En las tardes de verano, incluso en las que se sufre la ola de calor, se reúnen en el complejo de Juventud de Las Piedras varios planteles de juveniles, entre ellos el de mujeres. El centro que la institución pone a disposición de las formativas está compuesto por tres canchas perfectamente acondicionadas y varios vestuarios a los que se accede por un pasillo adornado con los trofeos que Juventud obtuvo a lo largo de su historia. A mediados de enero volvieron a entrenar, luego de las vacaciones. Mientras el sol empieza a esconderse, las jóvenes se acoplan en el vestuario y bajo un clima fervoroso intercambian chistes, risas y miradas, de las que sólo el fútbol sabe. La sub 19 es dirigida por Ignacio Vallejo con la ayuda de Magalí Barrios, y la primera, que está terminando de formarse, por Patricia Cor Ancheta.

Luego de ponerse las camisetas de entrenamiento –que tienen al shopping local como patrocinador– las chicas se acercan a la cancha más alejada de los vestuarios, que tiene de fondo un molino de viento que gira como si fuera al ritmo de las piernas de las gurisas que empiezan a calentar. Los trabajos que Vallejo planea previo a cada encuentro con la intención de que mejoren en cada jornada se hacen más divertidos por lo competitivas que se muestran las futbolistas, quizás porque tienen entre 15 y 19 años.

El entrenamiento lo viven como si fuera un partido, tal es así que se comete una infracción y entre todas determinan qué es penal. La tarjeta roja para Federica y la posibilidad de patear para María, que remata y se va para la otra cancha. “Si era un arco de verdad entraba”, la consuela el entrenador.

Las chicas son todas oriundas de Las Piedras. “Es común que desde aquí vayan a jugar a Montevideo, pero no al revés”, sostiene Vallejo, quien es la excepción del equipo, porque viaja desde su oficina en Punta Carretas hacia Las Piedras en cada jornada. Entrenan tres veces a la semana, aunque lo ideal para el entrenador serían cuatro, pero no lo establece porque considera que en este caso las jugadoras ven al equipo “como un club de barrio al que se va cuando se quiere, porque siempre está abierto”.

El lugar que merecen

La gerencia deportiva del club tiene como objetivo para este año consolidar la categoría femenina, “ese es el único resultado que importa”, explica el entrenador, por lo que el cuerpo técnico no tiene todavía objetivos deportivos marcados: “Por ahora son todos formativos”, agrega. “Es necesario que nos vaya mejor que el año pasado: cuando yo llegué, a mitad de año, habían ganado 27% de los puntos, luego, en la Copa de Plata ganamos 54% de los puntos, porque Ayelén se lesionó; las posibilidades de haber salido campeonas estuvieron”, considera.

Es la época del año en que se evalúa el rendimiento de las jugadoras para poder establecer un modelo de juego adecuado. Los entrenamientos son para que vayan aprendiendo la idea de juego del entrenador, “para ver los vicios, las oportunidades y poder ordenarlas; les faltan conceptos básicos porque casi todas empezaron de grandes”, explica.

La práctica hace a la futbolista

Es común que la mayoría de las jugadoras de sub 19 o primera no hayan hecho la escuelita, porque recién a partir del año pasado –cuando, según varios entrenadores, empezó un auge del fútbol femenino– abrieron varias escuelitas mixtas o sólo de niñas, quizás incentivados por el trabajo de la Organización Nacional de Fútbol Infantil (ONFI), que se encargó de hacer recorridas en todo el país, dando charlas para incentivar a que crezca este espacio. Quienes hoy tienen de 18 años en adelante y fueron al baby fútbol, además de ser privilegiadas son, por lo general, las mejores jugadoras. Porque ese es el secreto: aprender en los años en que se da el proceso de socialización, allí se adquieren mejor los conceptos y todo queda.

Ayelén Pedrozo es la referente del equipo. Juega desde los cinco años, hizo baby fútbol en Progreso con varones. A los siete jugaba en paralelo con varones y con la sub 13 de la escuelita, allí empezó a jugar fútbol femenino. Años más tarde la llamaron de River Plate y, finalmente, desde hace tres años juega en el equipo pedrense. Su familia siempre la apoyó, aunque a su madre le costaba al principio: “Ahora si no juego se preocupa pensando que me pasa algo”, dice Ayelén.

El fútbol es mucho más que el juego en la cancha, y es por eso que a Ayelén lo que más le gusta de este deporte es el entorno: “El ambiente es muy lindo, conocés gente hermosa, todos los días aprendés algo nuevo y no sólo de fútbol”, explica. “Me gustaría vivir del fútbol, mi sueño es salir del país. Con las compañeras que tengo y el apoyo del club, del técnico y de los padres creo que se va a dar la oportunidad. Todo eso te motiva: el grupo humano es lo principal, perdemos e igual salimos riendo”.

Persevera y triunfarás

Marta Vieira y Karen Lloyd son sus referentes, y trabaja para ser como ellas. Va por buen camino. El 7 de junio del año pasado Juventud fue anfitrión en un encuentro internacional en que se enfrentó con River Plate de Argentina y también se disputó un amistoso entre Peñarol e Inter de Porto Alegre. En esa instancia Ayelén ganó el premio a la mejor jugadora, por ser la que más se destacó entre los cuatro equipos. Para este año espera más formación: “Si seguimos así, con este grupo, y si venimos a formarnos como jugadoras y como seres humanos, vamos a lograr lo que queramos, porque los títulos vienen sólo si le metés”.

El sol terminó de esconderse por completo y luego de estirar, el grupo de jóvenes ayuda a los responsables a juntar el material utilizado. Aunque ahora estén cansadas no cambia el clima de entusiasmo, son el único plantel que queda. Poco a poco se van yendo, en subgrupos de a dos o tres, solas o con algún padre o madre que pasó a buscarlas. La iluminación desaparece por completo y las canchas descansan para esperar una nueva jornada, donde más de 15 mujeres soñarán con trabajar de su pasión.