La noticia de que el gobierno de Joe Biden votará a favor de un cese de las hostilidades en la Franja de Gaza por primera vez desde el inicio de la guerra cayó inicialmente como un balde de agua fría en amplios sectores de la sociedad israelí. Pero, tras el disgusto inicial, y debido a las aclaraciones de Tel Aviv, el malestar se transformó en agradecimiento. “La decisión de Washington de pedir un alto el fuego cuenta con nuestro total apoyo, ya que nos estamos quedando sin municiones. Obviamente, asesinar a más de 30.000 personas requiere una gran cantidad de balas, bombas, misiles, etcétera. Ahora necesitamos un par de semanas para reabastecernos”, indicó un vocero del gobierno de Benjamin Netanyahu.

El funcionario aclaró que ni bien las fuerzas armadas israelíes obtengan las municiones necesarias “le vamos a pedir a Estados Unidos que lance una ofensiva diplomática para tratar de convencer al mundo de que hay que atacar a Rafah”.

La amenaza: “No vamos a permitir el ingreso de comida antisemita a la Franja de Gaza”. Benjamin Netanyahu, primer ministro intolerante con la intolerancia.