En los últimos seis meses, tanto el pueblo oriental como el mundo entero fueron testigos de una dramática historia de ascenso y caída. Este relato tiene un protagonista: Botija, la mascota de la selección uruguaya, elegida por aclamación popular para representar al país en el mundial de Qatar. El simpático termo supo ser motivo de las sonrisas de los niños, el deseo de las mujeres fértiles y la envidia de todo recipiente. Pero, como cantaba Jimi Hendrix: “Todo concluye al fin, nada puede escapar...”, y Botija no pudo eludir su trágico destino: la indigencia.

El exembajador celeste en la máxima justa del balompié global fue divisado pidiendo monedas en numerosas plazas céntricas, semáforos de esquinas concurridas y estacionamientos públicos. Testigos oculares confirman su estado “lamentable”, “andrajoso” y directamente “piojoso”. También hay quienes creen que Botija podría estar sufriendo consumo problemático de estupefacientes, ya que lo vieron a altas horas de la noche, “con los ojos muy abiertos y hablando muy rápido”.

Ante estas lamentables noticias, no son pocos los compatriotas que, haciendo gala de la infinita solidaridad de nuestra gente, han decidido darle una mano al termo más querido por los niños. Es por esta razón que se convocó a una Mascotón, a celebrarse el mes entrante, en la que todo lo donado servirá para sacar a Botija de la más dura miseria.