El daño al ambiente, el sobrepeso de los consumidores de alimentos modificados ricos en azúcares, la destrucción de los modos tradicionales de relación con la tierra, son algunas de las razones esgrimidas por quienes se oponen a obras de riego basadas en reservorios equivalentes a 250 piscinas olímpicas.
Al llegar a Sainte-Soline, descubrimos rápidamente la enorme pileta que despierta tanta oposición y provocó una concentración y encontronazos el 25 de marzo último. Se trata de un inmenso cráter rectangular de unas 15 hectáreas cercado por muros de tierra de diez metros de alto y rodeado hacia los cuatro puntos cardinales por campos consagrados esencialmente al cultivo del maíz. El suelo de esta obra gigante tiene que estar cubierto por una inmensa lona de plástico para garantizar la impermeabilidad de una reserva de agua que contiene el equivalente a 250 piscinas olímpicas. ¿Por qué conservar tanta agua en superficie?
Según Emma Haziza, hidróloga y directora de investigaciones en el CNRS (Centro Nacional de la Investigación Científica), desde 2017 el mundo agrícola considera la falta de agua como un problema estructural, en particular en el departamento francés de Deux-Sèvres. En diciembre de 2018, el vicepresidente regional firmó un protocolo de acuerdo con un representante de Océalia, una de las mayores cooperativas agrícolas de la región, y con el presidente de la muy influyente Federación Nacional de Sindicatos de los Propietarios Agrícolas (FNSEA).1 Este documento prevé, al inicio, la construcción en dicho departamento de 19 megapiletas calificadas como “reservas sustitutas”2. Su costo se estima en 76 millones de euros en total a financiarse en un 70 por ciento por dinero público a través de subvenciones estatales, y por los cánones que pagan los usuarios a la agencia de aguas Loire-Bretagne, verdadero brazo armado del Estado.
A cambio del beneficio de esta reserva pagada esencialmente por la colectividad, los agricultores se comprometen a contrapartidas “ecológicas”. Aunque para Julien Leguet, del colectivo “Piletas no, gracias” (BNM), estas contrapartidas son “irrisorias”. Se suman a las mentiras de los últimos cuatro ministros de agricultura: “Incluso intentaron hacernos creer que eran para retener el agua de lluvia”. Desenmascaradas, las autoridades terminaron por admitir que el agua será bombeada de las napas freáticas durante el invierno, para ser utilizada durante los meses de verano. “Es una aberración ecológica, social y económica”, prosigue Leguet, quien reprocha a los “aprendices de brujos de la FNSEA” descuidar el rol central de las aguas invernales y minimizar la cantidad perdida por evaporación, así como no considerar que el agua expuesta al sol se degrada al punto de, a veces, volverse inutilizable.
El dominio de las multinacionales
Abundan en el mundo las iniciativas multilaterales para avanzar hacia una gestión más concertada de los recursos hídricos. En marzo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) organizó una conferencia mundial dedicada al agua dulce. El evento reunió a 150 estados y 10.000 participantes en el marco del Decenio Internacional para la Acción Agua para el Desarrollo Sostenible (2018-2028). Al contrario de los océanos, que han sido objeto de un acuerdo mundial de protección, adoptado también en marzo, el agua dulce, que representa apenas el 2,5 por ciento de la hidrosfera, no cuenta con ningún texto importante que proteja su uso, distribución y conservación, a pesar de que en 2010 la propia ONU admitió que el acceso al agua potable es un derecho humano.
La emergencia climática y la multiplicación de las sequías, incluso en zonas templadas, están presionando a los estados para que adopten un documento más ambicioso. Pero el camino para llegar a esa meta está sembrado de espinas. Las multinacionales del agua están presentes en todos los niveles de discusión, directamente o a través de cabilderos y de organizaciones no gubernamentales fantasmas. El objetivo de este entrismo es simple: evitar que un texto internacional restrinja la mercantilización del agua y de los acuíferos.
