del 2005, que hicieron de la vaca un ser sagrado casi como en la India, no perdieron nunca la compostura. Los celestes de Pueblo Victoria empujaron con toda la barriada. En la arremetida incansable Michel Sosa cayó en el área y pidieron penal. El juez desestimó. Suspiraron los del este. Los citadinos hicieron bambolear el tejido. Más que nunca expiaron insultos a los de negro. Del otro lado también putearon, en un español casi perfecto. Fue un cuento con final abierto. Solo el silbato sentencia. Agarrones, puteadas, comidas de oreja, planchas, codazos y amenazas. Picado folklórico en el Prado.

Fue empate en uno, y Rocha volvió al profesionalismo con dignidad. Supo transitar las penumbras luego de la fama. Se refugió en la nada. Y volvió. El aplauso para los de Pueblo Victoria fue tan emotivo, como la algarabía del equipo del interior, pero al revés: las dos caras de una moneda desvalida.

Los jugadores de Rocha festejan en el estadio José Nasazzi.

Los jugadores de Rocha festejan en el estadio José Nasazzi.

Foto: Sandro Pereyra

Detalles

Cancha: Parque José Nassazi.

Árbitros: Javier Feres, Diego Lupinacci y Diego Ledesma.

Uruguay Montevideo (1): Lucas Rodríguez; Matías Quiroga, Walter Fernández y Ezequiel Barboza; Emiliano Ferrer, Jairo Coronel, Ignacio Hernández (53′ Christian Heguaburo), Mathías Goyeni (62′ Ignacio Pintos) y Michel Sosa; Sigfredo Veropalumbo y Xavier Páez (46′ Facundo Rodríguez). Entrenador: Carlos Rodao.

Rocha (1): Martín Barlocco; Rodrigo Campanile, Martín Cardozo, Guillermo Niski y Hernán De León; Agustín Gallego (94’ Agustín Santana), Mateo Schiaffino (46′ Emiliano Techera), Matías Albaqui y Alvaro Torres; Sebastián Cal (74’ Jimmy Evans) y Santiago Barboza. Entrenador: Gustavo Machado.

Goles: 19′ Agustín Gallego (R); 39′ Matías Quiroga (UM).