La “Crimea asiática”: así llaman algunos analistas internacionales al archipiélago costero de Kinmen, convencidos de que China invadirá Taiwán tal como Rusia hizo con Ucrania. Estos 12 islotes, pequeños y con escasa población, juegan un rol fundamental en el enfrentamiento que libran Pekín y Taipei desde 1949.
Tras las tensiones provocadas por la visita a Taipei, a comienzos de agosto de 2022, de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, pocos días después (el 1º de setiembre), un dron chino fue abatido en territorio taiwanés. No sobre la isla de Taiwán propiamente dicha, sino del otro lado del estrecho de Formosa, sobre un pequeño archipiélago casi encastrado en las costas chinas: Kinmen. Más conocido en Occidente con el nombre de “Quemoy”, este fragmento insular es a priori insignificante por su superficie, equivalente a la de Liechtenstein, y por su población, comparable a la de Maldonado [La Roche-sur-Yon en el original]. El archipiélago se despliega en 12 islas, de las cuales sólo dos –la propia isla de Kinmen (134 km²) y la de Lieyu (13 km²), llamada Little Kinmen– albergan una población civil permanente estimada entre 50.000 y 60.000 habitantes. No por ello deja de pagar el precio del tironeo entre su ubicación geográfica y su pertenencia política, a causa de una partición china que se cristalizó a comienzos de los años 1950.
Dos meses después de la proclamación de la República Popular de China (RPC) por Mao Zedong en Pekín, las instituciones centrales de la República de China se replegaron en Taipei bajo el impulso del general nacionalista Chiang Kai-Shek en diciembre de 1949. Sus tropas lograron mantenerse en el archipiélago de Kinmen, a pesar de dos intentos de invasión comunista (en octubre de 1949 y en julio de 1950). Eslabón clave del proyecto quimérico de reconquista del continente por Chiang Kai-Shek, que había estacionado allí a más de 100.000 soldados en los años 1950, este puesto de avanzada de la “China libre” estuvo, en efecto, cerca de empujar al mundo a una guerra nuclear durante las dos primeras crisis del estrecho de Formosa (en 1954-1955 y luego en 1958). Así, en octubre de 1958, el periodista Fernand Gigon comparaba a Kinmen con una “granada en la boca de un tigre”1. Desde entonces, la granada se desactivó de forma progresiva a medida que la dentadura del tigre se afilaba, y los medios de comunicación internacionales perdieron rápidamente el interés en el tema.
La invasión rusa a Ucrania el año pasado provocó que la atención se vuelva a posar sobre Kinmen, calificada en la actualidad por ciertos analistas como una potencial “Crimea asiática”. Pero tales aspavientos no logran ocultar ni los límites de la comparación entre los dos territorios ni la fantasía que representa la perspectiva de una próxima incorporación del pequeño archipiélago costero a la RPC, sea por medio de la fuerza o de las urnas.
A causa de su trayectoria histórica distinta de la de Taiwán, durante la Guerra Fría Kinmen supuso un problema. Mientras Mao Zedong proyectaba un desembarco militar a través del estrecho de Formosa en 1951, el estallido de la guerra de Corea en junio de 19502 incitó a Estados Unidos a enviar la VII Flota entre la isla de Taiwán y el continente. Más allá de la voluntad de contener al comunismo en Asia, el presidente Harry Truman justificó esta decisión declarando que el estatus de la excolonia japonesa de Taiwán (1895-1945, colonia de la cual Kinmen no formó parte) era indeterminado en el derecho internacional: “[La] ocupación de Formosa3 por parte de las fuerzas comunistas sería una amenaza directa a la seguridad de la región del Pacífico y a las fuerzas de Estados Unidos [...]. En consecuencia, di la orden a la VII Flota estadounidense del Pacífico de impedir todo ataque contra Formosa. Como corolario de esta acción, pido al gobierno chino en Formosa que cese toda operación aérea y naval contra el continente chino. [...] Toda decisión en cuanto al estatus futuro de Formosa deberá esperar la restauración de la seguridad en el Pacífico, un tratado de paz con Japón o una decisión de las Naciones Unidas”4.
