Ganar tranquiliza. Siempre. Y más cuando el presente no viene bien. Peñarol no lograba una victoria desde la fecha 13 del Apertura, cuando venció 1-0 a Boston River. Después el carbonero cayó en malos resultados que no le permitieron pelear el primer torneo del año. También se habló de la conducción de Mauricio Larriera, de si era acertada o no. Para colmo, esta última semana la pasó complicado porque hubo jugadores acusados de violencia sexual y por la citación a Fiscalía del presidente del básquetbol aurinegro, Evaristo González, después de que hinchas hicieran estallar una botella de vidrio mientras se jugaba la final de la Liga Uruguaya. Ganar tranquiliza y mucho más en un clima como ese. Paños fríos. De ahí la importancia del 3-1 que Peñarol obtuvo en su visita a Deportivo Maldonado.

Antes de comenzar el encuentro el presidente de Peñarol, Ignacio Ruglio, fue consultado por la prensa sobre la mala racha del equipo aurinegro. “Estamos deseando que arranque el Clausura, pero quedan cinco partidos clave. Vamos a seguir probando juveniles como [Brian] Mansilla y [Nicolás] Rossi, porque el club tiene que seguir girando y tenemos que encontrar esa estrella con la que el hincha se pueda identificar y así pasar los temporales”, afirmó.

Ruglio también habló de Walter Gargano, el gran ausente de la jornada. En la última semana se hizo público que el jugador fue denunciado por acoso. Consultado por la situación, el presidente de Peñarol explicó: “Si hoy [por ayer] no está citado es por decisión del técnico, capaz que su cabeza está en otra cosa y este es un partido pesado y lo ideal es poner a otro, y lo hizo para cuidarlo, le puede salir bien o mal. Si hoy sale bien, va a ser un crack, y si sale mal, van a decir que es porque no jugó con el capitán”, sostuvo Ruglio.

A propósito de la continuidad de Larriera, el mandamás manya confirmó que no está en duda: “No voy a dejarme llevar por lo que digan los hinchas, que es respetable. Hay gente que me dice que me estoy hundiendo con Larriera, pero yo no me afilio a eso porque lo veo trabajar. Las cosas pueden salir bien o mal, pero yo tengo que ver que las cosas se hagan bien, que el plantel le responda, que lo respalden”.

El mano a mano

Un pelotazo de Enzo Borges desde lejos pasó cerca del arco en lo que fue uno de los únicos tibios acercamientos del Depor en la primera parte. Dentro del flojísimo primer tiempo, esa chance y una de Peñarol, que fue un tiro de Ruben Bentancourt, es el resumen perfecto: no pasó mucho más.

El delantero ahora llevará la responsabilidad de hacer goles tras la partida de Agustín Canario Álvarez. Y cumplió. Primero insistiendo, con aquel tiro y con otro que le tapó el arquero Guillermo Reyes en el inicio de la segunda parte, y porque la mandó a guardar a los 15 minutos del complemento.

Visto desde la cancha, pareció que las charlas del vestuario en el descanso ayudaron por ambos lados. Luego de la escasa adrenalina del primer tiempo, tras el receso los equipos (por momentos sin ideas) poco a poco le fueron poniendo ganas, de ahí salió la velocidad, y con ello un juego más vistoso y con lo más importante: chances de gol.

La postura más incisiva de Peñarol le trajo el 1-0 de la tranquilidad y, casi un cuarto de hora después, el 2-0 de Ignacio Laquintana tras un feroz contragolpe. El puntero corrió casi desde la mitad de la cancha, sacándole metros a su defensa, y definió ante la salida de Reyes.

Si bien esa ventaja de dos goles pareció un alivio, a los pocos minutos no lo fue: un centro desde la derecha terminó adentro del arco de Peñarol porque Ramón Cachila Arias la pifió en el intento por despejarla. Encima, a los pocos minutos fue expulsado Edgard Elizalde.

Pese al hombre de más, Deportivo Maldonado no generó chances claras. El Depor está lejos de aquella versión no tan lejana en la que daba vuelta partidos sobre la hora. Los fernandinos apelaron al juego directo, pero ningún centro encontró cabezazos propios.

Entonces sí, tranquilidad: penal para Peñarol por mano y Pablo Ceppelini dándole la victoria 3-1 y poniendo en escena aquello de que “con los tres puntos ganados se trabaja más tranquilo”.