Los límites del humor y la corrección política son temas que frecuentemente forman parte del debate sobre temas de carnaval. Este año el tema resurgió a partir de una intervención del murguista Maxi Pérez, de Asaltantes con Patente, que en un espectáculo tildó a Laura Raffo de “conchuda”. Un sociólogo defensor de la incorrección política opinó que este recurso “ya no es un simple derecho de cualquier persona, sino un gesto de defensa de las libertades individuales. Pero eso no quiere decir que cualquier terraja pueda recurrir a la incorrección política. Las personas autorizadas para ser políticamente incorrectas son los standuperos estadounidenses, los caricaturistas franceses, y, en Uruguay, un par de conductores radiales y televisivos. Pero los carnavaleros seguro que no”. En opinión del especialista, “si dejamos que los murgueros se apropien de la incorrección política, esta va a dejar de ser algo propio de las personas copadas y expertas en la vida cultural de Europa y Estados Unidos y va a pasar a ser un viva la pepa accesible para todo el mundo. Eso no tendría ninguna gracia”.

La cifra: en Twitter, de cada diez personas que se declaran políticamente incorrectas, las diez detestan a los humoristas de izquierda.