Akram Belkaid
La defensa
En respuesta a sus detractores, los partidarios de las enormes piletas invocan la asesoría de la Oficina de Investigaciones Geológicas y Mineras (BRGM) por pedido del director de obras, que concluyó en los efectos globalmente positivos de este tipo de construcciones sobre el caudal de los cursos de agua y sobre el nivel de las napas freáticas3. El cuestionamiento de estas conclusiones4 llevó sin embargo a la BRGM a precisar en febrero último que no se trataba de “un estudio en profundidad ni [de] un estudio de impacto de todas las consecuencias posibles en los puntos de toma de agua definidos”. La oficina admitía también que “la recurrencia de períodos de sequía invernal podría llevar, de manera repetida, a que los niveles de las napas sean inferiores a los umbrales reglamentarios, comprometiendo dentro de algunos años el llenado de las reservas”5.
Leguet sostiene que “finalmente, las megapiletas hacen creer a quienes las explotan que con una solución técnica se podría seguir con este tipo de prácticas sin ningún cuestionamiento”. En realidad, los bombeos invernales apuntan principalmente a eludir las prohibiciones que la prefectura implementa durante el verano, cuando el recurso es escaso. Este acaparamiento del “oro azul” no beneficia sino a alrededor de un agricultor sobre 20: esencialmente, a los productores del maíz regado de forma artificial. Símbolo de la agricultura intensiva, este cereal se convirtió en el primer producto en el mundo con 1149 millones de toneladas en 2022, delante del trigo (803 millones de toneladas) y el arroz (509 millones de toneladas).6 Se caracteriza por sus exigencias en agua, pero no en volumen global, porque el aporte debe ser suministrado, en especial, entre junio y agosto [meses del verano boreal].
Todo empezó en tiempos de la Liberación7, cuando las graves penurias alimentarias llevaron al Plan Monnet, que fijó objetivos de producción, la mecanización de la agricultura y la organización estatal del crédito, los mercados y las filiales. El gobierno pretendió entonces construir un sector económico moderno, rentable, exportador y capaz de liberar mano de obra para las fábricas que carecían de ella. La hibridación y la selección de las semillas tenían que permitir aumentar los rendimientos. Las primeras semillas de maíz híbrido se importaron de Estados Unidos, antes de que el Instituto Nacional de la Investigación Agronómica (INRA, hoy INRAE) pusiera a punto las variedades francesas en 1957. Una compra anual de semillas con grandes promesas en términos económicos. Desde entonces, Europa favorece las grandes siembras, en particular con la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) en 1992 y el otorgamiento de subvenciones en función del número de hectáreas con una prima de bonificación para la agricultura con riego artificial.
Punto uy
El riego es otro de los temas polémicos respecto del agua en Uruguay. La aprobación de la Ley de riego, en 2017, dio entrada a los capitales privados en la financiación de embalses para usar agua para el negocio agrícola, lo que, según sectores críticos con la misma, sería contradictorio con la reforma constitucional de 2004 que incorporó al agua como un bien público (la diaria, 15-12-2017). Aunque fue defendida por el entonces gobierno del Frente Amplio como favorable a los pequeños productores (la diaria, 25-10-2018), el Instituto Nacional de Derechos Humanos consideró que la citada ley “podría generar vulneraciones en derechos humanos fundamentales, como son el derecho a un ambiente sano, al acceso al agua potable y a la participación social” (Sudestada, 13-6-2018). Esto ha ocurrido mientras disminuye el porcentaje de pequeños productores (un 20 por ciento entre 2000 2011) y el de propietarios de tierra nacionales (cayeron del 96 al 47 por ciento en el mismo período), según cifras de la Oficina de Estadísticas Agropecuarias del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca citadas en estudios académicos (María Noel González Márquez, Manuel Vázquez Cirillo y Carlos Santos, en Encuentros Latinoamericanos, vol. 6, 2022). Varios debates con actores del gobierno, la academia y la sociedad civil revelaron que no hay una respuesta sencilla a la pregunta ¿de quién es el agua en Uruguay? (Radio Cultura, 3-5-2022), tal como surgió del ciclo “El agua, tesoro del siglo XXI”, organizado el año pasado por la Alianza Francesa.
