Por Inés Yacusa (10), Tomás Rodríguez (13), Lara Scavone (14), Sofía González(14), Federica Lepore(14), (integrantes de los grupos de niñ@s y de adolescentes del Taller Exploraciones Literarias), María José Burguez, Martina Giuria y María Cecilia Rodríguez (coordinadoras del Taller).
Abrazarte entre muros es un libro dedicado a mujeres que tuvieron hijos en prisión. No está dirigido al público infantil, pero sí cuenta una realidad por la que pasan muchos niños, ya que relata la historia de una madre y su vida estando presa, teniendo dos hijos y esperando un tercero. Cuenta también sobre el nacimiento y los primeros años de su hija, que vive junto a ella en la cárcel. Si bien se inspira en historias reales, es una ficción.
Esas historias reales surgen del trabajo que un grupo de profesionales hizo en dos cárceles de mujeres entre 2015 y 2017. Como forma de devolver a las mujeres con las que trabajaron algo de lo que ellas compartieron, crearon una historia con palabras e ilustraciones muy lindas, mostrando a través de la belleza y el arte una realidad muy dura. Pensaron que un libro con una historia ilustrada podía llegar a ellas y hacerlas sentir más acompañadas.
Proyecto de trabajo en la cárcel
Entrevistamos a la psicóloga Elena González para conocer más sobre esta publicación. Elena nos contó que el grupo de profesionales ya había trabajado e investigado antes sobre la crianza de los bebés y niños junto a sus madres en distintos lugares, como un hospital. Por ejemplo, sobre la importancia de las canciones de cuna. Y en esta oportunidad decidieron hacer una experiencia en dos cárceles de Montevideo. Les interesaba conocer más sobre cómo vivían las mujeres embarazadas allí o que habían tenido un bebé en la cárcel, y ayudarlas.
Hicieron diez talleres con madres e hijos para conocer la experiencia, muchas observaciones y se basaron en otras investigaciones para ordenar la información.
Conversamos sobre la gran idealización que hay de la maternidad en nuestra sociedad. “La maternidad en general genera un nivel de estrés importante, pero en la cárcel la situación es adversa, complicada”, dijo. Eso también llevó a las mujeres presas a crear vínculos para ayudarse y apoyarse entre sí.
Una de las preguntas que le hicimos fue sobre los derechos de los niños, por ejemplo, si podían salir de la cárcel con otros familiares para pasear o ir al jardín.
“Sí, porque los niños no están presos. O sea, tienen el derecho de poder salir. El tema era que implementarlo no era fácil. Pero muchos iban al jardín de infantes, por ejemplo, o salían a pasear cuando sus familiares podían llevarlos. Por el lado de los derechos del niño digamos que ahí hay algo que es complejo, pero también se ve es que para el niño es muy importante mantener ese vínculo con la mamá. Hay una preocupación que es mejorar las condiciones”, respondió.
Otro tema del que hablamos fue sobre la salida de la cárcel: ¿cómo sería para ellos cambiar el ambiente? Hasta ese momento, la cárcel era su mundo, donde habían estado desde el nacimiento. “Si vos te criás en un ambiente, ese ambiente es tu normalidad”, explicó. Y salir de allí era empezar una vida totalmente diferente, libre y desconocida.
Descubrieron que más allá de lo duro de estar -y ser madre- en la cárcel, la maternidad también las motivó a seguir adelante para poder criar a sus hijos y les hizo ver que, estando presas, no sólo se viven cosas muy hostiles sino que también llevan adelante una vida en la que crean algunas amistades y se dan apoyo entre ellas para sobrellevar el tiempo de estar presas, esperando el momento de volver a la vida en libertad.
Respecto al camino que siga el libro, Elena nos dijo: “Esperemos que llegue realmente a las destinatarias principales, pero a su vez exponer que el tema cárceles es tan complejo que, cuanta más gente haya cuestionándose, preguntándose, viendo qué es lo que pasa, siempre es bueno dar a conocer esa realidad”.
Sobre la realización del libro
La protagonista del libro no tiene nombre y está representada sólo con una silueta y una colita de pelo. No se ve en ella un color de ojos, pelo o piel, ni una cara con determinados rasgos. El ilustrador, Sebastián Santana, comentó que la técnica de recortar y hacer composiciones con siluetas y fondos como si fuera un collage, le permitió trabajar la idea de no caer en prejuicios que hicieran ver a las personas presas como personas de determinado tipo, en general malas, sino que pueden ser, como todas las personas, diferentes y con una vida propia. “Lo que no quería era que se pareciera a alguien”, nos dijo. Así podía representar un grupo de personas variadas y no una mujer en especial.
Conversamos de un tema que nos gusta mucho: cuánto cuentan las palabras y cuánto la ilustración: “Fue un trabajo bien interesante de conversar cuál era el texto, cuál era la ilustración, qué sacábamos o qué poníamos en cada uno de los dos lenguajes”, nos dijo.
La historia está contada en primera persona. Silvia Soler, la escritora, buscó que el lector se imaginara como si leyera un diario íntimo y así generar una mayor cercanía con el personaje y lo que estaba viviendo. Además, así resultaba más cálida la situación de vida de las personas presas, que también podemos ver que es muy dura. Silvia nos dijo: “Me hacía muy feliz el encontrar un tono que no fuera ni una denuncia sobre el sistema carcelario, porque no era la idea, y el libro transitaba por bordes muy finos, ni tampoco una visión romántica de lo que es tener un hijo en la cárcel. Ni una celebración ni una condena. Mi pregunta y objetivo fue: ‘¿Cómo acompaño esto que es una realidad que yo no quiero que suceda y que ojalá no sucediera pero de la que tengo que narrar algo? Parece que es un diario, pero al final la mujer no está escribiendo, es alguien que está narrando. Pero, es como si fuera relatando sus pensamientos de alguna manera en ese juego con el diario íntimo”.
