Magdalena Broquetas y Gerardo Caetano (coord.). Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo 2022. 423 páginas. 960 pesos.
Esta segunda entrega de tres, que tiene el subtítulo “Guerra fría, reacción y dictadura”, abarca desde 1945 hasta 1985. Trata sobre “ideas y prácticas” pero también sobre representaciones, ya que el combate contra el “comunismo” en tiempos de la Guerra Fría (Patrick Iber1) alcanzaba, en realidad, a toda intención transformadora de izquierda o progresista. El herrerismo de posguerra (Laura Reali y Matías Barba) y el ruralismo blanco (María Inés Morales y Agustín Juncal), forjados en el rechazo del batllismo, se abrazan con el “nacionalismo independiente” (Daniel Gómez Perazzoli) y con el ala más reaccionaria del Partido Colorado (Felipe Monestier y Pablo Ferreira), y así se configura el sustrato del pachequismo (Marcos Rey).
La obra analiza organizaciones cuasi paramilitares (la Juventud Uruguaya de Pie, por Gabriel Bucheli), políticas económicas (la “convergencia inesperada” entre batllismo y liberalismo, por Matías Rodríguez Metral) y sensibilidades (el “conservadurismo social” de los gobiernos colegiados, por Magdalena Broquetas). Pero también fuga de la comarca y echa un vistazo a cómo impactaba en Uruguay el peronismo argentino (Fernando Androver).
Los medios de comunicación están mirados con atención, tanto la postura editorial de El País durante la dictadura (Gerardo Albistur) como el “control, censura y propaganda” que llevó adelante el régimen cívico-militar (Virginia Martínez), pasando por Búsqueda y “la expansión del neoliberalismo” (Mauricio Bruno).
Es probable que los esfuerzos de la dictadura por ganar algunos espacios de legitimidad social sean menos conocidos, por lo que son bienvenidos los trabajos sobre las juntas de vecinos (Javier Correa), educación secundaria (Leonor Berná) y acerca de los fallidos impulsos a sindicatos dóciles (Álvaro Sosa). No falta el aspecto religioso (Nicolás Iglesias Schneider, Néstor da Costa, Álvaro Martínez y Fernando Ordóñez), los ataques a la Universidad de la República (María Eugenia Jung) ni el Plan Cóndor (Patrice McSherry). También hay que destacar los sólidos aportes de Julián González Guyer (la siempre esquiva “cuestión militar”) y de Carlos Demasi (sobre Juan María Bordaberry). La introducción de los coordinadores Caetano y Broquetas resulta esclarecedora, así como el capítulo final de Aldo Marchesi y Vania Markarian.
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Entre paréntesis los autores de los capítulos respectivos. ↩