Primera sangre. De Amélie Nothomb. Anagrama, Barcelona, 2023. 149 págs., 690 pesos.
Audaz, excéntrica y contradictoria, Amélie Nothomb —escritora belga nacida en Japón en 19671— es una de las autoras de lengua francesa más leídas en la actualidad. Varias de sus novelas han sido traducidas a más de 30 idiomas y vendido cientos de miles de ejemplares. Esa condición de best-seller, sumada a la curiosa promoción de su propia imagen (todos sus libros llevan en la tapa su foto, siempre vestida de negro, y muchas veces con grandes y estrafalarios sombreros), podrían hacer dudar de la calidad de su escritura. Sin embargo, es miembro de la Academia de la Lengua y Literatura francesa, ha recibido los más importantes premios (el Goncourt, el Renaudot, el Leteo, además del Gran Premio de Novela de la Academia), y suscitado desde temprano la atención de la crítica. Dos de sus novelas, Higiene del asesino (1992) y Estupor y temblores (1999), fueron llevadas al cine, la primera dirigida por François Ruggieri y la segunda por Alain Corneau.
Casi tan prolífica como su compatriota Georges Simenon, Nothomb lleva publicadas 30 novelas y más de 15 tomos de relatos y ensayos. Ha confesado que escribe —a mano, en un cuaderno— cuatro libros por año, y elige sólo uno para ser publicado. Los otros los descarta.
Primera sangre, traducida al español y publicada este año por Anagrama, recibió el Premio Renaudot en 2021. Como varios de sus libros –El sabotaje amoroso, de 1993; Metafísica de los tubos, de 2000; Biografía del hambre, de 2004; Ni de Eva ni de Adán, de 2007; o los ya citados Higiene del asesino y Estupor y temblores–, está muy vinculada con ella misma. Pero en esta ocasión no se trata de su propia historia, sino la de su padre, un diplomático belga de origen aristocrático, que fue uno de los 2.000 rehenes secuestrados en el Congo en 1964 en medio de las luchas por la independencia. Iniciada en el momento en que el joven diplomático debió enfrentarse a un pelotón de fusilamiento, la novela —contada en la voz del protagonista— rememora lo que fue su vida hasta ese enfrentamiento dostoyevskiano con la muerte, a los 28 años. Huérfano de padre desde su primera infancia y rechazado por su madre, que lo dejó en casa de los abuelos maternos, Patrick Nothomb tuvo realmente una vida novelesca.
Contada con agudeza, sensibilidad y una buena dosis de ironía y humor, lo mejor de la novela está en la etapa infantil, en las ocasiones en que debía pasar temporadas en casa de sus abuelos paternos, en un ruinoso castillo de Ardenas, donde era enviado para “curtirse”. El retrato de ese abuelo —mal poeta y aristócrata en decadencia— y de la tribu salvaje de los niños de la familia, sumidos en el hambre y el abandono, es tan expresivo como el esfuerzo del niño por adaptarse a ese ambiente de privaciones, que a pesar de todo ejercía sobre él una cierta fascinación. Breve pero intensa, la novela es una buena muestra de la capacidad de Nothomb para construir personajes y situaciones.
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Aunque algunas fuentes la sitúan como nacida en Etterbeek (Bélgica) en 1966, su editorial y la prensa especializada indican Kobe (Japón), 1967, como su lugar y año de nacimiento. ↩