No se había armado el partido y a los 40 segundos, para desgracia de Julio Domínguez, Nacional ya ganaba 1-0. Madrugón y después.

Juntos, juntos, juntos. Como un mantra, Gustavo Munúa repitió constantemente, pidió, recordó. Puso en palabras, movimientos. Leonardo Ramos es de otra estirpe, más de la supuesta garra. De la presión. Del aliento. Nacional y los cientos de triángulos como estelas del balón en el pasto demasiado húmedo. Danubio, con la presencia de Luciano Nequecaur y los impulsos individuales de Rodrigo Piñeiro. Plantado el equipo de la curva, tuvo tres, cuatro que fueron claras. Nacional, sin embargo, con mesura, creía en la posesión. Fallaba en el último pase.

Con la expulsión de Armando Méndez, Munúa paró de cuatro a Alfonso Trezza, quien había sido fundamental en el primer gol tricolor. En ese movimiento le pidió a Guzmán Corujo que ordenara al gurí. El vacío del cemento permite oír los detalles. Hay cierta emoción por el pedido, una delegación de la responsabilidad, una confianza. Una docencia colectiva.

Santiago Rodríguez, de Nacional, y Mauricio Victorino, de Danubio, en el Gran Parque Central.

Santiago Rodríguez, de Nacional, y Mauricio Victorino, de Danubio, en el Gran Parque Central.

Foto: Fernando Morán

Danubio no dejó de gravitar. Piñeiro estaba inquieto, prendido al juego. Nequecaur, esa argentinidad del puesto. Cuando se fue expulsado Santiago Mederos, también por doble amarilla, terminaron de estar disconformes todos. Los gritos de los pocos se notan demasiado. Hay una angustia volando como una bolsa de nailon en la enorme tribuna vacía. El hastío por la incertidumbre. Por las distancias. Lo contrario a lo que siguió pidiendo el técnico tricolor. Juntos, juntos, juntos.

Hay una nostalgia en una pelota que queda perdida en la Abdón Porte. De nadie. En el olvido. Por momentos Nacional caía en la intrascendencia, pero el tiempo estaba de su lado. Danubio y los nervios. Trezza tuvo el segundo. “Eso es, con hambre de gloria”, le gritaron. Alguien fue a buscar la nostalgia a la Abdón. Mientras, Bergessio en precisa jugada individual, tras asistencia de Santiago Rodríguez, puso el segundo.

Danubio siguió insistiendo, pero se fue desdibujando. Ramos hurgó en el banco. Nacional, con la ventaja, manejó los tiempos. Gonzalo Castro tuvo mucho que ver en eso. Munúa, con indicaciones específicas y el mismo pedido. Juntos. Nacional ganó en su barrio. Danubio, aunque con otra lógica, aunque cambiando la cara, no pudo anteponerse al gol del inicio ni a la subsiguiente confirmación por Bergessio (cuándo no).

Agustín Oliveros, de Nacional, y Santiago Paiva, de Danubio, en el Gran Parque Central.

Agustín Oliveros, de Nacional, y Santiago Paiva, de Danubio, en el Gran Parque Central.

Foto: Fernando Morán

Detalles

Estadio: Parque Central

Árbitros: Jonathan Fuentes. Asistentes: Horacio Ferreiro y Gabriel Popovits

Nacional (2): Sergio Rochet; Paulo Vinicius (80’ Matías Laborda), Guzmán Corujo, Armando Méndez, Agustín Oliveros; Claudio Yacob, Gabriel Neves, Alfonso Trezza, Gonzalo Castro (80’ Felipe Gedoz); Santiago Rodríguez (87’ Santiago Cartagena), Gonzalo Bergessio (77’ Thiago Vecino). Entrenador: Gustavo Munúa.

Danubio (0): Salvador Ichazo; Julio Domínguez, José Luis Rodríguez, Mauricio Victorino, Nicolás Prieto (64’ Santiago Paiva); Lucas Rodríguez, Leandro Sosa (74’ Lucas Monzon), Santiago Mederos, Rodrigo Piñeiro; Luciano Nequecaur, Facundo Labandeira (43’ Briam Acosta). Entrenador: Leonardo Ramos.

Goles: 1’ Julio Domínguez (e/c) (N), 55’ Gonzalo Bergessio (N).