Alejandro Capuccio ya no tiene 20 años. Medita las posibilidades que se la han ido presentando de forma amplia, en familia, con el trabajo en el estudio de escribano que es su real medio de vida. Sin embargo, los éxitos deportivos de la mano de la austeridad, el conocimiento del medio, la idea y la pasión lo han llevado a estar en boga porque Rentistas, su equipo, no para de suturar puntos desde el año pasado en la Segunda División. No sólo peleó el campeonato y el ascenso de punta a punta, sino que siguió de largo en Primera y hoy en día está en el ruido. ¿Cómo lo hizo? Quizás administrando con los años esa pasión esquiva del futbolista que no fue. O encontrándole la vuelta a la vida sin soltar ese deseo marcado con líneas de cal. La clave puede estar en la elección de futbolistas a los que enfrentó en todas las formativas como técnico, quizás en lo prolífico de su vida, quizás en la búsqueda constante, en la inquietud, en “no cambiar figuritas con ninguno”. El DT conversó con Garra sobre la actualidad del equipo del Cerrito de la Victoria y sobre la gestación de su carrera como director técnico, amparado en la realidad y con ansias de crecer, cerca de casa.

¿Qué son todas estas carpetas que tenés arriba del escritorio?

Se me acumula el laburo. Como no hubo partido voy avanzando. Hay una compraventa de una casa, una SRL, la compraventa de un auto. De abogado no ejerzo desde hace más de 15 años. Ejercí tres años, me aburrí de divorciar gente amiga. Me encantaba el derecho penal de chico, esas cosas como Matlock. Dardo Presa, que era mi profesor de Penal, me dijo que me faltaba una materia, y yo le decía que no, que había salvado Penal 1 y Penal 2. Y me faltaba una materia, nomás: me llevó al Comcar y al Penal de Libertad y me mató la tristeza. Si vas a ese lugar es a ayudar, y sentí que no tenía la capacidad para eso. Entonces no ejercí penal; empecé en las audiencias de laboral: cero derecho, no lo disfruté. Después hice un poco de derecho civil y comercial, pero arrancabas un juicio y duraba dos años; me aburrí. Y si me aburro, huyo. Después hice derecho de familia y divorcié pila de amigos, y no me sacaba la mochila. Entonces dije que abogacía no. Quería estar en el fútbol. Entonces, de mañana fútbol y de tarde en el estudio de escribanos, con amigos de hace más de 20 años. El día a día se disfruta mucho, la profesión es muy sistemática. No es lo que yo estudié para realización personal, pero tengo que agradecerle a la vida que es mi principal ingreso. Mi realización personal es el fútbol; no pude como jugador, intenté de profe y no me gustó, y ahora estoy en este lado.

Corriendo varias carreras a la vez, ¿el fútbol es la pasión primera?

Desde 1995 a 1998 hice la carrera en el ISEF [Instituto Superior de Educación y Física], y Derecho desde 1994 al 2000. Hice las dos carreras en paralelo. Divina etapa. Pero sí, el fútbol es la pasión. De chico iba a la escuela Paraguay de 8.00 a 12.00 y después me iba al Club Banco República hasta las diez de la noche, todos los días, todos los deportes. Mi madre me corría con un refuerzo de manteca y dulce de membrillo para que comiera algo. Así fue mi infancia. Básquetbol, fútbol, judo. Gabriel Moreira era el profe y además profe en Nacional y me dijo: “¿Y, Pinocho, te querés probar?” Mi viejo no me dejaba por el ambiente del fútbol. Gabriel lo llamó y le dijo: “Héctor, yo estoy ahí”. Era preséptima y estuve hasta cuarta. Cuando estuve en quinta quizás fue el mejor momento, porque era titular con el Chino [Héctor] Salvá, y [Héctor] Revetria me llevó a una gira por el interior con la tercera. Después vino [Humberto] Grondona (hijo) y me dijo: “Pinocho, a mí me gustan los zagueros de 1,85 para arriba”. No iba a llegar nunca. El tipo se portó bien igual, pero empecé a jugar en Nacional Universitario porque estaba perdiendo fútbol. Cuando quise acordar, estaba estudiando Derecho, Educación Física y jugando en Nacional Universitario. Me vinieron a buscar para que fuera a Defensor, a Wanderers. Pero yo estaba con una tristeza enorme porque había dejado de jugar. Estaba seguro de que llegaba, pero me morí de la angustia. Desde 1995 hasta el 2000 no fui al estadio. No quería nada, así es como siento la pasión del fútbol.

“Sueño con mejorar acá, trabajar sobre certezas”.

¿Pensar en la educación física fue pensar en seguir ligado de alguna manera?

Sí, siempre. Me recibí de profe, y Eduardo y Alejandro Acevedo me invitaron para la sub 20 de la B: [Hugo] Costela, el Piojo [Leonardo] Rojas, Carlos de Castro, que falleció, un crack como persona. Fue la primera experiencia; después se desarmó, no había apoyo. Ahí [Miguel Ángel] Puppo me llevó a Fénix, donde estaba el profe que también falleció, Fabián Moreno, y Fernando Balda en tercera como técnico y de ayudante de Puppo. Yo agarré de profe de tercera y como ayudante de Fabián, que me llamó y empecé a ir a primera, pero no tenía un cargo específico, estaba ahí; tenía 19 años. Me empecé a convencer de que era por ahí, pero después me di cuenta de que tenía ganas de hablar. Y como profe no podía dar el paso porque no tiene nada que ver con la ética y el técnico es otro, aunque ahora eso cambió.

