Ciudades con calles de esmeraldas, escondidas en las montañas, repletas de oro o donde los árboles conceden los deseos. Algunas de estas ciudades nacen de las leyendas y otras de la literatura. En nuestro número dedicado a las ciudades hablamos de ocho ciudades fantásticas: El Dorado, Atlántida, Armilla, Ciudad de los Césares, Sigiriya, Babilonia, Shambhala, Kitezh. Sin embargo, había una trampa. Le preguntamos a los lectores si podían distinguir cuáles son las dos ciudades de la lista que existieron de verdad. ¡Aquí las soluciones!

Foto del artículo 'Solución a Ciudades Fantásticas (Gigantes #3)'

Babilonia

Ninguna ciudad podía competir con ella hace 2600 años. Situada entre los ríos Tigris y Éufrates en Asia, su entrada era un portal de color azul con dibujos de dragones y toros. Abundaban en ella templos, santuarios y palacios que resplandecían de oro, plata y bronce. Estaba protegida por paredes tan gruesas de roca que dos carros de cuatro caballos podían circular con comodidad sobre ellas. No era eso lo más sorprendente de la ciudad, sin embargo. Babilonia tenía una de las siete maravillas del mundo: los Jardines Colgantes. No se sabe si realmente existieron o cómo eran, pero se los describe como terrazas circulares de hasta veinte metros de altura, llenas de flores, árboles y cascadas de agua.

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Sigiriya

Para entrar a Sigiriya, una fortaleza ubicada en medio de la jungla de Sri Lanka, había que meterse en la boca del león. Literalmente. La única forma de entrar a esta ciudad era por una escalera ubicada entre dos enormes garras felinas. El rey Kashyapa la construyó hace más de 1500 años en una montaña rocosa en medio de la jungla. Tenía palacios, jardines y una pared de roca tan pulida que el rey, temeroso de que su hermano lo derrocara, podía ver en ella el reflejo de todo lo que lo rodeaba.