En ese entonces, el objetivo era interrumpir la guerra civil china solapando el frente de batalla, a cierta distancia de las costas del sur chino, sobre la zona media del estrecho de Formosa. Ahora bien, ni Chiang Kai-Shek ni Mao Zedong se decidían a hacerlo: ambos estaban convencidos de la pertenencia legítima de Taiwán a China. El primero rechazó entonces evacuar Kinmen y el segundo, anexarlo sin invadir de manera simultánea la isla de Taiwán: “No queremos sólo Kinmen y Matsu –explicaba el Gran Timonel en 1960–, sino el conjunto de Taiwán y del archipiélago de Penghu. Este problema podría atormentarnos por mucho más tiempo [...], mientras [las tropas estadounidenses] permanezcan en Taiwán”5. Así, ambos lograron establecer una discontinuidad territorial a lo largo del continente chino en nombre de... la continuidad de la nación china a través del estrecho.
Tras la segunda crisis (en 1958), Pekín y Taipei alimentaron de forma simbólica un clima de guerra civil sobre el brazo de mar que separa a Kinmen de la ciudad de Xiamen (en la RPC) durante 20 años, bombardeándose día por medio una a otra (el Ejército Popular de Liberación –EPL– los días impares; los nacionalistas los días pares) con la ayuda de obuses no explosivos, cargados de panfletos de propaganda. La operación finalizó el 15 de diciembre de 1978, cuando Washington y Pekín anunciaron que establecerían relaciones diplomáticas el 1º de enero siguiente. Sin embargo, hubo que esperar una quincena de años para que la vida en Kinmen recuperase un aire de normalidad.
Desde el comienzo, Chiang Kai-Shek atribuyó roles diferentes a la isla de Taiwán y a Kinmen: la primera sirviendo de base de retirada para el régimen nacionalista, mientras que el pequeño archipiélago costero se encontraba a la vez en la primera línea de defensa y en el puesto de avanzada para la contraofensiva. Puesto bajo administración militar y sometido a un régimen de excepción, llamado “zona de guerra”, el pequeño archipiélago experimentó una estricta limitación de sus libertades. Ello lo mantuvo durante mucho tiempo al margen de los progresos que se produjeron en la isla, en particular del famoso “milagro económico taiwanés” y de la formación de una estructurada oposición al partido único del Kuomintang (KMT). En consecuencia, la democratización de la República de China [nombre oficial de Taiwán] se forjó en un crisol estrictamente taiwanés. Kinmen y sus habitantes sólo fueron integrados luego; la ley marcial recién fue levantada en 1992, es decir, cinco años después que en la isla de Taiwán.
“Isla periférica”
Este direccionamiento hacia Taiwán sigue siendo cuestionado por los habitantes del archipiélago costero y por sus representantes políticos. Así, en marzo de 2020, la diputada de Kinmen, Chen Yu-Chen provocó indignación al declarar al Parlamento: “La República de China es un Estado, pero quiero insistir sobre el hecho de que Taiwán no lo es. Porque la República de China incluye Taiwán, Penghu, Kinmen y Matsu. Siempre insistimos sobre esto en Kinmen”6. Sólo algunas circunstancias llevan a los kinmeneses a considerarse taiwaneses: durante los viajes al exterior, para no ser confundidos con ciudadanos de la China Popular, o bien para marcar su oposición al “continente”. No obstante, la identificación con Taiwán es más frecuente y espontánea en las generaciones nacidas a partir de fines de los años 1980, que crecieron en un entorno radicalmente diferente del de sus mayores.
