Es una novela y, por lo tanto, debe leerse como ficción. Pero saber que está inspirada, libremente, en algunas vidas novelescas, hace que también se la pueda leer como una aproximación a formas de abordar la lucha política del siglo pasado. Muestra la acción de un selecto grupo de personas dentro del Partido Comunista uruguayo, cercanos al secretario general Rodney Arismendi, que integraron un aparato de inteligencia dentro de esa organización. Si bien es posible que el alcance real de ese aparato sea parte de la invención del autor, a medida que la trama avanza la referencia histórica va perdiendo importancia. La peripecia de los personajes pasa a estar en primer plano y, entonces, el narrador le gana la pulseada al periodista. Hacer una novela “de género” (en este caso de espías) desde una tradición literaria que ha estado más recostada en los temas supuestamente universales abordados desde la introspección, ya sea realista o experimental, es un riesgo. La novela negra de corte policial es la única que lo ha sorteado suficientes veces como para formar su propia tradición chica. Pero no las de espionaje. Aun así, Sergio Israel supera con creces el desafío. El resultado es disfrutable y deja espacio para sopesar las decisiones de sus personajes, ponerse en zapatos ajenos y ensayar hipótesis de comportamientos propios. Además, permite el disfrute extra de intentar adivinar los posibles modelos reales de los nombres ficticios.
Sergio Israel. Planeta; Montevideo, 2022. 254 páginas, 850 pesos.