Vos querías dirigir primera división.

Sí. En 2014 me llevó Marcelo Más a Fénix y metimos un campeonato brutal: Leo Fernández, el Indio [Nicolás] Fernández, [Emiliano] Mozzone, Agustín Canobbio. Estaba robado. Le sacamos un invicto a Peñarol de 48 partidos: [Diego] Rossi, [Federico] Valverde, Franco Martínez, Renzo Rodríguez. Al tiempo me vino a buscar [Juan] Auntchain para ir a Peñarol, tuve la sexta, la 2000 y la 2001. Tuve a [Ezequiel] Busquets, a [Facundo] Pellistri, al Canario [Agustín] Álvarez y [Agustín] Álvarez Wallace, que es un cinco de novela. Ahí conocí el mundo, había conocido lo que sentía Nacional, mamé todas las historias del Pato [Eugenio] Galvalisi, pero siempre pensaba: ¿qué piensan los del otro lado? Ahí entendí también lo que sentía Peñarol.

Con todo ese bagaje en inferiores debés de tener un acervo increíble de jugadores vistos.

De la 95 a la 2000 tengo todos los jugadores escauteados. Gracias a eso fue que cuando llegué a Rentistas y armamos el plantel para 2019 me enteré de que [Maximiliano] Falcón estaba libre y lo traje. El mejor zaguero del año pasado, y este año la pelea con cualquiera. Traje a [Michael] Bonnet, que había estado en la 98 de Peñarol. Me traje a [Gonzalo] Roca, que era mi capitán de tercera en Wanderers. Este año [Ramiro] Cristóbal, el mejor cinco del futbol uruguayo lejos. Él y [Alexis] Rolín son los mejores en el pase filtrado hacia adelante, en la velocidad que le dan; no hay otros que lo hagan así.

¿Cuál era la idea cuando llegaste?

Estaba en Wanderers, en cuarta y tercera. En primera estaba [Jorge] Giordano. Pensé que si Giordano se iba era mi oportunidad, pero se lo dieron a [Eduardo] Espinel. Entonces avisé que si me salía algo me iba y salió Rentistas, los últimos seis partidos para terminar el campeonato. El objetivo fue armar el plantel para 2019. Y armar para subir, aunque con un presupuesto bajo. Estuvimos 17 de 22 fechas en ascenso directo. El play off estuvo durísimo, las diferencias no eran nada, ni con Sud América ni con Villa Española. Todo eso incidió.

¿El piso sintético tiene que ver en los buenos resultados?

Para mí se habla mucho más del sintético que lo que es en realidad. No creo que beneficie a un equipo, lo que pasa es que el sintético al que tiene mucha precisión se le nota, y al que no la tiene también se le nota. Nosotros tenemos más puntos afuera que adentro. Antes de la pandemia hablaban del sintético y de los nueve puntos que teníamos: tres habían sido por ganarle a Nacional en el Centenario, tres a Boston en Florida, y los otros sí, en el Complejo, a Maldonado cuando faltaban diez minutos. Algún mérito tiene que haber, ¿no?

¿El modelo de juego se elige y después se transforma según las circunstancias?

A mí me encanta el juego de posesión. Lo juega cualquier cuadro español, mucho cuadro portugués, todos los italianos y algún inglés, acá River argentino o Independiente del Valle. Sin embargo, en los planteles de estos dos años tenemos un juego mucho más directo, de transiciones, que un juego de pases, de posición y de posesión. Ahora estamos readaptándonos otra vez, estamos sufriendo una metamorfosis, porque se fue [Cristian] Olivera y nos quedamos sin esa ruptura. Ahora son todos más de apoyo, y a eso estamos jugando. Hay muchos jugadores importantes, pero a veces hay que tener jugadores en el banco con las mismas prestaciones y no los tenemos, entonces estamos volviendo a esa otra idea de la posesión, más cualitativo, más de asociación.

¿Qué proyecciones tiene Rentistas?

Como equipo, salvarnos del descenso. Es la primera que quiero cliquear. Pasó que antes de eso, que es a largo plazo, tenemos el Apertura y está divino.

¿Y personalmente?

Personalmente este trabajo es un medio de vida. No es fácil, tenemos una familia con mi esposa y no son decisiones personales, por ejemplo, las de salir al exterior. Me han ofrecido salir por un dinero importantísimo (al menos para mí), pero no me voy a ir solo, o sacar a los gurises del colegio, o cerrar el estudio. Adoro el Uruguay. ¿Festejar mi cumpleaños dentro de un banco de suplentes, solo? Me muero de la angustia. Me gustaría crecer acá, al menos hasta que los gurises crezcan. El chico tiene cinco años y los va a tener una vez sola. Mejor hacer méritos acá. Sueño con mejorar acá, trabajar sobre certezas. Ya no tengo 20 años.