El crítico David Joselit destaca la potencialidad del arte globalizado y la estrategia para que las culturas no occidentales recuperen el sitio que históricamente se les ha negado. Estas fueron relegadas a los museos de Historia Natural por primitivas o exóticas, reconociéndolas sólo como inspiración para artistas occidentales, ignorando el valor de la tradición que las había generado. A la par que el imperialismo y su neoliberalismo ejercían formas de gobierno sobre dichas culturas por medio de la deuda.

Desde los años 80, con el surgimiento del conceptualismo ha habido una reactivación general de la tradición, a partir de la desregulación de la imagen, cuando los modelos de valor europeos y norteamericanos, que hasta entonces eran dominantes, empiezan a colapsar. Si el posmodernismo, el pastiche, pulverizaron la distinción entre las bellas artes y la cultura de masas, esta crisis fue fundamentalmente occidental. En cambio, Joselit expone cómo otras culturas llevaron a cabo técnicas de apropiación de la tradición a través de la sincronización de códigos visuales. Cómo los artistas del Segundo Mundo toman la tradición del realismo socialista y la combinan con la estética del capitalismo; por otro lado, la recalibración de las genealogías poscoloniales, con la recuperación de las tradiciones africanas y asiáticas como técnica de descolonización esencial para obtener la libertad política. No menos liberador resulta el papel jugado por los nuevos museos del Tercer Mundo.

David Joselit. Adriana Hidalgo; Buenos Aires, setiembre de 2021. 428 páginas, 1.900 pesos.