El buen partido con enorme triunfo de Fénix 1-0 frente a Wanderers armó un hermoso entrevero entre los cuatro primeros de la serie A, porque la mitad de sus integrantes llegarán con posibilidades de ser finalistas: Liverpool, Wanderers y Albion tienen 11 puntos, Fénix suma 9, queda una sola fecha y ninguno juega entre ellos.

No ahora, ni en los últimos 15 años por lo menos, en los que la selección uruguaya –por medio del arduo y eficaz trabajo de Óscar Tabárez durante 16 temporadas y de Diego Alonso en la presente– ha logrado desarrollos que le permiten todo tipo de competencia con un sello y un resguardo de juego, pero sí antes –durante por lo menos tres o cuatro décadas–, los equipos uruguayos jugaban a lo que saliera. Con una fuerte impronta de meritocracia, nuestros equipos seleccionados se juntaban y amasaban esfuerzo, pericia, ganas y sudor para afrontar el partido que fuera. A veces, más o menos salía; otras tantas, muchas veces, no.

Tal vez el paradigma no sea el de ese partido de 1993 en Alemania en el que Uruguay, recientemente eliminado del Mundial y sin director técnico, contrató a Roberto Fleitas por un partido para que juntara los jugadores posibles para enfrentar a los alemanes en Karlsruhe. Fleitas consiguió a los que pudo y, como se quedó sin centrodelantero poco antes de que saliera el avión, fue a buscar a su casa a Jacinto Cabrera, que estaba pintando su hogar, para que, incluso sin poder sacarse las manchas de pintura de las manos, se fuera directo a Carrasco para embarcar rumbo a Europa. Ganaron los alemanes 5-0 y Jacinto vistió la 9 sin una sola mancha de pintura.

De todas esas experiencias acumuladas me ha quedado el estigma de “seleccionable” por fuera de la élite o los destaques. Lo empecé a hacer con jugadores sueltos, tipo Jacinto, y fantaseaba con qué pasaría si faltaba tal o cual, y después avancé a hacerlo con clubes, y aquí llego: algo más de 300 palabras para decir que en el cálido mediodía del invierno del Capurro, en un partido del Intermedio jugado a las 12.00, sentí que Fénix, el del esfuerzo, la conjunción, el quiero y puedo, y el quiero y no puedo, el que junta a jovencitos con jugadores experientes, podría pasar esa prueba de convertirse en la selección para un partido cualquiera.

Lo que pinta

Hablo del Fénix que le ganó a Wanderers y le impidió quedarse con la punta en solitario de la serie A, a sólo una fecha del final.

En realidad, lo pensé con Juan Álvez, ese obrero del fútbol que desde hace años desarrolla con tal artesanía su oficio de defensa, una especie de talabartero al que al final terminan relojeando de Gallarate para que vaya a coser y pegar allí, pero él se queda con su puestito en la esquina. Me lo imagino al Ñol llegando a casa después del laburo, bajando del Copsa, del Cutcsa o del Tala-Pando y caminando esas cuadras cansado y cumplido, como en cada quite, en cada cierre, en cada trepada con enganche.

Capaz que en Álvez se sintetiza algo de este Fénix de Ignacio Pallas que ayer jugó un partidazo. A mí me gusta mucho el fútbol, y son pocos los que en interacción con mi estado de ánimo de crítico deportivo no me dejan cosas. Pero particularmente en estos meses, me están gustando para buenas los partidos del Uruguayo. No, claro que no son Real Madrid, PSG, Flamengo o Manchester United, pero lo hacen bien, se contraponen debidamente, utilizan las estrategias adecuadas para potenciar sus fuerzas y habilidades y neutralizar las de los rivales.

El del Capurro, en donde Fénix ganó con un gol en la primera parte de Ignacio Pereira, fue un muy buen partido. Además de eso, entre otras cosas, tuvo dos goles anulados a instancias del VAR y dos penales en los que las repeticiones del sistema de videoarbitraje hicieron cambiar la decisión del juez.

Sol, mar y VAR

Hubo, al comienzo del partido, insistencia de parte de Fénix cargando sobre el arco de Wanderers. Por eso, antes de los cinco minutos iniciales los de Capurro, en una combinación de Gonzalo Vega con Pereira, tuvieron una chance clara que el arquero evitó. Tan sólo dos minutos después, el trinitario Sapo Pereira anotó en el área chica.

Después, los anulados: primero a Wanderers, cuyo tanto de empate fue invalidado por posición adelantada de Javier Méndez; después a Fénix, cuando la formalidad del VAR halló en la precuela del 2-0 un adelantamiento de centímetros Pereira.

En el segundo tiempo Wanderers buscó y siguió buscando, y entonces entre el arquero Requena, los caños y el VAR, no llegó al empate. Los de Pallas tuvieron lo suyo y Juan Álvez debió seguir acumulando quites, cierres y subidas para sumar a la futura causal jubilatoria –el mes que viene cumple 39, que para un futbolista es como cumplir 65 de oficina– y terminar alzando los brazos en señal de victoria.

Grupo A

Equipo Pts. PJ PG PE PP GF GC DG
Liverpool 11 6 3 2 1 8 5 3
Wanderers 11 6 3 2 1 8 6 2
Albion 11 6 3 2 1 6 4 2
Fénix 9 6 2 3 1 4 3 1