Las multinacionales de hidrocarburos son las principales responsables de la crisis climática. Una investigación sobre las empresas que más dióxido de carbono emiten revela sus estrategias para ocultar sus responsabilidades tanto pasadas como futuras. El ejemplo del plástico ilustra algunos métodos y una codicia desconcertantes.

Bolsas de plástico que ondulan en las aguas del mar como un banco de medusas. Partículas de poliestireno en las entrañas de los peces. Una tortuga a la que se le extrae un sorbito de las fosas nasales. Estas imágenes impactantes han dado la vuelta al mundo, revelando los efectos nocivos de la contaminación plástica en el medioambiente. Cada tres segundos, una tonelada de este material termina en el océano. Desde 1950, su producción se ha multiplicado por 200, y las tres cuartas partes se han convertido en residuos. Desbordados, los países occidentales envían en masa sus residuos plásticos domésticos al Sudeste Asiático, donde abundan los vertederos en las zonas donde viven las poblaciones más pobres1.

El plástico también es una causa de la crisis climática. La organización ecologista estadounidense Center for International Environmental Law (CIEL), organización de derecho ambiental de interés público, reveló recientemente que en 2019 la producción e incineración de plásticos añadieron a la atmósfera más de 850 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, casi tanto como lo que emitió Alemania sola en el mismo año. “Si la producción y el uso del plástico crecen como se prevé, en 2030 las emisiones podrían alcanzar 1,34 gigatoneladas por año, lo que equivale a las emisiones de 295 centrales eléctricas de carbón”2, señala CIEL.

El plástico tiene un 99 por ciento de componentes fósiles. Se fabrica a partir de nafta, un líquido producido por la destilación del petróleo, o de etano, que se encuentra en el gas natural. Para producir plástico, el sector petroquímico utiliza petróleo y gas, al mismo tiempo como materias primas y como energía, lo cual la convierte en la industria más energívora del mundo.

“Nuestras economías dependen en gran medida de los productos petroquímicos, pero el sector recibe mucha menos atención de la que debería –se alarmaba en octubre de 2018 Fatih Birol, director general de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en inglés)–. La petroquímica es uno de los principales puntos ciegos del debate energético mundial, sobre todo si se considera la influencia que tendrá en las futuras tendencias energéticas”3. La agencia estima que el sector petroquímico mundial crecerá un tercio entre 2020 y 2030. Ya consume el 14 por ciento de la producción total de petróleo y el ocho por ciento de la producción de gas. “La petroquímica es la principal fuente de crecimiento del uso del petróleo”, aseguran los analistas de la agencia4. Sus predicciones más optimistas pronostican que, incluso si las tasas de reciclaje de plásticos se duplicaran a nivel mundial, “el uso de petróleo como materia prima petroquímica alcanzará los 3,3 millones de barriles diarios de aquí a 2040”. A este ritmo, más de 1.000 millones de toneladas de plástico anuales inundarán el planeta y el petróleo acabará utilizándose más para fabricar plástico que como combustible para los autos. “Casi todas las nuevas capacidades de refinado que se están desarrollando integran actualmente procesos petroquímicos. Esto parece formar parte de una estrategia a largo plazo para buscar márgenes adicionales y protegerse del riesgo percibido de un pico en la demanda mundial de petróleo”, advierte la IEA.

Un crecimiento vertiginoso

Asia concentra el 80 por ciento de los complejos petroquímicos que todo el sector de los combustibles fósiles prevé construir de aquí a 20255. Los proyectos de construcción, ampliación o reconfiguración de refinerías para producir plástico avanzan a una velocidad vertiginosa. En noviembre de 2018, en un discurso ante la Gulf Petrochemicals and Chemicals Association, Amin Nasser, presidente y director general del gigante saudita de los hidrocarburos Aramco, prometió a viva voz 100.000 millones de dólares en inversiones petroquímicas durante la próxima década. “El enorme crecimiento de la demanda de productos químicos –advirtió– nos ofrece una fantástica ventana de oportunidad. Pero estas ventanas, por su naturaleza misma, ofrecen el máximo beneficio solamente a quienes actúan con rapidez”6.

