“Que esta participación represente una oportunidad de recibir más apoyo: desesperadamente precisamos tener una cancha propia, el hándbol entrena diez selecciones, cinco de cada género, y necesitamos un lugar para hacerlo, porque con las condiciones que tenemos ahora no alcanzamos los volúmenes necesarios de entrenamiento”, expresó el técnico de la selección uruguaya de hándbol, Jorge Botejara, al finalizar la participación en el Mundial de Egipto.

La celeste cayó en los partidos de la primera y la segunda fase y se despidió luego del encuentro con Brasil (37-17). Antes se había medido con potencias mundiales: España (38-23), Polonia (30-16), Alemania (43-14) y Hungría (44-18). No pudo enfrentarse con Cabo Verde, a quien iba a darle pelea. Los africanos se retiraron de la competencia por los contagios de covid-19 en su plantel, no se presentaron a jugar y de esa manera Uruguay se quedó con el partido 10-0.

Botejara dijo a Garra que lo más importante que rescató de la competencia fue irse sabiendo cuáles son los aspectos a mejorar en lo deportivo: “Lo que más me llevo es la confirmación de la importancia que tienen la preparación física y la capacidad sostenida de producir potencia en el campo para tener un desarrollo técnico-táctico correcto; así que, como técnico, me llevo la confirmación de algo que uno visualiza, pero en vivo y en directo se ve muy claramente, al igual que la importancia de tener un plantel extenso que permita sostener el nivel de juego del equipo”.

La actuación se midió en comparación con el Sudamericano y el Panamericano disputados previamente; el objetivo era superarse en relación con estas competencias y la celeste lo logró. Para Botejara, estuvieron a la altura del rendimiento esperado y lo comprobaron con indicadores como el nivel de pérdida de balón, la capacidad de hacer goles de contragolpe y de generar opciones de gol desde las distintas posiciones específicas. “Hubo cierto nivel de pérdidas de balón que en algún momento fue superior al que queríamos tener, pero estuvimos al nivel esperado”, afirmó. Sobre lo que significa este hito para la disciplina, consideró: “Ojalá que tenga un significado bien importante. Da la sensación de que hubo mucha difusión en Uruguay, estamos muy agradecidos con el nivel de cobertura que nos dio la prensa, es un evento importante. En este momento, al haber jugado el Mundial masculino de mayores somos el único deporte uruguayo que ha participado en mundiales tanto femeninos como masculinos; esto, para el hándbol, significa posicionarse en un lugar de privilegio en el contexto del deporte uruguayo”.

Lo mínimo e indispensable

“Ya hay unos cuantos jugadores jóvenes en el plantel, y por supuesto que en el torneo uruguayo tenemos identificados a los chiquilines que juegan en la sub 16, sub 18 y sub 21 y que tienen posibilidades de pelear en el futuro un lugar en la selección mayor. Para eso tenemos que mejorar la infraestructura, para poder entrenar más tiempo con los jóvenes que son los talentos que se detectan”, sostuvo el entrenador de Uruguay.

Botejara considera que el apoyo puede darse de muchas formas posibles. “La Federación Uruguaya de Hándbol económicamente no produce dividendos porque tiene poca capacidad de generar dinero, y su primer patrocinador es la Secretaría Nacional del Deporte. Hay auspiciantes privados que también ayudan, pero se necesita apoyo económico para disponer de profesores permanentes con las selecciones inferiores, de forma de tener una planificación y ejecución sistemática de la preparación física, que cuesta dinero. Hay que contratar profesores e ir a los gimnasios. Para nosotros es clave alcanzar una cancha. En Paso Carrasco hay un terreno asignado, cedido por la Intendencia Municipal de Canelones para un campo abierto; para nosotros lo más importante sería una cancha cerrada para entrenar todo el año y así implementar las mejoras, sobre todo en los jugadores de inferiores”.