Arrancó el camino de los equipos uruguayos en la Copa Sudamericana y fue con victoria de Fénix. Es cierto que el 1-0 es corto, que fue conseguido por arriba cuando no salía el fútbol que le gusta a Juan Ramón Carrasco, y que esa diferencia parece corta pensando la vuelta en el Atahulpa de Quito; pero es un triunfo, al fin de cuentas, y en una competencia de eliminaciones directas pone la pelota en la cancha del contrario. El buen cabezazo de Ignacio Pallas pone adelante a Fénix para la revancha, que será el 20 de febrero en Ecuador.

Los de Capurro hicieron los méritos y el gasto. Sorprendió Carrasco con la formación inicial, sobre todo por la ubicación de Ángel Rodríguez, típico volante central que arrancó jugando de zaguero por izquierda en línea de tres. Con cuatro volantes, el DT albivioleta buscó hacerse con la pelota y jugar desde ahí ante un El Nacional más bien retrasado y con intenciones de jugar a la contra. Fénix tuvo pelota y espacios, pero careció de sutileza en los pases finales y eso lo pagó no pudiendo embocar ninguna. Como contrapartida, de tantos hombres que se sumaban a las ofensivas, sufrió con algún ataque rápido de los ecuatorianos.

Fue recién en el segundo tiempo que Fénix arrinconó a El Nacional con la idea que le gusta al entrenador: rápido por abajo, pases con rotación y verticalidad directa. Agustín Canobbio y Bruno Scorza -los dos entraron en el arranque del complemento- fueron importantes en ese fútbol que impuso el albivioleta. Desde ahí si se crearon varias chances de gol que fueron transformando al arquero rival, Johan Padilla, en el responsable del cero en su arco.

Sabiendo del potencial aéreo de Pallas y de Leonardo Coelho, más la inteligencia para colocarse en el área de Maureen Franco, cada pelota quieta Fénix la aprovechó como motivo de ataque. Los dos zagueros ganaron en un par de ocasiones y estuvieron cerca. Pero ninguna fue una de esas jugadas donde el futbolista gana limpio, fuerte, a la carrera, como para imponerse y mandarla adentro. Hasta que Pallas, hombre que sabe del juego en el piso de arriba, saltó más alto que todos y puso el esperanzador 1-0 a falta de 10 minutos. 10 minutos de la ida más los 90 de la vuelta. Por ahora la ecuación es buena.