Para tejer su red de fábricas de plástico en toda Asia y a toda velocidad, Aramco no duda en asociarse con otros industriales. “Para [la empresa], esta expansión asiática en el sector petroquímico no es más que un paso en el curso natural de los negocios –afirma la historiadora Ellen R. Wald, una destacada experta en la compañía saudí–. Para [la misma], Asia sigue siendo el mejor lugar para establecer estas alianzas con otras firmas, ya que el continente [le] representa el mayor crecimiento de ventas de petróleo crudo desde los años 1990”. La empresa, privatizada de forma parcial en 2019, se asoció con su par malaya Petronas para gestionar una amplia planta petroquímica en Pengerang, en el sur de Malasia, a partir de marzo de 2018. El bosque de acero de tanques y chimeneas, que se extiende frente a las aguas azules del Estrecho de Singapur, devora el equivalente a 12.000 canchas de fútbol en una región de Malasia conocida por su excepcional biodiversidad tropical. Por otro lado, en abril de 2019 se produjo una gran explosión, seguida de un incendio, antes de que una catástrofe similar ocurrida el 15 de marzo de 2020 acabara con la vida de cinco trabajadores malayos7.

En abril de 2018 se firmó en Nueva Delhi un memorandum de entendimiento entre Aramco y compañías petroleras indias para construir una monstruosa planta petroquímica en el estado de Maharashtra para 2025, con un costo estimado de 44.000 millones de dólares. Con el tiempo, miles de hectáreas de manglares de la región de Konkan, que sirven de refugio a una miríada de especies autóctonas, serán arrasadas para construir una infraestructura que refinará 60 millones de toneladas de petróleo al año.

Mientras su mirada está puesta en Asia, el coloso petrolero no olvida, sin embargo, reforzar sus capacidades de producción de plástico dentro de la propia Arabia Saudita. Para ello, Aramco puede apoyarse en “Visión 2030”, el amplio plan de diversificación de la economía saudita que en ese momento estaba liderado por el príncipe heredero Mohammed Ben Salman. A orillas del Mar Rojo, el emplazamiento denominado PetroRabigh duplicó su tamaño desde 2017 para alcanzar una superficie de más de mil hectáreas. Aramco y el grupo japonés Sumimoto Chemical pusieron 9.000 millones de dólares sobre la mesa para ver surgir del desierto un hub petroquímico de última generación, diseñado en colaboración con el Instituto Francés del Petróleo. Erigido en las afueras de la ciudad costera de Rabigh, el complejo incluye comunidades cerradas, escuelas, un hospital e incluso un zoológico, para uso exclusivo de sus ejecutivos y sus familias.

A menos de cinco kilómetros de los vertiginosos tanques cisterna de materias primas plásticas, se encuentran unos arrecifes de coral que se consideran entre los más excepcionales, pero también entre los más amenazados del país. Estudios biológicos publicados en agosto de 2020 informan que, en la costa oeste de la península, “la mayor intensidad del retroceso de los arrecifes se produjo cerca de Rabigh, donde el 65 por ciento de la superficie total de coral se ha blanqueado o ha muerto recientemente”8. De los 2,4 millones de toneladas de derivados químicos producidos cada año en Rabigh, más del 60 por ciento se exporta a Asia y el 10 por ciento a Europa, donde acaban en envases de alimentos, ropa, materiales de construcción o piezas de computadoras.

La mayor empresa del mundo

A fines de 2015, mientras se ultimaba el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, una gigantesca fábrica situada en la ciudad petrolera de Jubail, en el este de Arabia Saudita, comenzó de modo discreto a producir polietileno –el compuesto químico que es el material plástico más común y que se encuentra en la mitad de los envases del planeta–. Al año siguiente, se inauguró el parque de alta tecnología que alberga esta fábrica. Se necesitaron 20.000 millones de dólares de inversión para levantarlo.

