La sequía que azota al país se ha cobrado una nueva víctima: la buena relación entre los promotores turísticos y los productores rurales. Ambos sectores, históricamente amigos, hoy están enfrentados por una contradicción insalvable: la lluvia arruina el negocio de los primeros y salva el de los segundos. Por ello, los incidentes entre miembros de ambos bandos se han sucedido a lo largo y ancho del territorio nacional.
El primer episodio ocurrió en las inmediaciones de la playa fernandina de Caniche Pelado, cuando un grupo de productores rurales que se encontraba haciendo la danza de la lluvia fue interceptado por una facción del sector inmobiliario esteño. Al grito de “basta de hacer esa danza salvaje y lasciva, nos van a arruinar la temporada” y “a ver si hacen la danza de la venida de más turistas brasileños ricos, también”, la turba iracunda de agentes turísticos arremetió.
“Nos cagaron a palos, pelean muy bien, tienen mucha fuerza”, contó uno de los damnificados por la golpiza. “De todas maneras, pedimos al gobierno que haga algo; hay esperanzas, todavía se puede llegar a un compromiso de tantos milímetros de lluvia al mes, que no joda a ninguna de las partes; proponemos contactar a Ale para que haga las gestiones correspondientes; dicen que los rusos cuentan con máquinas que controlan el clima...”, concluyó este agente inmobiliario que fue por lana y salió esquilado.