Los dirigentes de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) imaginan una sociedad hiperdigitalizada, donde un máximo de funciones de la vida cotidiana estaría informatizado. Zona gris ante la mirada internacional, no es confort todo lo que reluce: se sospecha que también se pagan las cuentas de otros regímenes autocráticos.

La inversión prevista por los EAU en tecnologías de la información y la comunicación será gigantesca: según Frédéric Szabo, director de Bussiness France en ese país, los gastos en la materia deberían alcanzar 23.000 millones de dólares en 2024, una tasa de crecimiento anual de ocho por ciento durante el período 2019-20241. Las empresas internacionales del sector se apresuran a instalarse y desarrollarse en el seno de la Federación –entre las cuales se cuentan las proveedoras de servicios o material de vigilancia–. Además de las sociedades estadounidenses establecidas en el país, como IBM o Palantir, la reciente normalización de las relaciones con Tel Aviv autoriza un fortalecimiento de los vínculos con empresas israelitas como Rafael Advanced Defense Systems. Sociedades chinas como SenseTime o Hikvision también se posicionan... sin olvidar a los grupos franceses. Así, por ejemplo, la empresa modelo de defensa electrónica Thales prevé reforzar una de sus instalaciones emiratíes, Thales Emarat Technologies. Esta filial, que reúne un centenar de empleados, hoy en día posee un centro de servicios de defensa para “desarrollar las capacidades soberanas de los Emiratos”. Su actividad debe ser reforzada y completada por un centro de seguridad digital que trate los ámbitos “ciber, cripto e identificación”. De aquí a 2024, se estima llegar a tener 300 asalariados en total.

“Cientos de compañías se instalan en los Emiratos con fines comerciales. Algunas aprovechan los vacíos en la reglamentación para reexportar”, comenta Cathryn Grothe, que trabaja en tecnología y democracia en el Cercano Oriente para la organización no gubernamental Freedom House. Varios modelos han ido emergiendo: algunas empresas de importación y exportación pueden servir de nexo entre dos países, que difícilmente se encuentran en directo, y los proveedores de tecnologías occidentales. Así, para procurarse los productos de la sociedad norteamericana Blue Coat Systems, que permiten observar y filtrar el tráfico de internet, la Siria de Bachar Al-Assad pasó por la sociedad intermedia de Computerlinks FZCO, una instalación en zona franca dubaití de la empresa de origen alemán Computerlinks2. Con el asunto develado, la rama emiratí fue condenada en abril de 2013 por la Oficina de Industria y Seguridad de Estados Unidos y penada a una multa de 2,8 millones de dólares por violación de las reglas a la exportación de la administración estadounidense.

En 2013, Computerlinks fue comprada por los estadounidenses de Arrow Electronics. Por último, en 2019, una filial de Midis Group, llamada Mindware (que reúne numerosos distribuidores de productos informáticos) retomó las actividades. Sin embargo, su director, Philippe Jarre, asegura que esas prácticas ya no están vigentes. Otra empresa con sede en el lugar, Digital Forensic Dubai, revende material y software de informática legal de diversos fabricantes, por ejemplo, del israelita Cellebrite. ¿A quién? Misterio. “Ninguna reglamentación permite controlar lo que sucede en las zonas francas”, explica Grothe.

Zonas opacas

“Los emiratos son un área difusa, donde nadie mete la nariz en tus asuntos. Los Estados hacen como si combatieran este tipo de lugares, pero en realidad los necesitan”, considera el investigador en ciberseguridad Sébastien Larinier. “Las instalaciones ‘proliferan’ en el Cercano Oriente con total discreción”, completa Tony Fortin, del Observatorio de Armamentos. En otras palabras, permiten aumentar las ventas sin restricciones. ¿Se puede, por ejemplo, comprar desde Dubái productos de empresas ligadas al holding francés Boss Industries, como Trovicor, una empresa especializada en software espía, o Nexa Technologies, especializada en el análisis del tráfico de internet? Cuando formulamos la pregunta en el stand de Trovicor durante la feria Milipol de octubre de 2021, en París, dedicada a la seguridad, se nos solicitó de manera gentil pero insistente que nos retiráramos. Sin embargo, según el periodista Olivier Tesqurt, el Egipto de Abdel Fattah al-Sissi habría adquirido, mediante una filial dubaití llamada Advanced Middel East Systems, el sistema de vigilancia de filtrado de internet de Nexa Technologies3 –compra que habría permitido al régimen perseguir a sus opositores–.