Para construir esta maraña de 2.500 kilómetros de oleoductos, la petrolera se benefició de los conocimientos técnicos y los activos financieros de la multinacional estadounidense Dow Chemical, gigante mundial de la fabricación de plásticos. “Como líderes en sus respectivos sectores, nos unimos gracias a nuestros valores y nuestra visión comunes para crear una instalación de producción química sin comparación en la industria”, presume Aramco. Desde entonces, 4.300 empleados trabajan para convertir barriles de combustible fósil en tres millones de toneladas de polímeros al año, indispensables para fabricar detergentes, cosméticos y bienes de consumo.

Por último, siempre en Jubail, Aramco selló una asociación con la petrolera francesa Total. Desde 2014, la plataforma industrial Saudi Arabia Total Refining & Petrochemical (SATORP) es uno de los centros de refinado más rentables del mundo. Aquí, el petróleo se convierte de forma diaria en propileno (la base de muchos plásticos), benceno (necesario para elaborar nailon y resinas plásticas) y xileno (utilizado para confeccionar fibras de poliéster). Alentados por las increíbles perspectivas de los beneficios del plástico en Asia, los equipos de Total y Aramco firmaron nuevos acuerdos en abril de 2018 para destinar 5.500 millones de dólares a la ampliación de SATORP. El objetivo: edificar un polo petroquímico faraónico llamado Amiral, para producir 2,7 millones de toneladas de productos químicos plásticos al año, a partir de 2024. Las promesas de ganancia de la transformación del petróleo en plástico resultan tan sustanciosas que en abril de 2020 Total indicó que Amiral no se vería afectada por los recortes de inversión previstos debido a la pandemia de coronavirus. Desestimando el Acuerdo de París. Y a las generaciones futuras.

Anunciada en 2016 para llevarse a cabo en 2018, la salida a bolsa de Aramco, juzgada por los círculos financieros como “la operación del siglo”, se pospuso repetidas veces hasta fines de 2019. ¿A qué se debe este corrimiento de fechas? El 27 de enero de 2019, desde un salón del Hotel Grischa, en Davos, Suiza, Nasser le dijo a un periodista que Aramco tenía una prioridad más urgente. “Nos hemos reunido con el gobierno [saudita] para decirle que queremos convertirnos en la primera empresa petroquímica del mundo –afirmó el directivo de la empresa–. Sin embargo, si uno quiere ser el líder, necesita una adquisición importante. Se necesita una buena plataforma para tener peso a escala internacional”9. Exactamente tres meses después, la petrolera tomó el control del 70 por ciento del conglomerado saudita Sabic Basic Industries Corporation, la cuarta empresa petroquímica del mundo.

Aramco pagó cerca de 70.000 millones de dólares para comprar las acciones que hasta entonces estaban en manos del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita. Un paso de gigante en el planeta plástico. Tras absorber a Sabic, Aramco firmó un memorándum de entendimiento en agosto de 2019 para adquirir una participación del 20 por ciento en las actividades petroquímicas de Reliance Industries. Esta multinacional india explota la mayor refinería de petróleo del mundo en Jamnagar, Gujarat. En 2020, sin embargo, un indio consumía en promedio diez veces menos plástico que un estadounidense.

El mayor contaminador

Para extraer el máximo beneficio de cada gota de petróleo, Aramco y Sabic apuestan a una innovadora técnica de refinado: el Crude Oil-To-Chemiclas (COTC), lo que significa, de modo literal, “petróleo crudo en productos químicos”. Descrita por la agencia económica estadounidense IHS Markit como una “tecnología revolucionaria” que podría “revolucionar la industria química mundial”10, este proceso permite convertir hasta el 70 por ciento de un barril de crudo de forma directa en derivados petroquímicos, mientras que las refinerías convencionales consiguen extraer el 20 por ciento. Con este objetivo, desde 2018, la petrolera saudita ha multiplicado los acuerdos de desarrollo de COTC con empresas de ingeniería, como la estadounidense McDermott, la francesa Axens o la franco-británica TechnipFMC. En sus centros de investigación de Dhahran (Arabia Saudita) y Boston (Estados Unidos), los equipos de Aramco trabajan sin descanso para encontrar la vía más corta para convertir el oro negro en dólares plásticos. Hasta la fecha, la empresa petrolera ha presentado ya unas 50 patentes.

