De la herencia bananera a la Presidencia

Nacido en Miami, criado en Guayaquil y educado en prestigiosas universidades estadounidenses, Daniel Noboa es heredero de un imperio del banano y miembro de una de las familias más ricas del país y de América Latina, cuyo patriarca ya había intentado antes llegar al poder. Su padre, Álvaro Noboa, buscó –en vano– cinco veces la presidencia y se convirtió, en esos intentos, en un meme de la cultura ecuatoriana por sus comentarios desacertados y su personalidad caricaturesca.

Pero el joven Noboa no sólo lo consiguió a la primera. A diferencia de su progenitor, no tuvo fama de poco inteligente, sino todo lo contrario. Su desempeño durante el primer debate llamó la atención del electorado, que empezó a ver en él una posibilidad de esperanza y cambio en medio de la ola de violencia e inseguridad, y la crisis política que atraviesa el país.

Eso, sumado al comodín de su esposa influencer y una estrategia cercana a los usuarios en el mundo digital, lo convirtieron en el factor sorpresa de la primera vuelta electoral, donde quedó en segundo lugar, detrás de Luisa González, la candidata apoyada por el expresidente Rafael Correa¹.

Catalogado por algunos como outsider sin realmente serlo, Noboa logró posicionarse con rapidez ante un electorado compuesto, en lo principal, por millennials: el 37,12 por ciento del padrón eran personas de entre 29 y 40 años de edad.

Pero también, a pesar de representar al apenas 1,3 por ciento más rico de la población ecuatoriana, que concentra el 50,2 por ciento de toda la riqueza del país, Noboa logró llegar con su discurso a las capas populares. Autodenominado de centroizquierda, pero con propuestas más cercanas a la derecha, el candidato más joven de estas elecciones (35 años) concentró a cientos de personas en sus eventos, a los que muchos asistían para recibirlo como un rockstar durante la campaña por el balotaje. En las calles, miles de personas hicieron fila para recibir un Noboa de cartón tamaño real, que se volvió tendencia también en redes sociales.

Para la politóloga Valeska Chiriboga, el triunfo de Noboa no puede leerse sin entender los personalismos políticos. “En Ecuador no votamos por ideologías, votamos por personas y discursos, y quien logre catapultar esa personalidad independientemente de la ideología, genera mayor parte de los votos, como sucedió con Correa en su momento y ahora con Noboa”, dice. Sin embargo –agrega– “no todo el mérito es de él, hay que ver cuántos votos haló su esposa, quien tuvo una campaña muy activa y además cuántos de sus votos fueron realmente votos anticorreístas”.

La analista política Selene López tiene una opinión similar y asegura que estas votaciones no pueden analizarse desde los parámetros izquierda-derecha. “A pesar de que haya ganado Noboa, no significa que el electorado se ha derechizado, ahí hay otras fracturas que ordenan la elección y eso se ve claramente analizando los datos territoriales”, explica. Se refiere a que el voto estuvo fracturado en sus distintas regiones: en la Costa hubo una marcada preferencia por el correísmo, mientras que la Sierra prefirió a Noboa, así como lo hizo la mayor parte de la Amazonía². Para López, esto responde a que “Noboa perfeccionó la personalización política”.

Quizá por eso, las críticas y denuncias que se realizaron contra Noboa durante la campaña no causaron el efecto que podrían haber tenido. Por ejemplo, unos días antes de la elección, una investigación periodística realizada en Brasil, basada en los Pandora Papers, reveló que el empresario posee dos sociedades offshore en Panamá³; esto, a pesar de que la ley en Ecuador prohíbe que los candidatos a cargos de elección popular tengan vinculaciones con paraísos fiscales. También se difundió que la Exportadora Bananera Noboa tiene una deuda de millones de dólares con el Servicio de Rentas Internas⁴. Además, Noboa fue acusado por su exesposa de violencia psicológica⁵.