El presente
En nuestros días, encontramos en Francia multinacionales en las etapas previa y posterior a la producción agrícola. Así, la empresa estadounidense John Deere provee los tractores, la alemana Bayer los pesticidas y la francesa Limagrain las semillas. El maíz se vende después a las grandes cooperativas y multinacionales como Cargill o Avril, que lo almacenan, transportan, transforman y revenden en los mercados financieros. Para Basile Dutertre, vocero del colectivo Los Levantamientos de la Tierra, los agricultores son las primeras víctimas de este sistema. “Se encuentran sobreendeudados, desarraigados de la sabiduría de sus ancestros que sabían cómo hacer con el agua, con la tierra, con el viento, con los elementos”. Estos pequeños agricultores están, según él, bajo el influjo de la FNSEA “ganada para los intereses de las multinacionales, del complejo agroindustrial”, y que “no representa los intereses de los agricultores de base”. Muchos se ven condenados a trabajar un número incalculable de horas por una ganancia irrisoria con tasas de suicidio superiores a la media de la población y múltiples enfermedades profesionales.
Sólo se benefician con la situación los “agro-managers”, como Arnaud Rousseau, el nuevo presidente de la FNSEA, electo el 13 de abril. Diplomado en una escuela de comercio, es productor de oleaginosas –y de maíz– en un terreno de 700 hectáreas, o sea diez veces el tamaño promedio. También es intendente de Trocy-en-Multien y presidente del grupo agroindustrial Avril, conocido por el aceite Lesieur, cuya cartera de negocios superaba los nueve mil millones de euros en 2022. Desde que fue electo, defendió el proyecto del mismo modo que el gobierno, afirmando: “Sainte-Soline se hará”8.
¿Pero para qué sirven estos granos de oro? Con 15 millones de toneladas por año, Francia es el primer productor de maíz de Europa. Sobre 100 granos de maíz, apenas diez sirven para alimentar directamente a la población, y el resto se transforma, en general en alimento para animales consagrados a la exportación, o bien entra en la fabricación de embalajes, por ejemplo, de biocarburantes. Si el 40 por ciento de la producción se exporta en su forma bruta9, es bastante más si consideramos el maíz transformado. En síntesis, la mayor cualidad del maíz es la de ser particularmente rentable y competitivo; su mayor defecto es ser ávido de pesticidas y agua en el período estival. En un contexto de baja de la producción mundial, sobre todo en razón de la sequía, y de un alza espectacular de su precio, se entiende mejor el encarnizamiento en querer construir estas megapiletas. Incluso a costa de abrirse paso por la fuerza, como en Cram-Chaban (Deux-Sèvres), donde los agricultores, con el sostén del Estado, construyeron cinco reservorios de forma ilegal pese a las condenas reiteradas de los tribunales.
En Sainte-Soline se trata, para los militantes, de impedir la extensión del modelo agroindustrial enarbolado por la filial del maíz y encarnado por la multiplicación de obras gigantes de esta índole. “El arte de ser campesinos fue degradado y ensuciado por este complejo agroindustrial en beneficio de las multinacionales”, concluye Dutertre. “No alimentan a la población y nos encierran en un sistema que está destruyendo el planeta y volviendo a las personas obesas...” Los riesgos de sobrepeso vinculados con el consumo de elementos modificados ricos en azúcares y particularmente en almidón de maíz deben ser tomados en cuenta, en efecto, desde la más tierna edad.
Otra batalla se anuncia con la jubilación de la mitad de los agricultores actuales en los próximos diez años. Si la agroindustria tuviera que recuperar lo esencial de las tierras destinadas a cambiar de manos, los efectos sobre nuestra autonomía alimentaria y la destrucción de lo viviente podrían ser considerables.
Sylvain Leder, profesor en Ciencias Económicas y Sociales. Traducción: Merlina Massip.
¿Derecho, necesidad o mercancía?
Considerar el acceso al agua como un derecho humano y social básico “habría implicado obligaciones demasiado restrictivas para la ‘libertad’ de los actores, en particular de los privados”, explicó en 2001 el economista y politólogo Riccardo Petrella. (1) Por eso, en su Plan eau [Plan del agua], presentado en Savines-le-La el 30 de marzo, cinco días después de la manifestación de Sainte-Soline, (2) el presidente francés Emmanuel Macron se cuidó de no mencionar el aspecto del derecho y se limitó a hablar de una “necesidad” para satisfacer, a lo cual nos habríamos acostumbrado “a no pagar su verdadero precio” (3).
