La comunicación está fallando. Puede ser una percepción equivocada, pero el mensaje no es claro o nosotros no lo decodificamos en la dirección correcta. O aun, siendo las instrucciones y los exhortos claros y precisos, una parte importante de nuestra comunidad, por necesidades básicas o porque no está en correspondencia con los demás y se siente invulnerable, está viviendo estas horas como si nada hubiese pasado o nada fuese a pasar.

Enmarcado en esa laxitud, inconsciencia o irresponsabilidad que hace ver nuestras ciudades como siempre, es que, como si la vida diaria nos condujese a la necesidad de retomar rápidamente nuestras obligaciones, también nos empujara, aunque sea espiritualmente, a retomar nuestros momentos de plenitud, de demanda de deporte, del gusto por seguirlo, practicarlo, verlo. Pasó el 13 de abril, una fecha expresamente establecida como primer límite de cuarentena por distanciamiento social.

Así, con todo en movimiento, la gente se pregunta cuándo vuelve el fútbol, cómo sigue el Uruguayo, los dirigentes hacen cuentas y, en algunos casos, dejan ver que mucho es plata y negocio y poco es pasión y deporte, y todo se problematiza en torno a los clubes, los campeonatos, las fechas, la preparación adecuada, la televisión y los partidos con público o sin público. Una vez más, parece quedar fuera del foco de análisis el deportista, es decir, el futbolista y su presente.

Juego y trabajo

Antes que preguntar, teorizar, trabajar hipótesis de cómo, cuándo y dónde se reanudarán las competencias y sus campeonatos, queremos dar una mirada al presente de los planteles. La mayoría de los jugadores profesionales están en seguro de paro. En la Primera División, sólo Cerro Largo no ha utilizado ese recurso. Una vez concluida la licencia de diez días que muchos clubes de esa divisional adelantaron a sus deportistas para ir ganando tiempo, y a sabiendas de que en junio-julio –que es cuando se debería otorgar esa licencia– no será posible hacerlo, los clubes usaron el mecanismo de seguro por desempleo con el Banco de Previsión Social (BPS).

Es condición necesaria para estar en el seguro de paro haber trabajado los últimos seis meses y que el club esté al día con sus aportes. En principio, los clubes compensan el porcentaje compuesto por los aportes al BPS con el de sus acuerdos contractuales con los futbolistas. El seguro es 50% del promedio de los sueldos de los últimos seis meses, pero con un tope que llega asciende a 45.000 pesos.

Burocracia en línea

Hay algunos clubes, como Peñarol, cuyos dirigentes, sin consultarlo con los futbolistas, determinaron topear los complementos para el seguro de paro. En algunos casos, la diferencia entre lo que cubre el recurso de BPS y el sueldo acordado es muy grande. Eso se repite en unos cuantos clubes. En la Mutual se procura, en primera instancia, que ningún futbolista deje de cobrar y que nadie cobre menos que lo que había pactado.

Para los casos en que es imposible, en virtud de las disposiciones legales, acogerse a los derechos del seguro de paro, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y la Mutual –y también el director nacional de Deporte, Sebastián Bauzá, según lo que declaró en Último al arco, en Sport 890– buscan soluciones y que el Ministerio de Trabajo avale una compensación de un porcentaje menor para aquellos que quedan excluidos del seguro de paro.

En los clubes de la B, en los que la gran mayoría no estaba en condiciones de recibir el seguro de paro, la Mutual y la AUF acordaron cubrir esos sueldos con el Fondo de Garantía, acordado y generado por el impulso de la gremial de los futbolistas. “Hay muchas acciones burocráticas que pueden estirar la resolución de cualquier situación: desde el aviso del club, el trámite del BPS, después el momento y la forma de cobrar, hasta que nos llegue a nosotros la información de algún problema”, manifestaron a la diaria desde la gremial de los futbolistas.

Esperamos y queremos que vuelva nuestra vida normal, y con ella el trabajo, el estudio y el fútbol. Pero no queremos que atienda a intereses económicos de terceros, que no son los jugadores, no son los trabajadores, no son siquiera los dirigentes. Por ahora, lo que podemos hacer es –ya que les gusta utilizar el concepto de “a la uruguaya”– formar una línea de cuatro prolija, que juegue liso y con algún dedazo para afuera de la cancha si es preciso. Esperar organizados y bien paraditos.