Peñarol mantuvo la punta y la diferencia del Clausura al empatar 2-2 con Cerro Largo, que sigue invicto -el único del torneo- y a tiro de los aurinegros. Los arachanes se fueron al entretiempo ganando 2-0, y en la segunda parte Peñarol transformó en goles todo lo que no había podido en el tiempo inicial.

Fue un partido de alta tensión, de definición y buen juego, y muchísima emoción. El arranque encontró al puntero intentando construir una diferencia desde el juego, y Cerro Largo bien parado en su campo.

Corrían 33 minutos, inclinados hacia el arco de Domínguez, cuando el marplatense Lucas Di Yorio dio vuelta la tortilla cabeceando de pique al suelo y a las redes. La jugada venía por derecha y era uno de los pocos desahogos cortitos, casi imperceptibles que desde hacía no menos de 15 minutos tenían los albiazules por el presionante y dinámico juego de Peñarol en campo contrario.

Hamiltón Pereira peleó y dejó en posesión neutral a la pelota por la punta derecha. Parecía que era de Valentín Rodríguez, pero Leandro Otormín, que hasta ese momento había estado opaco y sin el brillo de otros partidos, metió un sprint ilógico, dejó parado a Rodríguez, se fue con todo el frenesí al fondo de la cancha y con la pegada que le caracteriza metió el centro gol para que el argentino pusiera el 1-0 para Cerro Largo.

En cualquier situación de otro tipo de competencia, con la lógica que se aplica para comparar y contrastar desempeños, ese gol inicial de los arachanes no cabía en ninguna proyección.

Pero esto es fútbol, y con un ataque y medio de Cerro Largo, contra casi media docena de atajadas del sólido ecuatoriano Alexander Domínguez, los de Danielo Núñez se ponían arriba en el marcador.

Peñarol, con su buen juego, dinámico, rápido y en muchos casos preciso, siguió atacando, por derecha, por izquierda, por el centro, pero con los centrales y compañía trabajando horas extras, los mediocampistas arremangándose cerca de la medialuna, y los puntas pispeando alguna desde campo propio. Los arachanes defendieron su arco seis, siete veces, y en las otras apareció impecable Domínguez.

Se terminaba el primer tiempo, Peñarol lo tenía contra las cuerdas a su rival, y de un casi gol aurinegro, salió un dedazo defensivo, ¡pum!, que Otormín, de puro solidario nomás, peleó con Gary Kagelmacher, que se pasó en su salto, y la pelota le quedó para el goleador, que inició otra frenética carrera hasta el portón del área, donde vio el arco y le dio duro y cruzado para poner el más inesperado –en otro juego o competencia- 2-0.

Irse al vestuario con dos goles de diferencia no era azar, pero sí era un poco haber sacado un buen premio en la lotería que le daría crédito para momentos difíciles.

De revés

Un razonamiento lógico de vestuario, una reflexión que bien pudo haber sido escuchada en el descanso, tal vez haya sido “muy bien, muchachos, muy bien. Jugando así no podemos perder”. Lo raro es que cualquier cuerpo técnico pudo haber ensayado ese razonamiento. Sobre todo el de Peñarol, que había jugado armonizando y creando en ataque. De hecho Mauricio Larriera no ordenó ni un cambio en el entretiempo, y los aurinegros siguieron jugando con plasticidad y rapidez en los alrededores del arco del ecuatoriano. Un ataque y otro ataque, y otro más. Agustín Canobbio, Facundo Torres, Agustín Álvarez Martínez. Y ahí aparecía el golero, los centrales, el eje central.

Pero nada es para siempre. Iba un cuarto de hora, ya Larriera había puesto en cancha a Ruben Bentancourt, y Peñarol martillaba y martillaba, hasta que llegó el descuento. No fue a los ponchazos o de pesado, fue en una acción que en su fase final tuvo por lo menos ocho toques entre Torres, Canobbio, Bentancourt y el Canario, que fue el que remató contra el caño derecho de Domínguez. Golazo.

No hay en mi block de notas mentales ni una jugada que no sean ataques de Peñarol, hasta que en el minuto 68 un centro de tiro libre fue a la cabeza del salteño Bentancourt que la impulsó al arco, donde sobre la línea Carlos Rodríguez puso el empate 2-2.

Cerro Largo, que desde el entretiempo había sumado a un futbolista de ataque más, con el ingreso del fraybentino Leandro Onetto, recién después de que le empataron, ensayó alguna tímida ofensiva, mientras Peñarol, con Cavanito Bentancourt, seguía atacando.

Así terminó el partido, con empate y expulsión pospartido de Gary Kagelmacher, que al igual que Álvarez Martínez (por cinco amarillas) no podrá estar el jueves ante Progreso.