El Atlético Madrid, con Josema Giménez, la llegada de Luis Suárez y la posibilidad de que Lucas Torreira se sume al plantel, se convierte en un equipo de tonos celestes a pocos días del debut de la selección en la fase clasificatoria del Mundial de Catar 2022. Al estadio Metropolitano se llega rápidamente en un metro desde el centro de la ciudad, pero en este inicio de temporada tan atípica queda muy lejos.

El sábado amaneció incómodo en Madrid. Con nuevas medidas restrictivas, las calles frías y la incertidumbre en el ambiente. En medio de la pandemia, la disputa entre la clase política también impacta y la comunicación de la nueva normativa no queda clara para la gente. Con menos limitaciones que en marzo, a partir de esta semana los residentes madrileños no podrán salir de la ciudad, pero sí de sus casas. Las mascarillas, acostumbradas a recorrer las calles, transitan cuidadosas y sus portadores habitan los espacios de siempre con un extraño sentimiento de sentirse en falta. A pesar de todo, el fútbol se juega y las televisiones se visten de verde durante todo el día. Los estadios están vacíos, pero los bares —un lugar central de la vida social de Madrid— todavía reciben a los hinchas. La sensación de contradicción sobrevuela constantemente cada decisión política, individual, colectiva.

Las cáscaras de las semillas de girasol ya no tapizan las gradas, ni se preparan miles de bocatas para degustar en los entretiempos. Los gritos que se escuchan por los parlantes no son de tribunas llenas, y aunque parezca que haya gente no la hay, son grabaciones reproducidas por los canales de televisión. Es una mezcla de realidad y estudio de grabación.

En los bares la gente se encuentra, las mesas afuera siguen concurridas y con las primeras temperaturas bajas las de adentro también empiezan a ocuparse a la espera de una cerveza recién tirada. En la tele juega el Atlético de Madrid con Luis Suárez disputando su tercer partido de rojiblanco en una semana, y como sucedió el miércoles pasado, ni él ni sus compañeros pudieron convertir ante Villarreal. Otro 0 a 0 que enfría el sentimiento ganador de la goleada del debut. Relator y comentarista hablan de localía y verbalizan unos datos accesorios, pero ese partido se podría estar jugando en el Metropolitano o en cualquier otra parte del mundo. Los estadios se construyen cada vez más como no-lugares y, sin gente, esa sensación se amplifica.

A unas cuadras de la Puerta de Toledo hacia el río Manzanares, en un barrio colchonero por ubicación y sentimiento, una taberna con identidad tiene la tele prendida y una veintena de hinchas observan, gritan y sufren con su equipo a cara descubierta. A pocos metros de ahí la maquinaria de una obra avanza sin mirar atrás. Ya no queda ningún rastro del estadio Vicente Calderón, y dentro de pocos años unos edificios ultramodernos pisarán sus cimientos.

“Vas a ver, ahora entra Diego Costa a los 70 y ya está. No jugamos más ”, le dice un hincha vestido de colchonero a otro en el entretiempo. Al Atleti le costó llegar con peligro al área rival, así como a los espectadores entender que no podían acodarse a la barra debido a la nueva reglamentación que limita el aforo, el horario y las ubicaciones dentro de los bares de la ciudad. El mozo, como Suárez en la tele, hace un gesto de resignación. Ambos insisten y vuelven a repetir, pero sin éxito.

“¿Al final viene Torreira?”, pregunta un hincha de una mesa a otra desconociendo que el volante había llegado a Barajas unas horas antes para realizarse el chequeo médico e intentar cerrar su acuerdo con el Atleti. El uruguayo estuvo dos años en el Arsenal londinense y si logra acordar su contratación, llegará a Madrid cedido por un año con opción de compra por parte de los colchoneros. Mientras tanto, Josema Giménez espera el alta tras el positivo por covid-19 y todavía no ha podido debutar en esta temporada, así como se perderá el inicio de las clasificatorias con Uruguay.

La predicción del hincha, conocedor de los movimientos de Simeone en su décima temporada en el club, es acertada y Suárez deja la cancha exactamente a los 70 minutos, pero entre cerveza y discusiones no se entera hasta casi el final. El Atleti lucha incómodo en busca de un gol para ganar el partido, pero no lo consigue.

Con el pitazo final, el bar queda vacío y desilusionado, esperando que dentro de 15 días, cuando regrese La Liga, todo sea menos confuso.