La situación de las mujeres se ha vuelto el catalizador del descontento social en Irán. Las calles y el cine reflejan un país donde, como indica el relator de Naciones Unidas, son “ciudadanas de segunda clase”. El fútbol, por la visibilidad de sus estrellas y la discriminación de la mujer en sus gradas, es otro de los escenarios del reclamo de equidad.

El césped, cuando se toca con la tribuna, es un buen conductor de la energía. Por eso, ante la crisis política que agitaba las calles iraníes, las selecciones de Irán y Uruguay disputaron sin público su amistoso internacional del 23 de setiembre, en Austria. En más de un centenar de centros urbanos del país del Golfo Pérsico, miles de personas protestaban por la muerte de Mahsa Amini, una joven de 22 años acusada de llevar mal colocado el velo. Pocos creían la versión oficial de que había sufrido un paro cardíaco espontáneo mientras estaba en custodia policial. Así, el encuentro de fútbol preparatorio del mundial de Qatar, pese a disputarse en una tranquila ciudad de provincia austríaca, se volvía, como escribió ESPN, “un evento en el corazón de la creciente campaña de movilizaciones en Irán alrededor de los derechos de las mujeres, y un punto focal para los jóvenes que están demandando cambios”.1 El mismo día del partido contra Uruguay –indica esa cadena especializada en deportes– algunos periodistas recibieron la información de que se cancelaban sus acreditaciones de ingreso al estadio; luego se les dijo que debían dejar sus teléfonos celulares en custodia antes de ingresar y, cuando se negaron, se aceptó su entrada con esos dispositivos pero se les prohibió al equipo asiático y a su entrenador portugués, Carlos Queiroz, brindar entrevistas. La palabra de algunos futbolistas era un potencial desafío para el régimen. Al menos siete de los seleccionados habían cambiado sus fotos de perfil en redes sociales por un mapa de su país en color negro, considerado un símbolo de las protestas. Además, Mehdi Taremi, autor del gol con el cual Irán le ganó a Uruguay en el campo de juego, había usado una cinta de luto en el partido del fin de semana anterior de la liga portuguesa, donde defiende al Porto.2

No obstante las “puertas cerradas” del amistoso internacional entre iraníes y uruguayos, se entregaron algunas decenas de entradas para cada delegación. Por eso, se pudo ver espectadores iraníes en un sector de tribunas que se suponía que estarían vacías. Lo que no se vio con igual claridad fue que, al comenzar el segundo tiempo, faltaban dos de esos seguidores. La policía austríaca los había expulsado por exhibir un cartel contra la muerte de Mahsa Amini. El portavoz policial, Raimund Schwaigerlehner, dijo a la prensa que se retiraron de “manera voluntaria”, pero los posteos del periodista Samindra Kunti muestran a varios uniformados austríacos escoltando a uno de los hinchas a través de la sala vip.3 Daily Mirror escribió que resultó “una escena inusual de observar en un país democrático europeo” y calificó como “bizarra” la justificación oficial de que “cualquier demostración se debe registrar ante las autoridades competentes 48 horas antes de ser realizada”.4

Las medidas de mordaza dentro y fuera de la cancha no impidieron que, tres días después, el arquero titular, Alireza Beiranvand, escribiera en su cuenta de Instagram un mensaje de apoyo a las manifestaciones que luego le obligaron a borrar: “Madres, hermanas e hijas de mi patria, mi voz es su voz y la voz dentro de mí está en armonía con ustedes”.5

En las gradas

Una de las primeras periodistas que informó de la muerte de Mahsa Amini fue Nilufar Hamedi. Las alertas en redes sociales sobre el posterior arresto de la periodista de Sharg –uno de los diarios reformistas más populares, y con varias clausuras a sus espaldas– mostraban su foto en un estadio, ya que su trabajo incluía la crónica deportiva. Que Hamedi tenga en sus funciones tanto la cobertura de derechos humanos como de fútbol, no es algo tan curioso para la realidad iraní como podría parecer a la distancia.

Recién el 10 de octubre de 2019, luego de una prohibición de 40 años que comenzó con la toma de poder de los integristas islámicos en 1979, las mujeres pudieron entrar a un partido oficial de fútbol.6 Aunque, por supuesto, separadas de los hombres. Apenas cuatro de los 76 sectores del estadio nacional se habilitaron para las 4.600 entradas que se pusieron a la venta para el público femenino en un recinto de 75.000 butacas.7

El costo para abrir esa ranura en la monolítica cortina de cemento que aparta a las mujeres de las canchas fue alto. Un mes antes, el 9 de setiembre de 2019, una seguidora del Esteghlal, uno de los “equipos grandes” del fútbol iraní, murió a consecuencia de quemaduras. Sahar Jodayarí tenía 29 años cuando fue detenida por la policía mientras intentaba ingresar camuflada como hombre a un estadio. Tras el proceso judicial, Jodayarí se roció con nafta y se prendió fuego a las puertas del tribunal que acababa de condenarla.