Si bien muchos jóvenes kinmeneses parten hacia Taiwán para realizar sus estudios superiores y se quedan allí para hacer su carrera profesional, varios optan por seguir registrados como habitantes del archipiélago costero. La principal razón: un sistema de beneficios sociales implementado por el condado de Kinmen a partir de los años 1990. Los ingresos de la destilería local de alcohol de sorgo, instalada en los años 1950 por una administración militar que buscaba su autonomía financiera, hoy son reasignados bajo la forma de subsidios a los nacimientos y de asignaciones por vejez; también aseguran la gratuidad de los cuidados médicos en el lugar e importantes descuentos en el precio de los pasajes de avión hacia Taiwán. Sólo entre 2004 y 2019 esas atractivas retribuciones alentaron a cerca de 7.500 taiwaneses a registrarse como residentes de Kinmen sin necesariamente instalarse de modo duradero. En total, si bien de modo oficial la población es de 140.000 habitantes, más de la mitad no vive allí durante todo el año.
En términos más generales, el pequeño archipiélago parece haber encontrado su lugar en el seno de una República de China democratizada y taiwanizada en tanto “isla periférica” –estatus que le fue otorgado en 2000 y es comparable, en cierta medida, al de los territorios franceses de ultramar–. Esta categoría político-administrativa permite a los habitantes jugar con la distancia que algunas veces llaman a superar, en especial para subsanar la diferencia de desarrollo, y otras a alabar, para defender los particularismos locales. Pero la principal piedra en el zapato entre las autoridades locales y Taipei sigue siendo la de las relaciones establecidas con el continente.
Desde el levantamiento de la ley marcial en 1992, el gobierno del condado no dejó de pedir la apertura de vínculos directos con Xiamen, con el fin de reanudar los contactos brutalmente interrumpidos en 1949 y de convertirse en el laboratorio del acercamiento entre las dos orillas del estrecho. Desde 2001, la implementación de los “tres mini vínculos” permitió la circulación de las personas, de los bienes y del correo –antes de que esas medidas fueran extendidas al conjunto del continente chino y a Taiwán algunos años más tarde–. No obstante, el gobierno de Taipei sigue siendo cauteloso, como se pudo constatar en 2018, cuando el Ministerio de Asuntos Continentales pidió una postergación sine die de la ceremonia de apertura de un canal que permitía importar agua dulce del continente. Una decisión tomada a raíz de la degradación de las relaciones con Pekín desde el acceso al poder de la presidenta independentista Tsai Ing-wen, en 2016, pero que en el archipiélago costero fue considerada una afrenta, por ser contraria a los intereses de sus habitantes.
Lejos y cerca
Desde Kinmen, mantener buenas relaciones con el continente es considerado un complemento necesario –y no un sustituto– de los vínculos con Taipei. En realidad, la lealtad de los kinmeneses al gobierno, aunque cuestionada por los independentistas taiwaneses, no genera debate. Por ejemplo, apoyaron al Ministerio de Asuntos Continentales cuando, en febrero de 2020, suspendió los vínculos con Xiamen en el contexto de la pandemia de covid-197. Los barcos que al inicio estaban encargados de cruzar efectuaron entonces circuitos en torno a Kinmen para los taiwaneses que iban a pasar unos días. En efecto, los turistas constituyen una de las principales fuentes de ingresos del condado desde la desmilitarización a comienzos de los años 1990, vinculada al abandono del proyecto de reconquista armada del continente.