Esta concepción ha sido posible gracias a la creciente mercantilización del agua y la privatización de los servicios públicos. Uno de los puntos de inflexión en ese sentido se produjo en 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de Dublín, cuando por primera vez este recurso fue reconocido oficialmente a nivel internacional como un bien económico. Sobre esta base se ha constituido una “oligarquía global del agua”, (4) encabezada por el Banco Mundial, una institución que está en el origen de la creación en 1996 del Consejo Mundial del Agua, dirigido en su momento por altos ejecutivos de multinacionales como Suez y Vivendi (ahora Véolia), con sede en Marsella. La misión de este consejo es definir una visión global de este recurso dentro de un marco liberal. La dimensión operativa está asegurada por Global Water Partnership (ahora Global Partnership for Water Security and Sanitation), creada el mismo año para promover asociaciones público-privadas. Basta con sumarles algunas asociaciones complacientes financiadas por el patrocinio de grandes grupos y eventos simbólicos como el Foro Mundial del Agua y se obtendrá, al cabo de después de 30 años de cabildeos, el “Plan del Agua” del gobierno francés.
Sylvain Leder. Traducción: Daniel Gatti
(1): Riccardo Petrella, “La nouvelle conquête de l’or bleu” [La nueva conquista del oro azul], Manière de Voir, 50, marzo de 2000.
(2): NdT: En Sainte Soline, una pequeña población del departamento de Poitou-Charentes, tuvo lugar el 25 de marzo una gran manifestación de protesta contra la construcción de megacuencas de almacenamiento de agua que sólo beneficiarían a un puñado de grandes productores. La concentración, en la que participaron alrededor de 30.000 personas, provenientes también de otros países europeos, fue violentamente reprimida por la Policía, con un saldo de decenas de heridos, dos de ellos muy graves.
(3): 30-3-2023.
(4): Riccardo Petrella, L’eau, res publica ou marchandise? [Agua, ¿res publica o mercancía?], La Dispute, París, 2003.
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Gilles Luneau, La forteresse agricole, une histoire de la FNSEA [La fortaleza agrícola, una historia de la FNSEA], Fayard, París, 2004. ↩
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“Protocole d’accord pour une agriculture durable dans le territoire du bassin Sèvre Niortaise – Mignon” [Memorándum de entendimiento para la agricultura sostenible en el territorio de la cuenca Sèvre Niortaise – Mignon], 18-12-2018. ↩
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BRGM, “Simulation du projet 2021 de réserves de substitution de la coopérative de l’eau des Deux-Sèvres”, [Simulación del proyecto 2021 de reservas de reposición de la Cooperativa de Aguas de Deux-Sèvres] Informe Final RC-71650-FR, 17-6-2022. ↩
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Anne-Morwenn Pastier, “Décryptage du rapport RC-71650-FR du BRGM sur la ‘Simulation du projet 2021 de réserves de substitution de la Coopérative de l’eau des Deux-Sèvres’” [Descifrado del informe RC-71650-FR del BRGM sobre la ‘Simulación del proyecto 2021 de reservas de reposición de la Cooperativa de Aguas de Deux-Sèvres’], www.soulevements.cdn.prismic.io. ↩
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Nota explicativa sobre la asesoría de la BRGM relativa al proyecto de reservas sustitutas en Deux-Sèvres, 13-2-2023. ↩
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Consejo Internacional de Cereales, www.igc.int. ↩
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Christophe Bonneuil y Frédéric Thomas, Semences: une histoire politique - amélioration des plantes, agriculture et alimentation en France depuis la seconde guerre mondiale [Semillas: una historia política - mejora vegetal, agricultura y alimentación en Francia desde la Segunda Guerra Mundial], Charles Léopold Mayer, París, 2012. ↩
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France Info, 14-4-2023. ↩
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“Des chiffres et des céréales. L’essentiel de la filière” [Números y cereales. Lo esencial del sector.], Intercéréales, París, www.publications.intercereales.com, 2022. ↩