La apertura que siguió a los reclamos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) se limitó, al principio, a los encuentros de la selección nacional, y con las limitaciones de segregación y cantidad ya mencionadas.8 Ni siquiera eso se cumplió por completo. En marzo de este año, 300 mujeres fueron rociadas con gas pimienta por la policía que les impidió ingresar al partido contra el Líbano, clasificatorio para Qatar 2022, a pesar de que contaban con entradas. Aquella ranura de Teherán de un año y medio antes no había llegado aún a Mashhad, considerada la “capital espiritual de Irán”, donde se encuentra el estadio Imam Reza.

El ingreso de mujeres con vestimenta masculina no es algo extraño en las canchas iraníes. También en un juego del Esteghlal, un año y medio antes de la inmolación de Sahar Jodayarí, 35 hinchas fueron arrestadas por intentar ver el encuentro. Si tomó estado público fue porque en el palco oficial estaban el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el ministro de Deportes iraní, Masoud Soltanifar. Un periodista que le preguntó a Soltanifar, en directo, por qué las mujeres no podían estar presentes en las tribunas, fue sacado del aire al instante.9

El tema venía siendo parte de la discusión pública desde mucho antes, y no se ha limitado al fútbol. En 2013, las mujeres también fueron apartadas de las gradas del vóleibol. En 2014, la angloiraní Ghoncheh Ghavami fue detenida por intentar presenciar un juego de vóleibol masculino.10 Como reacción, llamó a la compra en línea de asientos para mostrar los lugares vacíos en nombre de las mujeres apartadas de las tribunas. La osadía le costó a Ghavani un año de prisión.

En las pantallas

El camuflaje de las mujeres para intentar ingresar en los estadios para alentar a su selección nacional es el centro de la película Offside (2006), de Jafar Panahi. Ganador de los prestigiosos León de Oro del Festival de Venecia (2000) y Oso de Oro en el de Berlín (2015), Panahi ha sufrido varios encarcelamientos y prisiones domiciliarias, que ha reflejado en su obra, como fue el caso de Esto no es una película (2011). En julio se comunicó que Panahi ingresaría a la cárcel para cumplir una condena de seis años, cinco de ellos “por reunión y colusión contra la seguridad nacional” y uno por “propaganda contra el sistema”.11

En Offside continúa su denuncia de la situación de las mujeres que había tenido el punto cinematográfico más alto en El círculo (2000), un profundo tapiz sobre los distintos hilos de la opresión por razones de género.12 Más adelante, hará otros filmes en los que volverá sobre el tema, mostrando las dificultades cotidianas de las mujeres al momento de enfrentarse tanto con el sistema judicial como con el de salud (Taxi-Teherán, 2015), o al intentar hacer una carrera artística en un pequeño pueblo (Tres rostros, 2018).

Varios de los personajes masculinos de Offside, en especial uniformados, argumentan que la prohibición de la presencia femenina en los estadios es, en verdad, una forma de protegerlas. Así lo dice el revendedor de entradas, que en realidad sólo quiere obtener un mejor precio por el boleto de contrabando, y así lo reafirman los policías que las cuestionan en el encierro. Esas “eternas menores de edad”, debilitadas por el prejuicio de propios y extraños, como dice la escritora y feminista Sahar Khalifeh, valen, en la realidad, la mitad que un hombre.

No es metáfora sino el peso constante y sonante de la ley. Si no hay texto escrito que las aleje de las tribunas, sino una férrea costumbre que las autoridades imponen con fuerza de hammurabis, existen muchas normas que establecen este carácter subalterno. Por ejemplo, “el dinero de sangre”, que pauta la indemnización que debe darse por una muerte, es el doble cuando la víctima es un hombre. Esto, y la serie de injusticias que persiguen a la joven viuda de un prisionero ejecutado por error, incluido el acoso de la familia del marido muerto, se describe con sutileza en Balada de la vaca blanca (2010), de Behtash Sanaeeha y Maryam Moghadam, disponible en la plataforma Mubi con el título El perdón.

