A comienzos de marzo, durante la quinta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cerca de 175 países abrieron el camino para un futuro acuerdo mundial para “limitar la contaminación plástica” antes de 2024. Esto incluye negociaciones intergubernamentales por los microplásticos, cuya fuente menos difundida son los palacios flotantes.
El gigantismo de los cruceros bate récords: en noviembre de 2021, los astilleros del Atlántico de Saint-Nazaire, Francia, entregaron el buque Wonder of the Sea (Maravilla del Mar), de 362 metros de longitud, a la Royal Caribbean, compañía que posee los nueve barcos de mayor tamaño de este tipo en el mundo. Ciudad móvil, Wonder of the Sea cuenta con una tripulación de 2.300 personas que desde marzo, luego de los últimos retoques realizados en Marsella, reciben a 6.988 pasajeros.
Estos colosos del mar no son bienvenidos en todas partes. Desde agosto de 2021, los cruceros que transportan a más de 200 pasajeros ya no tienen derecho de atracar en el centro histórico de Venecia: los torbellinos de sus olas debilitan las construcciones y contaminan el Gran Canal y el de la Giudecca. Con cerca de 30 millones de pasajeros embarcados en 2019 contra menos de 18 millones en 2009, este sector, no obstante, vive un crecimiento fulgurante.1 El impacto de la pandemia de covid-19, que dividió la actividad por cinco en 2020 y 2021, se atenúa, a pesar de ciertos episodios como la desventura vivida por 4.000 alemanes, el 3 de enero de 2022, obligados por la epidemia declarada a bordo a finalizar su viaje en Lisboa. Frente las advertencias del Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de Atlanta, en Estados Unidos, la Asociación Internacional de Cruceros (CLIA) afirmaba en junio 2021 que los cruceros representaban “los entornos vacacionales más seguros disponibles hoy en día”. Así, pocos días después, el Oasis of Seas (Oasis de los Mares), perteneciente a la Royal Caribbean, levó anclas del puerto de Miami (Florida), el 16 de enero, con 4.700 personas a bordo para un periplo de una semana.2
Del conjunto de los daños ecológicos generados por esta forma de turismo, hay una que parece tanto más peligrosa cuanto pasa ampliamente desapercibida: la contaminación por microplásticos que estos buques liberan en el mar, aumentando la carga que soportan los océanos de estas partículas de un diámetro inferior a cinco milímetros.3 Se trata de fragmentos de plástico, de fibras semisintéticas y de fibras de celulosa natural. Estos contaminantes provienen, en particular, de las aguas grises: aguas usadas en la lavandería, las cocinas, los lavabos, las duchas y las piletas para lavar los platos de la nave, que pueden ser liberadas en el mar legalmente en virtud del anexo IV de la Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques (Marpol) en vigor desde 2003.4 Una vez dispersadas, las partículas persisten en el entorno marítimo, amenazan de contaminación a más de 690 de las especies que allí habitan, y matan a 100.000 mamíferos marinos por año. Diversas investigaciones han revelado que las aguas grises provenientes de los cruceros están presentando niveles de concentración de microplásticos que nunca habían sido observados en ningún otro entorno.5 En el Mar Báltico, como en muchas otras zonas marinas, la liberación anual de las aguas grises está calculada en 5,5 millones de metros cúbicos.6
Con más de 9.000 personas a bordo, un crucero como el Wonder of the Sea produce tantas aguas residuales y desechos como una ciudad mediana del tamaño de Mazamet [célebre centro de producción textil del sur de Francia]. Cada día, en promedio, un barco de este tipo libera 773 toneladas de aguas grises. En conjunto, los 323 cruceros actualmente en servicio en el mundo producen el diez por ciento del volumen de aguas grises desechadas en el mar por los barcos.7 ¡Y con razón! Sus pasajeros disfrutan de los servicios y de la comodidad de un gran hotel con piletas, peluquerías, restaurantes y tintorería. Sus lavados liberan fibras microplásticas de origen textil dentro de las aguas grises. Estas últimas también contienen productos de cuidado personal e higiene así como agentes patógenos, medicamentos y químicos nocivos para el entorno marino y la vida acuática.
Cálculos preliminares8 evalúan en 100.000 toneladas los desechos anuales de microplásticos de los que se responsabiliza a los cruceros. Las aguas grises provenientes de la lavandería ocupan el mayor lugar, con una carga de 2.000 a 50.000 partículas por litro, es decir, de 0,2 a seis miligramos por litro. Su liberación sin tratamiento en el mar puede llevar a emisiones cotidianas de 30 a 2.000 miligramos de microplásticos por persona. Esto corresponde a un desecho anual del orden de los 10 a 500 gramos por pasajero.
El reemplazo de textiles sintéticos por telas naturales impediría la formación de la mayor parte de estas partículas. Conservar las aguas del lavado en reservorios a bordo y luego vaciarlos en instalaciones portuarias específicas bastaría para evitar los desechos. Sin embargo, dadas sus capacidades actuales, los cruceros sólo pueden retener las aguas grises durante... 56 horas, en promedio. Algunos grandes buques (de más de 500 pasajeros) disponen de instalaciones de saneamiento de las aguas usadas y aplican tratamientos biológicos y desinfectantes. Pero grandes cantidades de fibras sintéticas siguen yendo a parar al océano. Si bien actualmente los ingenieros y los químicos están diseñando métodos innovadores para eliminarlas,9 el mar ya no tiene tiempo para esperar. Estamos lejos del consejo dado por Míster McGuire al joven Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) en la película El graduado, de 1967: “El plástico tiene un gran futuro. Piénselo. ¿Lo va a pensar?”.
Mohamed Larbi Bouguerra, académico, miembro de la Academia de Ciencias, Artes y Letras Beït el Hikma (Cartago). Traducción: Micaela Houston.
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“Cruise lines international association”, State of the Cruise Industry Outlook report, 2019 y 2022. ↩
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Ceylan Yeginsu, “Can a gay cruise keep 4700 people safe amid Covid?”, The New York Times, 14-1-2022. ↩
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Kunsheng Hu et al., “Degradation of microplastics by a thermal Fenton reaction”, ES&T Engineering, Washington DC, 24-11-2021. Leer también Pierre Rimbert, “Plongée dans une soupe de plastique”, en Manière de Voir, “La mer, histoire, enjeux, menaces”, nº 178, agosto-setiembre de 2021. ↩
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Guyu Peng, Baile Xu y Daoji Li, “Gray water from ships: a significant sea-based source of microplastics?”, Environmental Science & Technology, vol. 56, n° 4-7, 2022. ↩
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Mikkoula Oula, “Estimating microplastic concentrations and loads in cruise ship grey waters”, Master’s thesis, Aalto University, 2020. ↩
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Erik Ytreberg et al., “Environmental impact of gray water discharge from ships in the Baltic Sea”, Marine Pollution Bulletin, n°152, Oxford, marzo de 2020. ↩
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Cifras citadas en Guyu Peng, Baile Xu y Daoji Li, art. cit. ↩
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Guyu Peng, Baile Xu y Daoji Li, art. cit. y Mikkoula Oula, op.cit. ↩
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Kunsheng Hu et al., art.cit. ↩