Nos pareció interesante el diseño de la tapa. En ella, sobre un fondo gris se ve una ventana enrejada y detrás la silueta de una mujer. Esa silueta forma parte de una ilustración sobre una hoja de cartulina que se saca y se pone. Si observás la tapa se ve una mujer sola encarcelada, pero cuando sacas el cartón se ve a la mujer jugando con una niña, y unos pajaritos, representando que aunque esté adentro de la cárcel, no está sola, tiene a su hija.
Una de las metáforas del libro juega con la idea de estar adentro o estar afuera. Desde la propuesta de la tapa, la mujer y su hija pueden estar tanto adentro como afuera de la cárcel.
“La idea de tapa también es la idea del encierro y la libertad. Era difícil de transmitir en la tapa que la persona no está encerrada también para toda la vida. Tuvo antes una vida por fuera de la cárcel…Y siempre se espera que la siga teniendo después”, transmitió Sebastián.
Nos contaron que la prensa, los diarios, la tele, en general muestran el delito, la norma que no cumplieron por la cual fueron presas, más que la persona, lo que hicieron mal, y ellos quisieron mostrar a la persona sin una etiqueta, y así ayudar a romper estereotipos.
Una de las preguntas con las que trabajaron fue: ¿Qué pasa con los niños y niñas que nacen y viven 3 o 4 años en la cárcel? Tanto para las madres como para los hijos, su mundo era la cárcel. Allí, si bien la realidad era muy difícil, no todo era hostilidad; también se construían lazos, amistades, solidaridad.
Otras metáforas del libro juegan con la idea del tiempo que transcurre. Aparece la preparación para el nacimiento, nombran la cuna y una canción de cuna, y una ilustración muestra cuántas cosas importantes pasan durante esos primeros años de vida entre que una mujer va presa y que luego sale de la prisión.
Las ilustraciones usan muchas metáforas relacionadas con lo que siente la protagonista; por ejemplo en una de ellas, ella y los hijos que tiene fuera de la cárcel están parados en las agujas de un reloj. La mujer en la aguja más corta, la que marca el horario, y los hijos en la aguja del minutero. Muestra cómo siente que el tiempo pasa sin ella mientras está aislada y separada de ellos.
En el momento del libro en el que la mujer es llevada hacia la cárcel, hay una ilustración en la que aparecen muchos trozos de papeles distintos. Sebastián nos contó que todos eran papeles del procedimiento carcelario (las reglas que rigen cómo funciona la cárcel) y que lo hizo así para representar que se siente mareada y presionada por tantos papeles y trámites en el momento difícil en que acaban de sacarla de su casa para llevarla presa
Una ilustración con muchos círculos (que podrían ser miradas) y la mujer en el medio, muestra cuántos ojos la miran el momento difícil en que la llevan presa.
Un ovillo que se enredó da la idea de que la historia no empieza ahí, sino que pasaron muchas cosas antes que llevaron a que la mujer estuviera presa. A su vez, con un ovillo se pueden tejer cosas calentitas. “La metáfora del ovillo también me retrotrae a una época; mi madre tejía”, nos contó emocionada Silvia.
Nos contaron que todas las personas que trabajaron e hicieron el libro estuvieron de acuerdo en “lo agotador emocionalmente que fue hacer este libro”. “Fue realmente muy removedor, por momentos muy triste estar haciéndolo. Porque era tomar mucha conciencia; y yo en realidad dibujé ya a partir de los textos que hizo Silvia. O sea que eran una condensación de sensaciones y demás, pero ya venían filtrados por una prosa y por un sentido poético”. Creemos que estas palabras de Sebastián reflejan la importancia del arte, del libro y de la literatura para todos, sin que importe tanto la edad. “Más que una edad, los libros tienen un público”, dijo.
Quedaron satisfechos con el trabajo realizado: “Nos dimos cuenta de que nos gustaba mucho cómo nos había quedado, más allá de lo triste que era (...) El libro fue pensado para las mujeres. Lo interesante es que después cobró una cierta vida mucho más allá”.
Nuestra mirada
Nos pareció que este libro está muy bueno y que sería bueno que fuera leído por muchos niños, ya que hace visible esta situación tan tabú que es la primera infancia y maternidad en la cárcel.
También nos gustó mucho poder ver el proceso de creación del libro. Nos interesó y sorprendió cómo Sebastian crea todas las ilustraciones con diferentes pedazos de papeles, cómo hizo Silvia para hacernos sentir parte del libro y la dedicación de todas las psicólogas en este proyecto.
Las entrevistas fueron muy interesantes y con ellas pudimos ver desde adentro el proceso de creación del libro. Aprendimos un montón de cosas. Todo el proyecto con las entrevistas y reuniones estuvo muy bueno. Nos hizo conocer y pensar cosas que no conocíamos antes. Y fue divertido.
Datos del libro
Abrazarte entre muros surge de la experiencia de un grupo de profesionales de ATI (Atención a la Temprana Infancia y sus familias) y la Facultad de Ciencias, integrado por Elena González, Inés Iraola, Emilia Sassón, Alicia Weignensber, Marina Altmann y Annabel Ferreira.
Autores: Silvia Soler (textos) y Sebastián Santana (ilustraciones).
Podés descargar el libro en https://www.unicef.org/uruguay/informes/abrazarte-entre-muros