Otra de las barreras jurídicas que puso en evidencia el cine fue la necesidad de autorización del esposo para que una mujer pueda viajar al extranjero. En El permiso (2018), la capitana del equipo nacional de fútbol de salón no puede viajar al campeonato asiático, que se disputará en Malasia, aun cuando había convertido el gol de la clasificación. El motivo: su esposo le niega la aceptación que prescribe la ley. Recuerda el caso de la célebre Niloofar Ardalan, quien no pudo viajar a Malasia en 2015 pero consiguió una orden judicial para poder ir al mundial de Guatemala ese mismo año. Aunque El permiso fue prohibida un día antes de su estreno, la Agencia de Noticias de Borna destacó que la parlamentaria Tayebeh Siavashi logró, a partir del conflicto planteado por la película, cierta flexibilización en la normativa. Las zonas grises entre ley y costumbre, que posibilitaron que los tribunales subieran a Niloofar Ardalan al avión rumbo a Guatemala, luego impidieron que Samira Zargari, entrenadora del equipo femenino de esquí alpino, viajara a Italia en enero de 2020.13 A pesar de que las leyes, se suponía, habían sido mejoradas, el recurso interpuesto por el marido de la esquiadora fue aceptado por un juez.

En la crónica histórica

La instauración de un régimen integrista en Irán es el fruto de la llamada Revolución islámica, de 1979. La República islámica resultante es una teocracia chiita donde la máxima autoridad es el llamado Líder Supremo que actúa como jefe de Estado y comandante en jefe del Ejército. Nombra, a su vez, a seis de los doce miembros del Consejo de Guardianes, órgano tutelar de las autoridades electas por la ciudadanía.

En este férreo entramado de clérigos resulta natural que la ley religiosa sea parte del corpus jurídico y la vida política del país (de ahí deriva su descripción como integrista), basándose, en la mayor parte de los casos, en un apego tan estrecho al texto religioso que le da, al mismo tiempo, su carácter de fundamentalista.

En política exterior es usual el posicionamiento de Irán en contra de Estados Unidos y demás gobiernos occidentales, en especial, contra Israel, y su participación en algunas acciones militares junto con Rusia, como es el caso de la guerra de Siria. Al mismo tiempo, el programa nuclear iraní le ha valido sanciones comerciales y un preocupado seguimiento de la comunidad internacional.

La ubicación en el “eje del mal”, para utilizar la expresión acuñada hace 20 años por el entonces presidente estadounidense, George W Bush,14 y los acercamientos de Teherán, por ejemplo, a Caracas,15 no han sido obstáculo para la sistemática persecución que ha venido sufriendo la izquierda durante el régimen teocrático.

Esta represión se centró, con especial dureza, en los miembros del partido Tudeh (comunista), prohibido a partir de 1982. En el período de las “ejecuciones de presos políticos”, que duró casi todo el segundo semestre de 1988, fueron sometidos a la pena de muerte, según se reconoció de manera oficial, más de tres mil personas (cifras de organismos defensores de los derechos humanos multiplican ese número por diez).

La violencia contra los comunistas no era nueva. En 1953, Estados Unidos y Gran Bretaña patrocinaron un golpe de Estado para deponer a un reformista democrático, Mohammad Mosaddeq, en cuyo gobierno se había nacionalizado el petróleo. Los comunistas habían sido uno de los apoyos de Mosaddeq y fueron acosados con dureza por el sha Rezá Palhevi, colocado en el poder por Occidente. De las políticas del Sha derivó el descontento popular que, sin alternativas laicas de izquierda, fue capitalizado por los integristas islámicos en 1979.

En los reportes y en las urnas

Pese a las mejoras en los indicadores oficiales en salud y empleo,16 el reporte del relator especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Irán, Javaid Rehman, concluyó que las mujeres y las niñas continuaban siendo tratadas, en 2021, “como ciudadanas de segunda clase”.17 Su principal preocupación era “los miles de matrimonios de niñas con edades entre 10 y 14 que ocurren cada año”, sumados a la violencia doméstica y a la “continua y arraigada discriminación en la ley y la práctica”.

El diplomático señaló que los defensores y defensoras de los derechos de las mujeres sufren “el continuo hostigamiento, detención y encarcelamiento”. Señaló que, según el artículo 638 del Código Penal, las mujeres que no usan hiyab pueden ser encarceladas por hasta dos meses o multadas con hasta 500.000 riales (12 dólares). Pero, en la práctica, las condenas son mayores, ya que suelen darse bajo normas que regulan la seguridad nacional o la moralidad.

