Fue hace añares. Primer año de liceo. Con compañeros llevamos adelante una de las cosas más importantes de aquel nuevo mundo: organizar al equipo de la clase. Aquella camiseta azul con cuello y puños amarillos y una hache en el corazón (éramos el 1º H), confeccionada por Covadonga, no tenía ni un lavado cuando acaeció el suceso que fue la chispa inicial de esta nota.

Estaba muy bravo el partido contra los del I. Nos habían dado una chaira bárbara, pero, aun así, con aquel bombazo del Pallas, les estábamos empatando 1-1 y era un triunfo. Yo había dejado mi posición de 9 hacía rato. El Canario, que era crack, enganchó dos veces a la derecha y amartilló; volvió a enganchar y dejó a Carlitos, nuestro golero, por el piso. Ya sin rivales, sacó el derechazo seco, rasante. Haciendo de jas derecho bis, sentí que era mi oportunidad de ser el héroe de aquel grupo y me tiré como si fuese Carrascosa a hacer un cierre salvador. Con aquella pierna zurda, que sólo me servía para subir al trole para ir al liceo, le tiré un viaje, pero ¡pif, paf! y le hice agarrar un efecto calzoncillo que terminó con la 5 Aros en el ángulo de nuestro arco. Fue mi temprano e innecesario contacto con el gol en contra, y no se olvida.

¡Golazo!

El otro motor de esta solicitada a la FIFA está situada más de 40 años después y su protagonista es otro 9, el mejor, Luis Suárez, que en Manchester, jugando para el Barcelona, remató una jugada perfecta de 48 toques con un cabezazo preciso. El gol fue el de la victoria de los catalanes y valió, pero los jueces, la UEFA y la FIFA se lo sacaron a Luis y lo dieron en contra porque le sacó una pelusita a un fulano que pasaba por ahí. Ese día, en mi cuenta de Twitter, propuse abolir el gol en contra y que sea del último jugador del club anotador o, si no fuese posible, del capitán del equipo que anotó.

A favor de la alegría

Nadie quiere cargar con el oprobio de un gol en contra, y ningún o ninguna laburante del gol siente que hay justicia cuando le birlan la gloria. La propuesta para unificar criterios en torno a la autoría del gol en cuestión es muy básica:

  1. La autoría del gol siempre debe ser de un o una futbolista del equipo que marcó ese tanto.
  2. La regla universal debe decir que el gol se le concede al último jugador del equipo atacante que, intencionada o accidentalmente, haya golpeado la pelota antes de concretar el gol, sin importar si la pelota iba en dirección de la portería contraria o no.
  3. En el caso de que sea imposible aplicar los incisos 1) y 2), el gol debe acreditársele al capitán del equipo anotador.

Amigos de la International Board, amigos de la FIFA, no manchemos la gloria fatua y finita de un gol. No carguemos con mochilas de plomo aquellos bienintencionados cierres, pifias y palomitas, que terminan con la globa en la propia red. Es hora de abolir el gol en contra.