A raíz de estas innovaciones, Aramco y Sabic han elegido recientemente Yanbu, a orillas del Mar Rojo, como laboratorio a escala real para iniciar esta revolución tecnológica. Dentro de esta refinería saudita, de la que son copropietarios la petrolera y el gigante químico chino Sinopec, el dúo de combustibles fósiles espera convertir el 45 por ciento del petróleo crudo entrante en materia prima para plásticos. Gracias a sus nuevos procesos de alta tecnología, las dos empresas podrán producir nueve millones de toneladas de productos petroquímicos al año en la planta de aquí a 2025. Esto supone entre dos y tres veces el volumen de plástico producido por sus actuales complejos de refinado. En suma, mientras la humanidad tiene menos de diez años para reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero, el mayor contaminador climático del mundo ha decidido apostar a largo plazo por una tecnología que, según los expertos de IHS Markit, “duplica con creces la rentabilidad del barril de petróleo”11.

Mickäel Correia, periodista. Una versión anterior de este artículo se publicó en Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, febrero de 2022. Traducción: Emilia Fernández Tasende.

Punto uy

A fines del año pasado, una reunión en Uruguay fue punto de partida hacia el primer tratado internacional legalmente vinculante contra la contaminación por plásticos (la diaria, 30-11-2022), impulsada por la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Según estudios internacionales, 20 empresas son responsables del 55 por ciento de los residuos plásticos en el mundo (anue.org, 13-12-2022), una producción que se ha duplicado en los últimos 20 años, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (El Observador, 17-4-2023), en un contexto en el cual el 91 por ciento no se recicla (El País, 10-3-2023), lo que lleva a la necesidad de actuar en el momento inicial de la cadena: eliminar la producción.


  1. Véase Aude Vidal, “Ola de desechos en el Sudeste Asiático”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, mayo de 2021. 

  2. “Plastic & Climate, The Hidden Cost of a Plastic Planet” [Plástico y clima, el costo oculto de un planeta plástico], Center for International Environmental Law, Washington, DC, mayo de 2019. 

  3. “The Future of Petrochemicals. Towards a more sustainable chemical industry. Technology report” [El futuro de la petroquímica. Hacia una industria química más sostenible. Informe de tecnología], Agencia Internacional de Energía, París, octubre de 2018. 

  4. “World Energy Outlook 2017”, Agencia Internacional de Energía, noviembre de 2017. 

  5. Dorothée Moisan, “Les plastiqueurs sont fondus de pétrole”, serie Les Plastiqueurs, episodio 3, Les Jours, París, 25-6-2020. 

  6. Alexander H. Tullo, “Why the future of oil is in chemicals, not fuels” [Por qué el futuro del petróleo está en los productos químicos, no en los combustibles], Chemicals & Engineering News, Washington DC, 20-2-2019. 

  7. “Explosion at Petronas Aramco refining complex in Malaysia’s Johor kills 5” [Explosión en complejo de refinación Aramco de Petronas, en Johor, Malasia, deja cinco muertos], The Straits Times, Singapur, 16-3-2020. 

  8. Adel Moatamed, “Degradation of mangrove forests and coral reefs in the coastal area of the southwestern region of Saudi Arabia. Biogeographia” [Degradación de los bosques de manglares y arrecifes de coral en la zona costera de la región suroeste de Arabia Saudita. Biogeografía], The Journal of Integrative Biogeography, Roma, 2020. 

  9. “Amin Nasser, Saudi Aramco’s Davos spells out blueprint for IPO”, Arab News, Yeda, 27-1-2019. 

  10. Will BeaCham, “Aramco CEO Amin Nasser to receive 2020 Kavaler Award in Dec 3 virtual event” [Degradación de los bosques de manglares y arrecifes de coral en la zona costera de la región suroeste de Arabia Saudita. Biogeografía], Icis, Londres, 5-11-2020. 

  11. Ibid.