Los últimos datos confiables daban cuenta de 3.200 soldados que permanecían estacionados en 20148. Si bien el pequeño archipiélago costero perdió gran parte de su interés militar, en realidad la factibilidad de un contraataque chino siempre fue considerada con prudencia. La Marina estadounidense misma, en un informe de 1953, estimaba que la pérdida de Kinmen podría haber sido compensada por un bloqueo naval9. Incluso, un desembarco victorioso no hubiera abierto más que pocas perspectivas, estando la ciudad de Xiamen aislada del resto del continente por altas montañas. Hoy, lo esencial de la estrategia militar se articula desde la isla de Taiwán, limitándose el pequeño archipiélago costero a la recepción de radares y de estaciones de observación. Además, si bien los jóvenes taiwaneses temieron durante mucho tiempo ser enviados allí para realizar su servicio militar, en la actualidad el destino es apreciado10. El distanciamiento es percibido como una positiva fuente de cambio de ambiente, sentimiento que las autoridades locales no dudan en destacar al hacer sus campañas de promociones turísticas11. Para los habitantes, la proximidad inmediata con el continente chino despierta menos temor que curiosidad y fascinación, e incluso un simple desinterés. De hecho, el desenlace de una potencial invasión por parte del EPL no genera ninguna duda, y la vida cotidiana se desarrolla con el conocimiento de esta certeza, sobre la cual, en definitiva, no es posible actuar... más que ignorándola.
Sin embargo, el archipiélago de Kinmen interesa a la RPC esencialmente por el vínculo que le permite mantener con la isla de Taiwán, en tanto vitrina del acercamiento y potencial intermediario de influencia en el seno de la República de China. Tanto hoy como en el pasado, anexarlo sin invadir simultáneamente Taiwán sería contraproducente: tal operación alimentaría un ya fuerte sentimiento identitario taiwanés y es probable que llegara a avalar la perspectiva de una declaración de independencia, percibida como una secesión desde el punto de vista de Pekín. Así, el riesgo de invasión china resulta similar tanto en Kinmen como en Taiwán, a pesar de los efectos de proximidad generados por la historia y la geografía.
Michaël Levystone, doctor asociado al Centre d’Études et de Recherches Internationales (CERI) - Sciences Po. Francia. Traducción: Micaela Houston.
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Fernand Gigon, “Vu de Formose. Le conflit des îles côtières chinoises”, Le Monde diplomatique, París, octubre de 1958. ↩
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Philippe Pons, “L’engrenage de la guerre”, en “Corées. Enfin la paix?”, Manière de voir, Nº 162, diciembre de 2018-enero de 2019. ↩
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Antiguo nombre de la isla de Taiwán. ↩
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Declaración del 27-6-1950. ↩
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Entrevista a Mao Zedong por el periodista estadounidense Edgar Snow, el 22-10-1960. Publicada por la Oficina de Investigación sobre la Literatura del PCC (ed.), Selección de textos de Mao Zedong sobre las relaciones exteriores (en chino), Pekín, Shijie zhishi chubanshe, 1994. Traducción propia. ↩
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Intervención del 30-3-2020. Yuan Legislativo, “Acta de la 10ª sesión plenaria de la Comisión de Asuntos Interiores durante la primera sesión del 10º Yuan Legislativo” (en chino), Lifayuan gongbao, Taipei, vol. 109, Nº 19 (4768), 2020. Traducción propia. ↩
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Shun-Te Wang, “A political gamble: Taiwan’s Kinmen Island and the decision of supporting the central government’s Coronavirus prevention measures”, Taiwan Insight, 11-3-2020. ↩
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Chen Shou-Guo, “Programa Jingtsui: el comando de defensa de Kinmen reducido a 3.000 hombres” (en chino), Taiwan News, 21-1-2014. ↩
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Informe citado en Bruce A. Elleman, Taiwan’s Offshore Islands: way or Barreer?, Newport (Rhode Island), Naval War College Press, 2019. ↩
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Chen Cai-Ling, “Los nuevos soldados se pelean por la designación en Kinmen y en Matsu” (en chino), China Times, Taipei, 6-9-2021. ↩
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Weng Wei-Zhi, “Visitar Kinmen como si se partiera hacia el exterior –en Taiwán, el gobierno del condado hace activamente publicidad del turismo con destino Kinmen–” (en chino), Jinmen ribao, Kinmen, 25-7-2020. ↩