Luego de una denuncia efectuada por la Federación Internacional por los Derechos Humanos y la Liga por los Derechos del Hombre, cuatro dirigentes de Nexa Technologies fueron investigados en junio de 2021 por el Fuero de Crímenes contra la Humanidad, Crímenes y Delitos de Guerra del Tribunal Judicial de París por complicidad en torturas y desapariciones forzadas. Esas dos asociaciones también habían efectuado una denuncia contra los dirigentes de esta empresa por la venta de tecnología de vigilancia al régimen libanés de Mouammar Khadafi en 2007.

En los EAU, algunas empresas intermediarias aseguran la transmisión de material y software de un país a otro. Otras se encargan de los pagos. Al Fahad, hoy filial de la sociedad del Estado emiratí especializada en las soluciones de seguridad tecnológica Etimad, habría servido de intermediario de forma regular entre sociedades occidentales y clientes, en especial marroquíes y egipcios. Sin que sea posible vincularlo con una venta particular, el nombre Al Fahad aparece en 2011 en documentos internos de la empresa Qosmos –un editor francés de software de análisis de tráfico de internet–. Sospechada durante una investigación en París de haber provisto herramientas de vigilancia al régimen sirio, Qosmos finalmente fue sobreseída en 2021. A comienzos del 2010, y según documentos bancarios, Al Fahad habría pagado diferentes sumas a la empresa francesa Amesys, luego convertida en Nexa Technologies, en el marco de la venta de su software de análisis de tráfico de internet a Marruecos4. Según Tesquet, Al Fahad aparece como intermediario en 2013 entre Nexa y Egipto.

Las empresas francesas no son las únicas que hacen negocios con Al Fahad. Según una serie de mensajes internos subidos a la plataforma de filtraciones Wikileaks, en 2011, la sociedad italiana Hacking Team también habría vendido su software espía a la Dirección de Vigilancia del Territorio marroquí (DTV) a través del portavoz de la empresa emiratí. Esta compañía pagará por muchos años las facturas por la adquisición y el mantenimiento del software, así como las de Hacking Team, regidas por otra estructura de inteligencia marroquí, el Consejo Superior de Defensa Nacional.

¿Por qué los EAU pagarían las cuentas en material y en programas de vigilancia de países como Marruecos o Egipto? “Los EAU hacen proyectos en Marruecos a través de Al Fahad”, explica de modo sucinto Hacking Team a sus superiores en un correo electrónico comercial. “Se trata de un medio de hacer diplomacia con un país tercero”, sugiere el investigador James Shires. En el caso del negocio entre Nexa y Egipto, es probable que el sostén financiero de los EAU haya estado acompañado de un reparto de datos”, susceptibles de ser explotados por los servicios emiratíes, pero también franceses.

Éva Thiébaud, periodista. Traducción: Estefanía Cálcena.


  1. Sarah Pineau, “L’orient, nouvel eldorado du cyber?”, S&D Magazine, Denguin, 22-10-2021. 

  2. Jennifer Valentino-DeVries, Paul Sonne y Nour Malas, “U.S. Firm Acknowledges Syria Uses Its Gear to Block Web”, The Wall Street Journal, Nueva York, 29-10-2011. 

  3. Olivier Tesquet, “Amesys: les tribulation égyptiennes d’un marchand d’armes numériques français”, Télérama, Paris, 5-7-2017. 

  4. “Maroc: Popcorn, le projet qui n’existait pas”, Reflets.info, 15-11-2017.