Pero el éxito de Noboa tiene un contexto que fue explotado a su favor: un Ecuador en crisis, en el cual la mayoría de los ciudadanos muestran una enorme desafección por los partidos políticos.

Esto explicaría también el techo de concreto del correísmo para crecer, tomando en cuenta los resultados de la elección de 2021, en la que el candidato correísta Andrés Aráuz perdió en balotaje contra el actual presidente, Guillermo Lasso. Un escenario que plantea el desafío para el partido Revolución Ciudadana, de repensar sus liderazgos políticos y la forma en la que están buscando conectar con el electorado.

Aunque parecería haberse estado preparando toda su vida para conseguir lo que su padre no logró, la carrera política de Daniel Noboa empezó apenas dos años atrás. En 2021, se posesionó como legislador en la Asamblea Nacional, donde presidió la Comisión de Desarrollo Económico.

Daniel Noboa festejó su triunfo en su mansión en Olón, una pequeña ciudad costera, a tres horas de Guayaquil, lejos de las bases, de sus seguidores y de su candidata a vicepresidenta, Verónica Abad, un personaje polémico debido a su postura contra los derechos de las mujeres y su afinidad con políticos de extrema derecha como los exmandatarios de Estados Unidos, Donald Trump, y Brasil, Jair Bolsonaro⁶. Desde allí, el empresario dio un discurso brevísimo y falto de potencia, en el que agradeció a quienes lo apoyaron, acompañado de su esposa, Lavinia Valbonesi.

Esa misma noche, desde un hotel en Quito, Luisa González felicitó a Noboa y sus palabras fueron más bien conciliadoras: “Cuente con nuestros votos en la Asamblea para las reformas legales, para la seguridad, para la educación... para lo que necesite siempre y cuando no sea privatizar nuestros recursos y no sea precarizar la salud, el empleo y la educación”, dijo.

Complejo panorama

La inseguridad, la violencia, el narcotráfico, la crisis carcelaria, el desempleo, una fuerte ola migratoria y la amenazante llegada del fenómeno de El Niño son algunas de las principales problemáticas que tendrá que enfrentar el sucesor de Guillermo Lasso desde su toma de mando en diciembre. Y tendrá sólo 18 meses para demostrar si posee, o no, la habilidad política y técnica para hacerlo.

Estas votaciones ocurrieron luego de que Lasso recurriera, el 17 de mayo, a la “muerte cruzada” –un mecanismo constitucional que implica la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones generales anticipadas– para evitar el avance de un juicio político en su contra⁷. Por lo que el escenario en el que asumirá el nuevo presidente es de una profunda crisis política, que agrava la situación social del país.

Ecuador, que hasta hace pocos años era un lugar tranquilo en comparación con la vecina Colombia, es hoy uno de los 10 países con mayor índice de criminalidad en el mundo⁸. Los titulares de muertes violentas, sicariatos, robos, extorsiones, masacres carcelarias, han dejado de ser novedad. Entre 2018 y 2022, los asesinatos aumentaron cuatro veces, y algunos de ellos, como el del periodista y candidato presidencial Fernando Villavicencio, asesinado el 9 de agosto, han sido noticia a escala mundial.

Este 2023, además, la migración ha aumentado. Los ecuatorianos son hoy la segunda nacionalidad que más atraviesa la peligrosa selva del Darién –después de los venezolanos–, de acuerdo con las autoridades panameñas⁹. También hay un nuevo récord de deportaciones de ecuatorianos en Estados Unidos: más de 13.000 en los primeros ochos meses de este año.

En 18 meses, el nuevo presidente de Ecuador deberá demostrar si tiene la voluntad y la capacidad política para empezar a resolver lo que más aqueja al país andino, pero también deberá probar si puede sostener el discurso de juventud, novedad y –sobre todo– de esperanza que le valió el triunfo.

Thalíe Ponce, periodista ecuatoriana. Directora editorial de Indómita Media.