Para lograr modificar por los canales legales la normativa que las discrimina, las mujeres cuentan con la dificultad agregada de la falta de representación en las instituciones: en 2020, Irán ocupaba el puesto 181 entre 193 países en el ranking de participación política femenina. En las elecciones de ese año sólo 16 de las 290 bancas fueron obtenidas por legisladoras. La subrepresentación no surge de la falta de votos, sino de la descalificación antes de competir en las urnas. El Consejo de los Guardianes prohibió el 60 por ciento de las candidatas antes de los comicios parlamentarios.

Una de las paradojas de esa realidad es que en la zona más pobre del territorio, considerada por los capitalinos como la más “atrasada y salvaje”, Baluchistán, las mujeres son las que llevan el peso de las alcaldías.18 El fenómeno comenzó con casos aislados y en 2017 las concejales de pueblos y aldeas ya eran 400. Casi todas jóvenes maestras. Son zonas donde la ausencia de los varones, que emigran en busca de mejores oportunidades, las ha obligado a ser el sostén de la economía de muchas familias, por lo que las cooperativas integradas sólo por mujeres tampoco son una rareza en ese paisaje empobrecido.

Sin la precalificación del Consejo de los Guardianes que existe para el Poder Legislativo nacional, los gobiernos municipales son un buen campo de acción para las candidatas que, en general, son percibidas por los votantes como más educadas y motivadas que muchos hombres, e incluso más hábiles en el trato con el estado central. A veces ganan casi sin oposición, ya que en muchas aldeas los candidatos masculinos no se presentan para no correr el riesgo de perder.

Roberto López Belloso, periodista. Director de Le Monde diplomatique, edición Uruguay.


  1. “Why it was so hard to see Iran vs. Uruguay, a World Cup warm-up game in Austria”, Mark Ogden. ESPN, 23-9-2022. 

  2. “Taremi entre os jogadores iranianos unidos no luto e pesar por Mahsa Amini”, Ana Luísa Magalhães. O jogo, 24-9-2022. 

  3. twitter.com/samindrakunti 

  4. Reporte de Ian Herbert en la edición dominical del Daily Mirror, 25-9-2022. 

  5. “Protestas en Irán: se rompió el silencio de los jugadores de la selección nacional”, sin firma. Deutsche Welle, 26-9-2022. 

  6. La presencia de mujeres en las tribunas del estadio nacional para el amistoso contra Bolivia, en octubre de 2018, ha sido rechazado como antecedente válido, ya que el carácter cuidadosamente seleccionado de las contadas asistentes fue entendido como una “puesta en escena” de las autoridades. 

  7. “Mujeres iraníes vuelven a los estadios de fútbol”, Stefan Nestler. Deutsche Welle, 10-10-2019. 

  8. La primera vez en 40 años que se autorizó a un número limitado de mujeres a ver un encuentro de la liga local fue el 25 de agosto de 2022, en el juego entre el Esteghlal y el Mes Kerman, en el estadio Azadi de Teherán. 

  9. “Iran detains 35 women for going to football match”, sin firma. BBC, 1-3-2018. 

  10. “Irán, encarcelada por defender el derecho de las mujeres a asistir a eventos deportivos”, Amnistía internacional. En www.es.amnesty.org, 24-11-2014. 

  11. “Condenado a seis años de cárcel el cineasta iraní Jafar Panahi”. El País, Madrid, 19-7-2022. 

  12. “Fotogramas del (otro) apartheid: el cine de Panahi”, Roberto López Belloso. la diaria, 9-2-2021. 

  13. “Samira Zargari, otra atleta prohibida por su marido”, sin firma. Deutsche Welle, 19-1-2020. 

  14. “President Delivers State of the Union Address”. Office of the Press Secretary, 29-1-2002. En georgewbush-whitehouse.archives.gov

  15. “Venezuela e Irán afianzarán lazos en el sector energético”, sin firma. En psuv.org.ve, 10-7-2022. 

  16. Las mujeres iraníes viven hoy 13 años más que en 1991, ya que la esperanza de vida pasó de 63 a 76 años. En 1976 sólo el 12,5 por ciento de las mujeres cotizaba en la seguridad social, y en 2016 se alcanzó el 77,4 por ciento. Fuente: National Report on Women`s Status in the Islamic Republic of Iran (Beijing + 25), The Vice Presidency for Women and Family Affairs. Disponible en www.unwomen.org

  17. “Situation of human rights in the Islamic Republic of Iran”, Javaid Rehman. En documents-dds-ny.un.org

  18. “Emancipadas en Baluchistán”, Charlotte Wiedeman. Le Monde diplomatique, edición alemana, junio de 2021.